Jueves, 25 de Noviembre de 2010 00:00
Escrito por Juliana G. Quintanilla
El 25 de noviembre inicia en todo el mundo la Jornada de 16 días contra la violencia que viven las mujeres. Por ello retomamos testimonios del Encuentro Nacional sobre Violencia contra Defensoras (*) donde se pasa lista de los contenidos de la pesadilla cotidiana: intimidaciones, amenazas de todo tipo, a su integridad y libertad; difamación para deslegitimarles como voceras públicas; violencia y ataques verbales obscenos; hostigamiento laboral; desapariciones forzadas; clima de justificación mediática de las agresiones por estar participando; agresiones y hostigamiento sexual y burla de las autoridades; las amenazas en general incluyen connotaciones sexuales. En el extremo está la muerte.
Los niveles de violencia derivados de la muy controvertida política de seguridad nacional en sus múltiples dimensiones, están impactando de una manera alarmante la vida de las mujeres dedicadas a la defensa de los derechos. La intimidación, las amenazas y la muerte, son riesgos y costos que en México tienen que enfrentar las activistas comprometidas con la defensa de los derechos humanos. Esta fecha nos permite unir fuerzas contra la violencia que viven las mujeres, nos permite reflexionar sobre el estado que guarda la situación de violencia que viven las mujeres. En México la situación no mejora. La guerra desatada en campos y ciudades contra el narcotráfico; el círculo de violencia que se vive, en los lugares más recónditos o apacibles es nefasto. De la misma forma actúa sobre los hogares la política institucional violenta, donde las policías, el ejército, los sicarios, los empleados del narco y la delincuencia cotidiana dan muestra de una manera de abordar todas las relaciones, de las amorosas a las comerciales. Donde todas y todos participamos de distintas formas y a pesar de leyes, políticas públicas y discursos. La violencia contra las mujeres puede atenuarse con estas políticas, pero persiste en la sociedad porque la misma población la consciente. Se sigue creyendo que las mujeres son menores de edad, no tienen valor o pueden ser sin responsabilidad, controladas y maltratadas, porque es su destino. Habrá quien diga que exageramos, pero no es posible encontrar una respuesta al número creciente de mujeres agredidas y asesinadas.
Testimonios obtenidos en el Encuentro Nacional sobre Violencia contra Defensoras de Derechos Humanos en México, donde 60 mujeres de varios estados de la República Mexicana se dieron cita para intercambiar en torno a su experiencia y conocer cuáles son las violencias que están enfrentando para la realización de su trabajo en los diversos movimientos, ciudades y estados del país. Esta reunión, contribuyó a constatar que los niveles de violencia derivados de la muy controvertida política de seguridad nacional en sus múltiples dimensiones, están impactando de una manera alarmante la vida de las mujeres dedicadas a la defensa de los derechos. La intimidación, las amenazas y la muerte, son riesgos y costos que en México tienen que enfrentar las activistas comprometidas con la defensa de los derechos humanos.
Las medidas cautelares presentan en su aplicación múltiples problemas, pero sobre todo desconfianza por el descrédito que existe hacia las instituciones encargadas de proporcionar este mecanismo. Otro problema a resolver: ¿Quiénes los van a proteger, integrantes de la misma policía que ataca? En Ciudad Juárez, Cipriana Jurado (Centro de Organización de la Mujer Obrera), amenazada de muerte, no pudo contar con la protección adecuada a pesar de la solicitud de medidas cautelares, por parte de Amnistía Internacional y de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Tuvo que salir del país. Hay una larga lista de casos a los que se suman los asesinatos e intimidaciones en contra de periodistas, actos que atentan contra la libertad de expresión. Las mujeres de Juárez, de Atenco, de Chiapas, de Oaxaca, las Triquis, las de San Juan Copala y de muchos otros estados, contaron sus historias, las de la violencia en sus lugares, en sus movimientos, como viven el día a día, como enfrentan los infiernos en donde ellas se desenvuelven. De muy diversos orígenes, pero eso sí todas por igual agredidas, amenazadas, hostilizadas. Son las mujeres que se atreven a levantar la voz; encarar a las fuerzas militares y sus violaciones sistemáticas a los derechos humanos; a las distintas corporaciones policiales para marcarles el alto a sus impunidades
El problema en el caso de defensoras y defensores que están denunciando los abusos y violaciones de derechos humanos de militares y fuerzas policíacas es que se incrementa la criminalización a su participación. Frente a esta realidad, ¿Cuál es la alternativa? El tema es de alta prioridad para el Alto Comisionado de las Naciones Unida, quien ha recomendado la creación de un mecanismo nacional de protección así como la adopción de protocolos especiales para la investigación de agresiones. Una conclusión es que el punto clave es visibilizar y simultáneamente contribuir a la generación de apoyos para la protección de la integridad de las mujeres defensoras. En otro plano también sustentar elementos para la creación de mecanismos reales de protección. La visibilización implica reconocer y difundir la legitimidad de su trabajo y de sus convicciones, así como la justeza de todas las luchas y causas que están defendiendo. El objetivo es reconocer el aporte de las defensoras; sumar esfuerzos; fortalecer vínculos; reaccionar con eficacia frente a los riesgos y ataques por el trabajo de activismo, denuncia y defensa de los derechos. De ahí la importancia del análisis, del intercambio, de contar con espacios que posibiliten la reflexión personal, que en este caso adquiere una dimensión fundamental. Construir las fortalezas que se necesitan pasa por el reconocimiento colectivo en todos los sentidos.
(*) Ver blog de la revista Cuadernos Feministas que dirige Josefina Chávez
cidhmorelos@gmail.com
Fuente: La Jornada de Morelos
Difusión: Soberanía Popular
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