WILFRIDO LÁZARO MEDINA
El 3 de mayo es la fecha en la que a nivel internacional se conmemora la libertad de expresión. Con este motivo, se han manifestado prácticamente todas las organizaciones internacionales para felicitar a quienes al ejercer el periodismo en todo el mundo, nos acercan y regalan, de muy diversas maneras, noticias, información, reflexiones, consejos, anécdotas, cuentos, denuncias, debates, y otros genios que, en su capacidad de síntesis y el don del arte en todas sus manifestaciones, caricaturizan la realidad, expresándose en forma contundente para aportar en el marco de una formación permanente una muy democrática opinión pública, además de la gran aportación a la formación personal y colectiva de sus seguidores.
Mientras en todas las latitudes del mundo se reconoce la labor del periodismo como la profesión más cercana a la libertad de expresión, habrá rincones de toda esa geografía en los que muchos reporteros comprometidos con su medio y sus convicciones, se estarán “rifando el pellejo” en estos momentos para conseguir la investigación que siguen desde hace tiempo; para sacar la mejor fotografía que plasme en una sola placa la realidad, para proyectar la película que se acerque más a la noticia cruda, sea ésta del sentimiento humano que sea; para entrevistar lo mismo a un Premio Nobel que a un sujeto considerado como peligro para su país o el mundo.
Por lo pronto, hoy toca hacer recuentos y es lamentable que México siga siendo el país en el que con mayores peligros trabajan los periodistas y en el que, a la fecha, en los últimos cinco años 68 trabajadores de los medios de comunicación masiva han perdido la vida, según datos señalados por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, de los que también destacan otros más de 400 expedientes de queja por agravios a periodistas, destacando 13 desapariciones más, así como 21 atentados a los medios de comunicación.
Es posible que sólo sigamos haciendo gala de capacidad para recabar números y hacer estadísticas. En México somos buenos para eso. Sin embargo, por lo que se refiere al gobierno federal, no se conocen políticas públicas que de manera práctica demuestren que se fortalecen las condiciones y los instrumentos de trabajo de los comunicadores, además de que se dé seguimiento a sus quejas y se registren e investiguen, de manera eficiente, las amenazas y los agravios en su contra.
Vivimos la era de la comunicación. No hay evento, suceso, noticia, acción, tragedia, meteoro natural, trascendentes en cualquier parte del planeta o fuera de él, que no se reporten al paso de sólo unos minutos por los reporteros que pululan en busca de la nota.
Hoy tenemos también un poco de ese nuevo vicio de estar conectados a las muy diversas formas de comunicación por redes sociales que ahora permiten que se convierta en noticia hasta el estado de ánimo del más modesto de los mortales que tenga una cuenta de Facebook o Twitter. Lo mismo conocemos del nacimiento de un humano que de una mascota y ambos son festinados como el que más por quienes los comparten. Son también estas nuevas formas de relacionarnos las que han unificado a las sociedades en cuestión de minutos, horas o pocos días, sobre temas trascendentes que a la postre han sido o serán resueltos, como el caso de las nuevas revoluciones en los países árabes.
Según las cifras que presentó la CNDH para llamar a la reflexión sobre la libertad de expresión y las agresiones a los comunicadores, “en 2005 se registraron 72 quejas, y cuatro homicidios; en 2006, 74 quejas y 10 homicidios; para 2007 un total de 84 quejas y cuatro homicidios; en 2009 se registraron 83 quejas y 12 homicidios, en 2010, un total de 69 quejas y nueve homicidios y en lo que va de 2011 ya se registran 11 quejas y dos homicidios de periodistas en México”.
Seguramente no es una valentonada trabajar para un medio de comunicación, no es un derroche de energía o la nulidad del miedo por las venas de los profesionales del gremio, sólo es, seguramente, la convicción en la decisión de hacer noticia, entrevista, crítica, editorial, escribir artículos, columnas, o reportaje que es el género que abarca a todos los demás; es tal vez la determinación de servir a los demás a través de las reflexiones, las opiniones o el debate. Finalmente, servicio al fin, a la sociedad en la que y para la que se vive.
La Jornada Michoacán cumplió orgullosa siete años de hacer periodismo regional con el profesionalismo, la objetividad, la seriedad y oportunidad que los caracteriza a nivel nacional. Con Juan Manuel Venegas como director, Flora Gallegos Ramírez como gerente general, así como Eduardo Ferrer, Celic Mendoza, Gema Reyes y Alan Ortega, como reporteros, además de columnistas locales y todo su equipo de trabajo como son los impresores, publicistas, repartidores y voceadores, es que La Jornada Michoacán hace posible que todos los días podamos entrar en contacto con la realidad de nuestra entidad, del país y del mundo, para que nos forjemos un criterio de lo que acontece y tomemos acción.
Nuestro reconocimiento a La Jornada Michoacán por su aniversario y a cada uno de los profesionales de todos los medios de comunicación que al hacer su trabajo, muchas veces nos ayudan a forjar un criterio, a generar una opinión, a cambiar el estado de cosas de algún tema colectivo, a sonreír con sus reflexiones ligeras, con sus cartones o que, incluso ahora, se han tenido que enfrentar a retos en los que muchas veces arriesgan su integridad física o pierden su vida, ejemplo triste y trágico informado por la CNDH en días pasados. Para esos 68 periodistas asesinados en los últimos años, nuestro respeto y la indignación de todos.
wilfridolazaro@hotmail.com
www.wilfridolazaro.com.mx
Fuente: La Jornada de Michoacán
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