ALEIDA HERNÁNDEZ CERVANTES
La Comisión Mundial de Represas ha informado que las represas en el mundo han generado más desplazados que las guerras; que entre 40 y 80 millones de personas se han visto afectadas por esos macroproyectos hidroeléctricos y que, derivado de ellos, más del 60 por ciento de los ríos en todo el mundo han sido fragmentados o intervenidos.
Ese tipo de elementos, entre otros, han puesto en tela de juicio la viabilidad económica y los costos sociales, culturales y ambientales que trae consigo la construcción de las grandes presas. Incluso las instituciones más ortodoxas respecto a la visión de desarrollo económico, como el Banco Mundial, han auspiciado estudios muy importantes sobre el desempeño de las represas cuyos resultados muestran con toda claridad los perjuicios sociales y medioambientales de llevar a cabo este tipo de megaproyectos. De la revisión de 127 grandes presas y el estudio detallado de ocho casos (Turquía, Noruega, Colombia, EUA, Tailandia, Sudáfrica, Pakistán, Zimbabwe) se derivaron importantes conclusiones que deberían ser tomadas en consideración para el caso de la presa El Zapotillo. Mencionamos algunas que, a nuestro juicio, no pueden ser soslayadas en la discusión al respecto:
1. Las grandes presas diseñadas para suministrar riego generalmente no han alcanzado sus objetivos físicos; no recuperaron los costos y su rentabilidad en términos económicos ha sido menor que la inicialmente prevista.
2. Las grandes presas construidas para abastecer de agua industrias y municipios generalmente no alcanzan los objetivos previstos en cuanto a las fechas y volúmenes de suministro de agua; tienen pobres desempeños económicos y financieros.
3. La pérdida de bosques y de hábitats naturales, de poblaciones de especies, y la degradación de las cuencas río arriba debido a la inundación de la zona de los embalses.
4. La pérdida de la biodiversidad acuática, de las pesquerías río arriba y abajo, y de los servicios brindados por las planicies de inundación río abajo, por los humedales, y por los ecosistemas de las riberas y estuarios adyacentes.
5. Impactos acumulativos en la calidad del agua, en las inundaciones naturales y en la composición de las especies, cuando en el mismo río se construyen varias represas.
6. Muchos de los desplazados por las represas no fueron reconocidos (o registrados como tales) y por lo tanto no fueron reasentados o indemnizados.
7. En los casos en los que se entregó una indemnización, ésta fue con frecuencia insuficiente, y entre los desplazados reconocidos como tales, muchos no fueron incluidos en programas de reasentamiento.
8. A los que fueron reasentados, rara vez se les restituyó sus medios de subsistencia, ya que los programas de reasentamiento se han centrado en el traslado físico, y no en el desarrollo económico y social de los afectados.
9. Cuanto mayor es el número de los desplazados, menos probable es que los medios de vida de las comunidades afectadas puedan ser restaurados.
10. Los grupos indígenas y tribales y las minorías étnicas vulnerables han sufrido desplazamientos de un modo desproporcionado y han experimentado impactos negativos en sus medios de subsistencia, cultura y espiritualidad.
Las anteriores conclusiones derivadas del estudio emprendido por la Comisión Mundial de Represas, no son palabras huecas, por el contrario, están sustentadas en la aplicación de una metodología rigurosa de observación y comprobación del funcionamiento e impacto general de las grandes presas en el mundo, basados en estudios meticulosos de caso. El tema medular de la construcción de represas tiene que ver con la concepción de desarrollo económico que estamos avalando en nuestras sociedades, que se pretenden modernas. Se trata de un tipo de desarrollo económico invasivo, es decir, que invade y destruye el entorno social, sin ninguna consideración de las consecuencias sociales, culturales y ambientales. De otra manera, diríamos con Ulrich Beck –un importante teórico social alemán–, estamos en presencia de la sociedad del riesgo, un tipo de sociedad que no se detiene a reflexionar sobre los costos sociales, económicos, morales, ambientales, culturales que está provocando el proceso de modernización acelerado y, nosotros diríamos, un proceso basado en una concepción de modernización excluyente y mal entendida.
Aún estamos a tiempo de reflexionar y detener la construcción de la presa El Zapotillo para no tener que lamentar sus costosos e irreparables efectos; aún hay tiempo de ser una sociedad responsable.
aleycristal@hotmail.com
Fuente: La Jornada de Jalisco
No hay comentarios:
Publicar un comentario