Laura Itzel Castillo
5 de Mar de 2014
En diciembre de 1984 se creó el Centro de Almacenamiento de Desechos Radioactivos (Cader), que se ubicó supuestamente de manera provisional en San Juan Teacalco, una de las 11 comunidades que integran el municipio de Temascalapa, en el estado de México.
Hace 22 años el gobierno federal se comprometió a reubicar el cementerio nuclear, a partir de los resultados que arrojó un estudio realizado por la CFE, a petición del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares. Desde entonces se concluyó que el lugar donde aún se encuentra, no cumple con los requerimientos necesarios para este tipo de desechos.
Las medidas de las autoridades nucleares nunca han sido las necesarias para resolver el problema. La falta de un lugar idóneo para confinar los desechos tóxicos ha ocasionado daños a los pobladores de los lugares cercanos al actual Cader, tanto en su salud física, como en afectaciones a su patrimonio y a sus derechos humanos.
El Cader fue creado para almacenar los desechos tóxicos producto de la contaminación causada por la unidad de teleterapia que pertenecía a la empresa mexicana Centro Médico de Especialidades, SA de CV, de Ciudad Juárez, Chihuahua. Esa unidad contaba con una fuente de cobalto 60 para el tratamiento del cáncer. En 1983, un técnico de la mencionada empresa desarmó el cabezal del aparato y lo vendió como chatarra a un negocio denominado Fénix.
Según referentes periodísticos de la época, en el negocio citado el cabezal fue mezclado con otros materiales ferrosos, que comercializaron distintas ferreterías en Chihuahua, Durango, Monterrey y San Luis Potosí.
En mes y medio se produjeron 6 mil 160 toneladas de varilla y 3 mil 470 de material que se distribuyó en 16 entidades de la República. Es conocido que el cobalto 60 emite radiaciones beta y gamma, capaces de ocasionar la muerte o mutaciones del ser humano que se procesan a lo largo del tiempo, manifestándose hasta 25 años después.
Por eso los habitantes de Temascalapa siguen exigiendo el cumplimiento de la palabra empeñada en 1992 por parte de las autoridades federales para la reubicación del cementerio nuclear.
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