En Concreto | Laura Itzel Castillo
Desde Estados Unidos se han encargado de decirnos que si no somos ya un Estado fallido, estamos muy cerca de serlo. Yo más bien creo que hemos retornado al estado de naturaleza donde la norma es la fuerza, y la posibilidad de conflicto está siempre presente. Es decir, en donde no existen contratos sociales, ni límites legales que regulen las relaciones entre los seres humanos.
¿Basta con modificar leyes y hacer reformas parciales? ¿O es necesaria una reforma profunda? ¿Un nuevo constituyente? ¿Refundar la República?
A propósito, en el Senado de la República se discute una reforma constitucional en materia de derechos humanos. Si bien no se trata de una reforma profunda sí cuenta con modificaciones importantes.
El objetivo es poner el tema de los derechos humanos como principio fundamental de la legislación mexicana. A partir de su entrada en vigor, todos los tratados internacionales que México ha firmado a lo largo del tiempo podrán defenderse ante los tribunales del país. Entre ellos, los derechos políticos y laborales, actualmente al margen de la CNDH.
La reforma es muy amplia. Uno de los aspectos fundamentales, por ejemplo, es que todas las comisiones de derechos humanos de los estados serán autónomas, en tanto que sus titulares serían elegidos a través de una consulta pública y ciudadana, a fin de contar con los perfiles más adecuados para este importante cargo.
Ahora bien, ¿cambiará con ello la grave, sistemática y creciente violación a los derechos humanos en el país? Desde luego que no. A final de cuenta, las leyes en México son letra muerta o se aplican de manera discrecional. Ese es el problema de fondo. El quid del asunto.
El Estado de derecho con el que Felipe Calderón se llena la boca, es una falacia, una ficción, un chiste cruel. El sistema de justicia en México está podrido. Sus cimientos se encuentran carcomidos por la corrupción y la impunidad. Y el panista que usurpa la Presidencia de la República desde el 1 de diciembre de 2006 se ha encargado de acelerar el desmoronamiento.
Trascendió que Francisco Blake, secretario de Gobernación del gobierno espurio, pidió dar más tiempo a los legisladores del PAN para procesar sus diferencias en torno al tema.
Algunos senadores panistas reclaman que la Cámara de Diputados hubiese modificado apartados que, según ellos, no debían haber sido tocados. Cuestionan entre otras cosas que se incluyan las preferencias sexuales en la Constitución.
Desde la Cámara de Diputados algunos diputados del PT, Tere Lupe Reyes, Enrique Ibarra, Jaime Cárdenas y yo, votamos en contra en lo particular de algunas disposiciones.
Para mí lo más grave de los artículos aprobados en la Cámara de Diputados es que a diferencia de lo votado el año pasado en el Senado, ahora la Comisión Permanente podrá suspender los derechos humanos, mientras que conforme a los senadores sólo podía hacerlo el Congreso en su totalidad.
La facultad de investigar violaciones graves a los derechos humanos, asimismo, pasaría de la Suprema Corte de Justicia a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Esta facultad siempre ha sido una burla, lo que se requiere es aplicar la institución del juicio político en contra de la mafia del poder.
Fuente: El Gráfico
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