El presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, fue el orador en el ceremonia del 149 aniversario de la Batalla del 5 de Mayo, y ante el mausoleo de Ignacio Zaragoza advirtió que las tropas no retrocederán en la lucha contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, a pesar de la solicitud de diversos sectores de la población para retirar al Ejército de las calles.
Frente a esta expresión del presidente, que insistentemente la ha dicho ante el creciente cuestionamiento social por los resultados de la lucha contra el crimen organizado, es necesario reflexionar que el problema de fondo no es la presencia o no del Ejército en las calles, sino que la realidad del país no va a cambiar mientras siga vigente el actual modelo de desarrollo económico y social, que es una fábrica de pobres y de inestabilidad social.
La quiebra del campo, el crecimiento de la precariedad laboral, el retiro del Estado en diferentes áreas sociales y económicas, y la defensa de los gobiernos federal y estatales de un sistema de privilegios para los grandes capitales son factores decisivos que están detonando la violencia, la informalidad, la pobreza y un creciente malestar social. Si estas condiciones no cambian, no habrá fuerza policiaca, castrense o paramilitar que frene el deterioro del país.
El discurso de Felipe Calderón es muy claro en el sentido de que su única apuesta para los problemas más graves del país es seguir con la lucha violenta, encabezada por las fuerzas armadas, contra bandas criminales, pero no habrá ningún cambio en materia de políticas públicas en lo económico y lo social en los meses que le restan a su gobierno. Entonces, también es previsible que de aquí al final del sexenio no podrá haber ninguna reducción en los índices de violencia e inestabilidad social.
Fuente: La Jornada de Oriente
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