Hermano Alberto te venimos a encontrar hoy que llegas a tu tierra, a tu gente y a tu pueblo como hombre libre.
Damos gracias a Dios por esta alegría que llena nuestros corazones, por este encuentro en libertad que hemos querido desde hace años y que nos ha venido interpelando como una señal que guió nuestro caminar.
“Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”. (Mt. 5, 6)
Nuestro Dios Padre y madre que vive en los sagrados cerros de estas tierras escuchó las oraciones, los pasos y las voces que todo el pueblo creyente elevó con tu nombre por la verdad, la paz y la justicia, hoy te reciben y te acogen como hombre libre que siempre has sido, libre de la culpa que los poderosos te pusieron y que cargaste en tus hombros durante 13 años, 5 meses y 11 días, siempre con la verdad de tu testimonio, con la paz de nuestro Dios Padre y Madre, con la justicia de tu corazón generoso.
Cuidador del pueblo te reconoció el jTatic Samuel, profeta para los pobres, los perseguidos, los despreciados; con nosotros indígenas está presente y contigo viene también el jTatic para darte fuerza a ti y a tu familia, y para darnos a todos su bendición, para que nunca olvidemos su ejemplo en vivir por la verdad, la paz y la justicia. Con alegría vivimos hoy y siempre el amor a Dios, el amor a nuestras hermanas y hermanos y el amor a la vida que es un regalo de Dios.
Bienvenido hermano Alberto.
El clamor por la justicia fue creciendo entre los pueblos, las voces de los hombres y mujeres de corazón justo y generoso se elevaron en muchos lugares de Chiapas, en muchos lugares de México, en muchos lugares del mundo entero; no las acalló la soberbia de los tribunales, su desprecio; sordos y ciegos se hicieron ante las voces de los humildes y creció en nosotros la indignación y el deseo de justicia, para ti y para todos nosotros, para los pueblos, para los indígenas, para los no indígenas, para los enfermos, los perseguidos, los encarcelados, para los desaparecidos, y para los pobres.
Y la verdad se abrió paso hasta lo más alto, imposible ocultar la verdad de tu inocencia, la verdad de tu injusta sentencia, de tu injusto encarcelamiento, y aquí estamos hoy reunidos tú y nosotros, todos somos hoy un poco más libres.
Damos gracias a todas las personas que pusieron sus corazones y sus actos con los nuestros y con los tuyos para que brille la verdad de tu inocencia, de tu sufrimiento y la verdad de tu lucha por la libertad; tu libertad nos anima a seguir nuestro caminar en la búsqueda de la libertad, justicia y paz; porque los que te mantuvieron preso más de 13 años siguen oprimiendo al pueblo que te liberó.
30 de Noviembre del 2013
Pueblo Creyente de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas
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