No lo verán en ningún titular. No será celebrado como la nueva revolución 2.0. Y puede que la agenda mediática haga desaparecer lo esencial de esta nota. Pero igual sucedió. Y debería ser recordado. Los verdaderos indignados ocuparan la Cámara de Diputados cuando esta iba a arrrasar por enésima vez los derechos sociales de los mexicanos, entre los cuales la educación pública.
Durante la noche del 21 de agosto del 2013, y por primera vez en la historia de México, miles de maestros lograron tomar la Cámara de Diputados e impedir el primer periodo extraordinario de sesiones.
No es poca cosa, aunque lo parezca. Los representantes del lobby empresarial, como el junior de Televisa y Kimberly-Clark Claudio X. González, han invertido mucho dinero en el asalto a la educación pública y por ello están forzando la aprobación de todos y cada uno de los artículos de las leyes secundarias vinculadas a una reforma educativa que nunca fue negociada con los maestros.
Lo que se quería aprobar en el poder legislativo era el mecanismo legal que pondría en marcha la rápida destrucción del magisterio como colectivo. Los dos pivotes de la reforma educativa son el despido en caso de protesta social (3 días de ausencia y te corren) así como la evaluación forzosa. Mecanismo de represión que, al decir de Luís Hernández Navarro, “hace de la amenaza y el miedo al despido o a la degradación laboral el centro de una supuesta mejoría profesional del magisterio y la ruta para alcanzar la calidad educativa”.
Un magisterio sin defensas convertido en empleado privado acataría más fácilmente la segunda fase de la reforma educativa al estilo norteamericano, tal y como propone Mexicanos Primero. Autonomía de gestión y participación de la sociedad civil siguiendo el dogma de Milton Friedman: la enseñanza debe ser hecha por particulares pero financiada por el estado. Como las escuelas concertadas de España o el modelo de la Charter School en Estados Unidos. Empresas privadas, contratos anuales, derechos pulverizados y subvención pública para empresarios que manejen las escuelas a su antojo curricular.
El negocio de la educación es la última frontera del capitalismo de compadres llamado también neoliberalismo. Si la tasa de ganancia baja, hay que concesionar todos lo bienes y servicios públicos a los empresarios y banqueros que agonizan en mercado sin grandes ganancias a la vista. Para ello la agenda mediática de los últimos veinte años se ha centrado en el desprestigio sistemático del flojo, vandálico y rijoso maestro mexicano que ni trabaja ni deja trabajar opacando, en televisión, el abandono de un magisterio tratado, de principio a fin, como enemigo del estado.
Así que silenciados y linchados los maestros de Oaxaca, Guerrero y otros estados de la república tuvieron que tomar primero el Zócalo capitalino y luego el recinto legislativo de San Lázaro para que los diputados aprendieran la noche del 21 de agosto que no siempre se pueden hacer nuevas víctimas sin que estas respondan. Como narró La Jornada al día siguiente “a las 21:42 los diputados aún sin los dictámenes en mano y sin conocer su contenido, aprobaron con los votos de PRI, PRD, PT y Movimiento Ciudadano ratificar el acuerdo de la mesa directiva para devolver a la Comisión de Educación el dictamen de la Ley General del Servicio Profesional Docente”.
Se pospuso la pieza mayor de la reforma educativa: despedir profesores como si los educadores fueran indefensos empleados del poder feudal privado. La reacción tendrá que esperar a septiembre cuando inicie el periodo ordinario de sesiones en la Cámara de Diputados.
Por una vez las ratas huyeron de su nido para atrincherarse en el Salón Valparaíso del Centro Banamex. Y supieron, de golpe y sin sordina, la rabia popular. Así se frenó la imposición fast track del despido de maestros. Desesperados por volver a su sede, los legisladores, antes autistas y prepotentes, cambiaron su soberbia y se mostraron dispuestos a negociar con los afectados la Ley del Servicio Docente y la Ley General de Educación.
Todo gracias a este Rodea-El-Congreso de maestros y normalistas que no se dejaron avasallar. Así que ya saben la respuesta a sus dilemas morales todos los hipsters del DF. Si ante las marchas y asambleas de Madrid o Sao Paulo se preguntaban (aspavientos mediante) donde estaban los indignados mexicanos ahora ya tienen la respuesta. Son maestros y están ocupando el recinto legislativo de San Lázaro mientras los indignados de postín piden la cabeza de todo afiliado a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación por impedirles llegar a la hora a su precario trabajo de clasemedieros frustrados pero altamente aspiracionales.
Tápense pues las orejas nuestros criptoconservadores vestidos de 15M. El honor de la indignación coherente le corresponde a la CNTE, el único movimiento social que tomó la sede de la ignominia e hizo lo que madrileños no pudieron en septiembre del 2012: forzar la huida de los congresistas.
Quizás no sea suficiente pero sienta un buen precedente. La entrega del petróleo, la energía eléctrica y la educación al gran capital no resultará tan fácil como algunos creían.
Los indignados están en México y ocupan el congreso. ¿No les parece una gran noticia?
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