MARGARITA GUILLAUMÍN ROMERO - DOMINGO, DICIEMBRE 26, 2010
Marisela Escobedo, su hija Rubí Marisol y con ellas todas las víctimas de feminicidios en nuestro país deben descansar en paz. Nosotros no, tenemos que hacer eco de su voz, tenemos que levantar sus pancartas y banderas, porque nuestras flamantes normas para lograr que las mujeres mexicanas vivan sus vidas libres de violencia y discriminación no detienen las balas homicidas. No abren las puertas tras las que se parapetan y ocultan las autoridades cuya obligación es procurar y administrar justicia. No funcionan para lograr la atención de quienes ejercen el poder.
No podemos descansar porque la Convención de la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres (Cedaw por sus siglas en inglés) y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra la Mujer (Belém do Pará), instrumentos de derecho signados por el Estado mexicano y por ello mismo disposiciones de cumplimiento obligado en todo el territorio nacional tampoco detienen ni desvían el curso de las balas homicidas, ni el de la violencia creciente; no hay escudo protector capaz de impedir que nos alcance o que alcance a otras mujeres queridas hijas, hermanas, amigas, compañeras; el odio, el abuso de poder, la absurda barbarie que subyace en todo acto de abuso, violencia, discriminación u homicidio que –en un instante– pone fin a una vida y nos hunde en el dolor, la impotencia; la rabia incontenible que quisiera convertirse en una avalancha o justiciero huracán que arrancara de cuajo todo, todo lo malo que carcome el tejido social, la convivencia armónica y pacífica la vida en comunidad; la vida en un estado social y de derecho.
Marisela Escobedo ya no está plantada frente al Palacio de Gobierno, no llora más, no reclama, no levanta la voz para exigir justicia para su hija Rubí Marisol –otra víctima de la violencia irracional que termina prematuramente con la vida de las mujeres– ya no encara a los jueces, procuradores, agentes del Ministerio Público y gobernantes que por acción u omisión hicieron posible que el homicida confeso de Rubí Marisol (su ex pareja y padre de su hija) fuera puesto en libertad por el voto unánime de tres jueces que alegaron no tener elementos para castigar al responsable del homicidio. Este individuo está libre, prófugo de la justicia pero libre; tiene no una, sino muchas oportunidades, dado los índices de impunidad que se padece en nuestro país de seguir muy orondo, con su vida. Los tres jueces de pacotilla que liberaron al homicida fueron cesados de sus cargos pero mal que bien siguen con sus vidas y seguramente tendrán otras oportunidades de trabajo, sería deseable que nunca más en el servicio público y en la rama judicial e incluso, si esto no fuera mucho pedir; podrían hasta de arrepentirse por todo el daño y dolor que provocó su incapacidad para administrar y actuar con apego al derecho y a los más altos objetivos de la justicia. Rubí Marisol y su madre Maricela ya no tienen esa posibilidad. Ambas han muerto y a Maricela la asesinaron, yo no puedo dejar de pensar que alguien mandó a ejecutar; porque constituía una presencia molesta, muy molesta.
Ahora que Marisela ya no está para presentar enérgica su reclamo de justicia, ahora que ya no pide audiencia ni toca a las puertas del Palacio de Gobierno del Estado, ni a las del Palacio Nacional; ahora sí Marisela obtiene respuestas del sector oficial. El gobierno Chihuahua a través su Fiscalía ofreció una recompensa de 500 mil pesos a quien aporte datos sobre el paradero del autor intelectual del homicidio de Marisela, que según la propia fiscalía, es Sergio Rafael Barraza Bocanegra, el mismo individuo que privó de la vida a Rubí Marisol, yo no lo creo así. También para quien brinde informes para ubicar al presunto y desconocido autor material del homicidio de Marisela se ofrece una recompensa de 200 mil pesos. Ahora sí Marisela, ya no hay necesidad de que tú y las organizaciones de mujeres que te brindaron apoyo y soporte realicen directamente y de motu proprio las pesquisas para ubicar a Barraza Bocanegra, las procuradurías de justicia competentes ya lo están haciendo, solicitaron incluso la colaboración de los servicios de inteligencia de otros países; pero qué necesidad había de todo esto me pregunto cuando hubiera bastado con no dejarlo ir, con no generar condiciones para que su crimen quedara impune.
El registro de la imagen de Marisela Escobedo corriendo hacia el Palacio de Gobierno en el momento de ser baleada muestra con crudeza el estado de indefensión ciudadana y el de cancelación de los derechos que se están padeciendo en nuestro país y en esta entidad en particular, tierra sin ley ausencia total de autoridades competentes y de elementos de seguridad publica ¿Estado fallido?..., antes de apresurar una respuesta es preciso tener en cuenta que el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) documentó con datos oficiales, mil 728 homicidios dolosos contra mujeres en 18 entidades del país, durante los 18 meses transcurridos de enero de 2009 a junio de 2010.
Lo dicho, Marisela y Rubí Marisol deben descansar en paz nosotros no, no podemos hacerlo, no debemos hacerlo. Todas y todos tenemos derecho a vivir libres de violencia y exigimos que se tomen las medias y se generen las condiciones objetivas y subjetivas indispensables, por parte de nuestros gobiernos para vivir sin violencia, para gozar de seguridad pública, para vivir en armonía, en paz y en suma para vivir en un estado de derecho y justicia.
Fuente: La Jornada de Veracruz
No hay comentarios:
Publicar un comentario