Las encerronas de Carstens
JESUSA CERVANTES
MÉXICO, D.F., 11 de septiembre (apro).- Sabedor del rechazo generalizado que le esperaba al paquete económico de 2010, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, intentó convencer a los generales del PRI en la Cámara de Diputados, aun antes de presentar la propuesta ante el Congreso.
El pasado jueves 3, reunidos en el Centro Libanés, la presidenta nacional del PRI, Beatriz Paredes, además de Francisco Rojas, Oscar Levin Coppel, David Penchyna, Alberto Cano Vélez y Luis Videgaray, todos diputados federales y encargados de elaborar la propuesta económica del PRI, escucharon por más de tres horas al secretario y su equipo de trabajo.
De nada sirvió la encerrona. Una semana después, la fracción del PRI, fuerza política de la que depende Felipe Calderón y su partido para lograr el visto bueno a su "impuesto a la pobreza", dio a conocer un documento demoledor, en el que no sólo rechaza el nuevo gravamen --que de pasar, todos los mexicanos deberán pagar, incluso los 60 millones de pobres que hay en el país, pero que gracias a Dios y a los panistas se les regresará "multiplicadito"--, sino que acusa a los autores de incapaces, corruptos y de tratar de engañar al pueblo a través de efectos mediáticos.
Sin embargo, las críticas parecieron no importarle a Carstens y sus secretarios. Apenas un día después de los cuestionamientos, hubo otra encerrona con los priistas, pero aquellos rectificaron su estrategia. En lugar de convocar a los "generales" de la bancada del PRI, los funcionarios decidieron hablar con los 237 diputados.
Tarde, pero finalmente se dieron cuenta que quienes tienen poder sobre sus legisladores son los gobernadores y no los tres grupos que se pelean la candidatura del Revolucionario Institucional para el 2012.
Así, el secretario de Hacienda reunió en un hotel, al poniente de la ciudad, a toda la bancada priista. Especial atención le merecieron aquellos diputados de los diez estados donde habrá elecciones para gobernador el próximo año: Tamaulipas, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Durango, Aguascalientes, Chihuahua, Tlaxcala, Sinaloa y Zacatecas. La zanahoria para todos es la nada despreciable bolsa de cuando menos 120 mil millones de pesos del presupuesto federal para distribuir entre todos los estados.
La propuesta de más dinero a sus estados, a cambio de nuevos impuestos a la población, es la apuesta del secretario de Hacienda, quien no acaba de entender que son estos diputados y no Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones, Francisco Rojas o Enrique Peña Nieto, quienes tomarán las últimas decisiones en función de sus intereses locales.
Aunque, al final, quien abre y cierra la llave para que los recursos negociados con los gobernadores y sus diputados en la Cámara --a cambio de nuevos impuestos— fluyan, no es precisamente Agustín Carstens, pues detrás de él se encuentra el expresidente Carlos Salinas de Gortari, quien hábilmente colocó a José Antón o González Anaya en la oficina de los dineros que se reparten a las entidades federativas.
González Anaya es cuñado de Ana Paula Gerard, actual esposa de Salinas de Gortari, y durante el sexenio salinista trabajó bajo las órdenes del "súper asesor" José Cordoba Montoya.
Del otro lado de la banca a convencer están los 71 diputados del PRD. Y aunque su coordinador, Alejandro Encinas, ya ha dicho no al nuevo impuesto, todavía falta que los diputados de Nueva Izquierda acepten este rechazo. Pero ya se sabe que esta corriente se ostenta como el "ala negociadora" de la izquierda.
Como se sabe, es la fracción del PT la representante de Andrés Manuel López Obrador, y tan sólo Encinas y unos 20 legisladores del PRD comulgan con su proyecto político. De ahí que no es seguro que el resto, aproximadamente 50 diputados, algunos integrantes de la corriente Nueva Izquierda, vayan a votar por el NO a nuevos gravámenes.
Un dato curioso: el pasado miércoles 9, el presidente nacional del PRD y cabeza de la corriente Nueva Izquierda, Jesús Ortega, se reunió con la priista Beatriz Paredez, afecta a los acuerdos con Felipe Calderón, y con el dirigente del PT, Alberto Anaya. De manera sorpresiva, el jueves 10, el otrora dirigente del PT, Gonzalo Yañez, dijo a los diputados pejistas del PT que había que acercarse a la fracción del PRD, ya que había toda la confianza de AMLO hacia Encinas.
¿Incluyendo a la de Nueva Izquierda? --se le preguntó.
Y el silencio se hizo.
A quienes no hace falta convencer o explicar de qué se tratan los nuevos impuestos es a los 143 legisladores del PAN, quienes hoy hacen lo que tanto cuestionaron a los priistas: decir sí a todo lo que venga de su presidente.
Para poder negociar los impuestos, el PAN ya planea colocar en la presidencia de la Comisión de Hacienda al guerrerense Mario Alberto Becerra Pocoroba, quien, por cierto, encabeza un despacho fiscal que tiene el mismo tinte de Diego Fernández de Cevallos: defender a empresarios para sacarle el mayor jugo posible al gobierno a través de amparos o regreso de impuestos, o… defender a priistas caídos en desgracia.
Becerra Pocoroba, el encargado de convencer a priistas y perredistas de las bondades de los nuevos impuestos, fue el responsable de la defensa del exdirector de Pemex, el priista Rogelio Montemayor, a quien se acusó de haber desviado mil 500 millones de pesos a través del sindicato de trabajadores de la paraestatal y cuyo destino se pretendía fuera la campaña presidencial de Francisco Labastida…
Como se ve, si Cartens y sus hombres, con Salinas de Gortari a la cabeza, no convencen a los priistas de apoyar los nuevos impuestos en la Cámara, existe una segunda opción: la operación política de Becerra Pocoroba.
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