Miércoles, 29 de Diciembre de 2010 00:00
Escrito por Medardo Tapia Uribe
¿Cómo vivimos nuestras crisis? ¿Cómo vive usted su crisis en este fin de año, como desempleo, como frustración política, como incertidumbre para salir a la calle, sin dinero, cómo vive usted? ¿Como tragedia o como farsa?
Alguien, no le voy a decir quién para no sesgar la escucha de mi comentario, decía que los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, digámoslo así, dos veces; una vez como tragedia y la otra como farsa.
La guerra contra el narcotráfico es una tragedia, pero nuestra política es una farsa, pero quizás no ha dejado de ser una tragedia.
Necesitamos pensar más allá de la democracia porque ésta vive su invierno, como lo dicen varios especialistas, en México y en muchas partes del mundo. Por eso necesitamos pensar que puede ser de nuestra sociedad, más allá de la democracia porque el Estado, el Estado mexicano es un excelente ejemplo de ello, como pilar de la democracia se ha erosionado; en México a tal grado que se le ha calificado como un Estado fallido. Es claro que la delincuencia organizada le ha arrebatado violentamente el control sobre ciertas partes del territorio y varias de sus facultades; lo que no significa que lo haga bien, pues lo hace construyendo verdaderas tragedias de nuestra vida, ni mucho menos democráticamente, es decir en menoscabo de lo que los ciudadanos podemos, ya no digamos opinar, sino influir en ello. Al hacer esto se nos arrebata, otra vez de manera violenta, nuestra posibilidad de participar como ciudadanos en esa definición.
Por si esto fuera poco parte de la erosión del Estado y de la democracia ha sido producto de la enorme influencia del mercado y de sus actores más importantes. Lo vimos ahora en Estados Unidos por la forma en que se resolvió su crisis y la incapacidad de Obama para lograr algunas reformas que serían en bienestar de la propia sociedad norteamericana y que se logró en parte en la reforma del sistema de salud, uno de los peores en el mundo. Luego perdió las elecciones porque los poderosos económicamente decidieron influir sobre las elecciones y lo lograron a través del Partido Republicano; como lo hicieron desde Wall Street para evitar cambios, sobre todo regulaciones. Pero la historia mexicana también lo ha demostrado ejemplarmente en nuestro propio rescate bancario ¿Se acuerda usted? De cualquier forma enfrentamos crisis económicas que rebasan enormemente la capacidad del Estado, se observa esto en muchos países, indudablemente, aun muy poderosos económicamente y por supuesto en México de manera dramática, trágica y tratada como una farsa por nuestros políticos.
Y por si esto fuera poco para poner en crisis la democracia en el mundo, nuestros sistemas de representación política también viven momentos críticos. Los partidos políticos se empeñan más en hacer de la democracia una farsa que a nuestros ojos resulta una tragedia porque se han convertido en maquinarias electorales con fuerte uso de los medios para luchar por sus propios intereses, más que por principios ideológicos y el bienestar común. Una vez más México es un escenario de una farsa con representantes y políticos que bien podrían ser enviados a la cárcel para toda su vida, como ha ocurrido en Argentina con Videla, pero no lo hacemos porque hemos hecho de nuestra representación política una farsa. Lo más paradójico ocurrió en México con la clase política panista y los medios que se prestaron a hacer una puesta en escena de la liberación de Diego Fernández de Cevallos, seguramente para presentarlo como una especie de víctima triunfadora, fuerte y luciendo bien, hasta regalándole flores a su esposa. La tragedia tan lamentable que vivió el señor la cambiaron por una farsa para luchar en 2012 por la presidencia, con él como candidato. ¿Será así? No lo sé por supuesto, pero decidieron armar una farsa de una tragedia. Que pena. Por eso vale la pena que pensemos qué podemos hacer después de la democracia porque la que tenemos no nos da buenos resultados ni en México ni en el mundo. La crisis que vivimos en México también es una crisis de nuestra democracia y nuestro sistema político y es parte del resto de nuestras crisis de seguridad pública y económica. Tenemos que pensar qué hacer y elevar la mirada porque en la historia, no hemos emprendido el cambio si no tenemos alternativa, ni en ideas ni en líderes.
Fuente: La Jornada de Morelos
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