Domingo, 26 de Diciembre de 2010 00:00
Escrito por Davo Valdés de la Campa
No se si por trabajar en un periódico estoy más consiente de lo que pasa en nuestro país o en si en verdad este año en particular a México le fue de la chingada. Tal vez todos los años nos va así, sólo que el gobierno nos planteó el 2010 como una época de celebración, sin embargo, detrás de todo el humo y los fuegos artificiales que se quemaron en la efímera celebración de nuestro Bicentenario de la Independencia, se encuentra un país en ruinas. A unos cuantos días de terminar este caótico año y dar comienzo a una nueva década, resulta difícil encontrar razones para festejar los doscientos años de nuestra nación, incluso resulta más doloroso recordar que a la mitad del camino se fraguó una Revolución que hoy a 100 años, ni siquiera valió lo suficiente para festejar como el Bicentenario con un enorme “show” al puro estilo Disneyland, Las Vegas y Hollywood, como dijera el buen monero Hernández en uno de sus geniales cartones.
En 1999 se estrenó una de las películas más crudas y divertidas del cine mexicano. De la mente del irreverente y talentoso director Luis Estrada, todo connacional vio su torcida y absurda realidad (mexicana) reflejada en La ley de Herodes, cinta, que aterrizaba en un país gobernado por un partido único. Un país corrupto.
Un año después México cambió radicalmente, el PAN consiguió históricamente la presidencia.
¿Qué pasó con esta tierra de la raza de bronce? En un par de años los empresarios cínicamente se apoderaron del Estado y los pobres –irónicamente– se hicieron más pobres. En esta vida nos podemos acostumbrar a todo... menos al hambre. En el 2006 Estrada estrenó Un mundo maravilloso, que retrataba la utopía del pobre: la revolución del proletariado, del oprimido, liderada por un teporocho. La película no alcanzó la calidad de su predecesora, sin embargo, cumplió al retratar la sociedad del momento.
Se auguraba desde entonces que el 2010 sería un año de celebración y para muchos movimientos sociales un año de “despertar y lucha”.
Retomando su interés por los procesos que vive nuestro país, Luis Estrada, estrenó este año El infierno, radiografía sobre el mundo del narcotráfico. ¿A eso se referían todos sobre el 2010? ¿Una guerra contra el narco? ¿A una guerra civil escondida detrás de los medios de comunicación? Te traigo esta tele para que veas tus telenovelas y te olvides de esta pinche realidad.
El sistema actual ha “zarandeado” al mexicano hasta el punto de orillarlo a buscar cómo salir de esta pobreza, de la miseria, de tanto abuso. El crimen organizado ha sido el bastión en donde “la indiada” ha encontrado la forma de salir de jodido. El alcohol y las drogas han sido el detonante para huir de esta realidad. Si estoy en esto, es porque no hay de otra.
El infierno muestra que hoy en día, no sólo el sistema está podrido, no sólo tenemos un gobierno corrupto, un vecino al norte del río Bravo que nos “coge” con un falo capitalista, una iglesia que busca de todo menos sanar el espíritu de sus feligreses, tenemos una crisis en cada individuo. Nuestra sociedad se ha vuelto primitiva. Matamos para sobrevivir. Como una manada de lobos peleamos por un territorio, por una plaza. El narco no sólo busca una mejor vida, sino que se entrega a las pasiones más bajas del ser humano. El capo es un ser que con una personalidad múltiple. Pensé que iba a ser más culerón, pero hasta buen tipo me pareció. Un hombre de casa, preocupado por su familia, por el porvenir de sus amigos y vecinos. Y por otro lado un sanguinario ser que no perdona las violaciones al código de su cártel: ser honesto, honrado y silencioso. Es el más grande hijodeputa que ha pisado esta tierra.
En pocos años el narcotráfico ha dejado de ser un fenómeno exclusivo de los norteños y se ha extendido por todo el territorio mexicano como un virus. Ésto nos muestra lo fallido de nuestro Estado y del mentado “cambio”.
La película tiene varias virtudes: más allá de hablar de forma satírica de nuestra amarga realidad. El reparto de lujo conformado por Damián Alcázar, Joaquín Cosio, Ernesto Gómez Cruz, María Rojo, Elizabeth Cervantes y Daniel Giménez Cacho, entre otros, simplemente hace un trabajo espectacular. Cada uno de ellos interpretando un arquetipo de nuestra cultura de violencia. El filme se burla de lo kitsch de la vestimenta del narco, de los corridos, de la ambición de los lugartenientes, de la figura del “macho” mexicano. Pero ya saben que la risa a veces esconde miedo o nerviosismo y al final la película deja un sabor amargo, pues el crimen organizado ha tocado a todos los mexicanos en este 2010. De nuestros políticos podemos esperar lo que sea. ¿Qué podemos esperar para el 2011? ¿Qué significa el secuestro y el trasfondo político del secuestro del “Jefe” Diego? ¿Las narcomantas de La Familia en Michoacán? ¿El discurso guerrillero de cárteles de la droga? ¿La búsqueda de justicia a través de los capos? ¿Regresará el PRI? ¿Tenemos las fuerzas para celebrar o para poner un alto a nuestra situación? O como diría el Cochiloco: “una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa”. ¿Qué le queda el mexicano sino burlarse de su realidad?
Fuente: La Jornada de Morelos
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