viernes, 4 de diciembre de 2009

Prioridades perdidas

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En la mañana del 1 de diciembre de 2006, el ambiente era tenso.

El presidente Felipe Calderón había tomado posesión a medianoche con el aval del Ejército. Un cadete le había hecho entrega de la banda presidencial, y con eso estaba dicho todo.

La atención pública se concentraba en si el presidente podría rendir la protesta de ley en la Cámara de Diputados.

Los que vimos ese día, el grotesco espectáculo de la Cámara de Diputados, difícilmente lo podremos olvidar. Hubo momentos en que aquello se convirtió en una auténtica batalla cuerpo a cuerpo.

Quizá por eso, a muchos nos pasó por alto lo que después dijo el presidente en su discurso de toma de posesión en el Auditorio Nacional.

Sin embargo, a tres años de distancia, vale la pena revisar aquel discurso inicial en el que Felipe Calderón dio a conocer sus tres prioridades:

"Mis prioridades serán: seguridad para los mexicanos, superación de la pobreza extrema y creación de empleos en México".

¿Cuáles han sido los resultados en cada una de ellas?

¿Acaso aquellas tres grandes prioridades dejaron de serlo, y ahora lo que se requiere es permitir la reelección de alcaldes y diputados, una reforma fiscal y una segunda reforma energética?

Analicemos.



1. SEGURIDAD PARA LOS MEXICANOS

Si hacemos un poco de memoria, en 2006, la inseguridad había llegado a ser un problema muy sentido por la mayoría de la gente.

Casi todos los lemas de las campañas políticas abordaban ese asunto, que era prioritario para la sociedad.

Durante el gobierno de Vicente Fox, la inseguridad pública había llegado a ser un tema tan delicado, que el 27 de junio de 2004 se realizó la marcha de protesta más grande para repudiar la violencia.

Al final del sexenio, la situación era cada vez peor. A la ola creciente de secuestros y ejecuciones, se sumaban las batallas violentas de Oaxaca y Atenco.

Daniel Cabeza de Vaca era el procurador; Eduardo Medina Mora, el secretario de Seguridad Pública, y Genaro García Luna, el director de la extinta Agencia Federal de Investigación (AFI).

Los tres, junto con el secretario de Gobernación Carlos Abascal, daban la impresión de ser ineptos para garantizar la seguridad pública.

La situación había llegado a tal extremo, que uno de los lemas de campaña del candidato presidencial del partido en el gobierno era precisamente "Mano Firme, Pasión por México".

De ahí que no resultaba ninguna sorpresa que el presidente estableciera la Seguridad Pública como la primera prioridad de su gobierno.

El presidente decía entonces que la delincuencia pretendía "atemorizar e inmovilizar a la sociedad y al gobierno". Que la inseguridad pública amenazaba a todos y se había "convertido en el principal problema de estados, ciudades y regiones enteras".

Y sí, las noticias de la violencia y ejecuciones de narcos eran cosa de todos los días en las primeras planas de los periódicos.

Quizá por eso, aunque el presidente jamás mencionó la palabra narcotráfico, ni el término delincuencia organizada en su discurso de toma de posesión, muchos interpretamos que estaba declarando veladamente la guerra al narco.

Pero no, el presidente Calderón se refería en realidad al problema de la inseguridad pública como algo diferente del combate específico a la delincuencia organizada.

En aquel discurso dijo que era necesario "recuperar la seguridad pública y la legalidad". Que había que recuperar los "espacios públicos para nuestros hijos" y no ceder "el territorio para los delincuentes". Que había que terminar con "la impunidad de los delincuentes y de los políticos". Sin embargo, por sus palabras, parecía que el presidente no tenía muy claro cómo hacerlo. Instruyó a su gabinete para que le presentara un plan en un término de 90 días.

¿Estaría consciente de que entre los que habían de hacer aquel plan se encontraban precisamente dos de los más grandes responsables de la inseguridad?


Eduardo Medina Mora había dejado de ser secretario de Seguridad Pública para ocuparse de la Procuraduría General de la República, en tanto que Genaro García Luna había pasado de ser director de la AFI a secretario de Seguridad Pública federal.

Lo que parecía una urgencia para el presidente fue la creación "cuanto antes, de un sistema único de información criminal" con los más sofisticados avances tecnológicos.

Muy pocos, si acaso los más altos mandos del Ejército, sabían que el inspirador de aquella idea era precisamente Genaro García Luna.

Un oscuro personaje que se había formado en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), y para quien el espionaje había constituido su herramienta fundamental para escalar la montaña del poder.

A unos días de cumplir su tercer año en el poder, el presidente Felipe Calderón inauguró el Centro de Inteligencia de la Policía Federal.

La nueva instalación permitirá "relevar paulatinamente a las Fuerzas Armadas, que con valentía y patriotismo han respaldado en todo el país y, en muchos casos, han tenido hasta que suplir las deficiencias e insuficiencias de las autoridades policiacas civiles en el combate a la delincuencia y en la lucha por la seguridad pública", dijo Calderón el domingo pasado.

"Con ello avanzamos a consolidar un modelo de seguridad pública a nivel nacional, que se basa, precisamente, en la investigación, en la inteligencia", precisó.

Sí, México tiene hoy un gran centro de espionaje llamado pomposamente Centro de Inteligencia. Un nuevo Cisen reloaded a las órdenes de Genaro García Luna. Pero la inseguridad es peor cada día.

Y es que el hecho de que se hayan alcanzado cifras récord de decomisos no significa que esté resuelto el problema de la inseguridad.

La comisión de delitos en general no ha disminuido. Además, en muchos de ellos se ha comprobado el involucramiento de policías y ex policías federales cercanos a su director.

El número de ejecuciones ha aumentado exponencialmente. Se estima que ya son 16 mil los mexicanos que han muerto debido a la narcoviolencia en los tres últimos años.

¿Cómo afirmar que se ha progresado en el tema de la seguridad si esta semana el Estado mexicano fue incapaz de proteger la vida de un testigo protegido?

A pesar de su avanzado sistema de inteligencia, el gobierno fue incapaz de evitar que el 1 de diciembre fuera ejecutado Edgar Enrique Bayardo del Villar, atentado en el que resultó herida una persona totalmente ajena, así como un escolta.

Bayardo no era un testigo cualquiera. Se trataba de un ex policía y delincuente de altos vuelos que había alcanzado el privilegio de ser protegido a pesar de estar implicado en delitos de narcotráfico.

Tenía un largo y negro historial en las corporaciones policiacas, pero eso no impidió que su amigo, el secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, lo designara inspector de Operaciones de la Policía Federal Preventiva (PFP).

¿Dónde quedó aquello de "depurar y fortalecer nuestros cuerpos policiacos"?

Y el caso de Edgar Enrique Bayardo no es el único. Existen muchos más, como el de la "Comandante Lore", implicada en el secuestro de Fernando Martí, y el de Gerardo Garay Cadena, ex comisionado de la PFP.

El problema de la inseguridad pública persiste. Ha crecido sin que nadie asuma responsabilidad alguna.

Por eso no es casual que, de acuerdo con los análisis del Foro Económico de Davos 2008-2009, México ocupe el lugar 127 de 134 en la lucha contra la delincuencia organizada.



2. SUPERACIÓN DE LA POBREZA EXTREMA

La segunda prioridad para el presidente Calderón era reducir la pobreza extrema.

Aquel 1 de diciembre de 2006, dijo: "México tiene una enorme deuda social qué pagar con los mexicanos más pobres. Para cubrir esa enorme deuda social, la que permita reducir la pobreza extrema que es también la prioridad de mi gobierno, es vital que sociedad y autoridades hagamos un esfuerzo mayor para orientar el gasto público hacia los que más lo necesita

Según explicó el domingo pasado, en la primera mitad de su administración logró que aumentara 50 por ciento el presupuesto destinado a salud y que se triplicara el del Seguro Popular.

Así mismo, el presidente hizo que se incrementara de 42 mil millones a 65 mil millones de pesos el fondo para el Programa Oportunidades destinado a los mexicanos más pobres.

Sin embargo, a pesar de esto, en tan solo tres años, el número de pobres que padecen pobreza alimentaria creció de 14 a 20 millones, casi 42 por ciento, hecho que reconoció el propio presidente.

Y es que el gobierno federal fue incapaz de contrarrestar el incremento del precio de los alimentos.

Pero no nada más creció la cantidad de pobres en pobreza alimentaria. Entre 2006 y 2008, el número de personas en pobreza patrimonial pasó de 46.1 millones a 50.4 millones, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social de la Secretaría de Desarrollo Social.



3. CREACIÓN DE EMPLEOS

La tercera prioridad del presidente Calderón era la creación de empleos.

Hace tres años, el primer mandatario dijo: "Me propuse, y seré el presidente del empleo en México".

Para lograrlo, se proponía hacer cuatro cambios en la política económica.

El primero tenía que ver con orientar esta política hacia la competitividad. El segundo proponía hacer del mercado interno el motor del crecimiento.

El tercer ajuste buscaba "facilitarle la vida a la pequeña y mediana industria", y el cuarto estaba orientado a acabar con los monopolios propiciando condiciones verdaderas de competencia justa y sin privilegios.

Ninguno de los cambios funcionó. Quizá porque ninguno fue puesto en práctica.

Tres años después, México alcanzó los niveles más altos de desocupación desde 1995.

Si en 2006 la cifra de desempleados llegó a ser de un millón 900 mil personas, en 2009 se sumó un millón más. Hoy, casi 3 millones de mexicanos buscan trabajo.

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Los otros 'pendientes'

EL CRECIMIENTO ECONÓMICO

México, como casi todos los países del mundo, ha padecido una crisis económica severa.

Por cierto, mal diagnosticada y peor atendida, según Joseph Stiglitz, el prestigiado ganador del premio Nobel de Economía.

Y es que la economía mexicana fue una de las que más cayeron en este último año. Casi 7 por ciento, índice que el propio Calderón pronostica que podría llegar a ubicarse en 8 por ciento.

Con esto, el Producto Interno Bruto quedó casi al nivel en que se encontraba a finales de 2005.

Si se acumulan los crecimientos de 2007 y 2008 -3.3 y 1.3 por ciento, respectivamente- y se les resta la caída de 7 por ciento -en el mejor de los casos-, nos damos cuenta de que hemos perdido casi cuatro años de crecimiento.

En su descargo, Felipe Calderón ha dicho que "ninguna otra economía del mundo tiene el grado de dependencia, esa es la palabra, dependencia, que nosotros tenemos de la economía de Estados Unidos.

"Exportamos a Estados Unidos más del 80 por ciento de nuestras exportaciones. Recibimos la mayor cantidad en términos absolutos de remesas que provienen de los Estados Unidos, los migrantes también sufrieron esa recesión y enviaron menos remesas".

Sin embargo, es difícil sostener ese argumento cuando se considera la relación comercial que tienen otros países con Estados Unidos.

Es el caso de Canadá, por ejemplo, que tiene casi el mismo grado dependencia que México en cuanto a exportaciones a Estados Unidos.

El 85 por ciento de las exportaciones canadienses van hacia su vecino del sur. En el caso de México, ese indicador se ubica en 88 por ciento.

Las exportaciones canadienses representan una tercera parte de su PIB. Las mexicanas también.

Sin embargo, el PIB canadiense no se desplomó como el de México.


De hecho, la economía canadiense podría caer, en el peor de los casos, 2.7 por ciento, mientras que la de México podría tener un descenso, en el mejor de los casos, de 7 por ciento.

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ÍNDICE DE CONFIANZA DEL CONSUMIDOR

Este indicador es crucial para entender lo que les ha pasado a los mexicanos en estos tres últimos años.

En los cuestionarios que aplica el INEGI, se pregunta al entrevistado cómo es su situación económica con respecto al pasado y cómo espera que sea en el futuro.

Los resultados de la grafica hablan por sí mismos. Los ciudadanos dicen que su situación económica ha empeorado en los tres últimos años, y creen que será peor a corto plazo.

Los mexicanos tienen razón. Los principales organismos de análisis del mundo estiman que la pesadilla no concluirá en 2010.

Cómo nos hubiera gustado que las prioridades del presidente Felipe Calderón hubieran sido resueltas. Desafortunadamente, no fue así.

El problema de la inseguridad ha empeorado, el número de pobres ha aumentado y el desempleo ha crecido.

México está mucho peor que hace tres años. Seguramente por eso, la popularidad del presidente va a la baja. Seguramente por eso, la rechifla en el estadio de Torreón.

Aunque no faltarán voces, como la de la adulación y la de la propia soberbia, que le digan al presidente que vamos bien, que podríamos estar peor.




Fuente: Reporte Indigo
Difusión: AMLOTV

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