Tlalnepantla, 1º de mayo de 2011
Los Superiores Mayores de religiosas y religiosos de México reunidos en su 46ª Asamblea Nacional, bajo el lema «Escuchemos a Dios donde la vida clama», preocupados por la situación que vive nuestro país, nos dirigimos al Pueblo de México.
Constatamos que, a la desigualdad e injusticia históricamente arraigadas en nuestro país, se ha sumado en estos últimos años una escalada de violencia que alcanza ya 40,000 muertos, con los consecuentes efectos en las familias, comunidades y en la nación entera.
Denunciamos la cultura de ilegalidad que lleva a la sistemática violación de la dignidad humana, de la vida y de la paz, todo esto agravado por la corrupción e impunidad que imperan en nuestro país. Con esto queremos decir: basta ya de tanta violencia y crueldad vengan de donde vengan, basta ya de tanta sangre derramada, basta ya de corrupción e impunidad.
Como Vida religiosa, optamos por la no violencia. Nos comprometemos a vencer nuestros miedos, a salir de nuestras indiferencias, a romper nuestros silencios, a avivar nuestra fe y a fortalecer nuestra esperanza, para ser, junto con nuestro pueblo, constructores de vida digna, de justicia y de paz.
Las religiosas y religiosos de México nos solidarizamos con las víctimas de toda esta violencia, compartimos su dolor y queremos brindarles consuelo. Nos unimos al movimiento ciudadano que se está gestando en nuestra sociedad, para detener esta espiral de violencia, abrir caminos de reconciliación y buscar alternativas de vida.
Exigimos al Poder Legislativo que escuche a la sociedad y apruebe una ley de seguridad que verdaderamente garantice el respeto a la dignidad de las personas y una ley laboral que garantice los derechos de los trabajadores. Exigimos al Poder Ejecutivo una profunda revisión de las políticas que está implementando ante el problema del narcotráfico y crimen organizado. Exigimos al Poder Judicial una lucha contra la corrupción, una aplicación justa de la ley que respete los derechos humanos y cuide a los inocentes.
Nos unimos a quienes están reclamando la participación activa y vigilante de la ciudadanía, como el principal medio para crear caminos de futuro y esperanza para nuestro querido México.
El testimonio de Javier Sicilia –quien estuvo presente en un momento de nuestra Asamblea– nos motiva a unirnos a este movimiento ciudadano que busca detener la violencia y reclamar un clima de paz para el país. Como Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México invitamos a los miembros de la Iglesia católica y de las demás comunidades cristianas, en particular a los integrantes de nuestras congregaciones, a participar, dondequiera que estemos, en la marcha silenciosa que culmina el 8 de mayo en la Ciudad de México.
Por la Asamblea Nacional de la CIRM:
Silvia Conde, SA y Fernando Torre, MSpS
Presidentes
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