Recientemente llegó a la pantalla gigante la polémica película intitulada Presunto Culpable, cuyo argumento esencial de forma y fondo exhibe la tan conocida y lastimosa corrupción del sistema judicial mexicano.
Pues resulta que dada la controversia que ha levantado este filme entre los círculos políticos del gobierno de México, los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se han puesto de acuerdo para ver a puerta cerrada el guión y la gran balconeada que unos jóvenes actores –novatos por cierto– le ponen puntillosamente a su soberano poder. De paso algunos diputados federales se contagiaron de la emoción que invadió a ministros y jueces, y también se les ocurrió hacer lo mismo. Se presume que de esta experiencia obtendrán un enfoque unánime para ver en qué medida podrán “coadyuvar y replantear una urgente reforma al sistema de impartición de justicia”, fundamentalmente en la materias de derecho procedimental, sancionador, reforma de conductas delictivas, y reinserción de infractores a la sociedad…”. Es de suponer que la reunión será algo así como un claustro de discusión del que se espera emerjan diligentes, innovadoras y efectivas reformas para nuestro turístico (por eso del año del…) e inseguro país.
Sólo quisiera comentar a nuestros respetables funcionarios, servidores públicos de carrera y representantes populares del Honorable Congreso, que no se desgasten en discutir acaloradamente en maratónicas reuniones la vergonzosa y denigrante realidad que se exhibe ante el mundo a través de esta modesta película. Su difusión global es inexorable, de ella se podrían obtener sinnúmero de temas de estudio objeto de controversia y debate en foros, páneles, mesas de discusión; escribir libros y artículos de fondo en revistas científicas, así como crear cátedras en escuelas de ciencias jurídicas y penales. Pero ése no es el punto de mi propuesta; señores, déjense de claustros y conventos de análisis, aquí lo que prevalece es lo que se ve, lo que lesiona y lastima a los millones de mexicanos en sus derechos y garantías fundamentales: la injusticia, la impunidad, la inequidad, la ilegalidad, el autoritarismo, todas ellas enfermedades atávicas que padecemos millones de mexicanos a consecuencia del sistema corrupto. Por favor, tómense la molestia de visitar una Agencia del Ministerio Público, atrévanse a hacerse pasar como un indiciado anónimo inculpado por el delito más simple; recorran los juzgados como un mero viaje de ilustración; lleven en litigio la defensa o acusación de cualquier presunto culpable; aventúrense a pasar como agentes encubiertos para conocer la vida cotidiana en las entrañas de un reclusorio; ofrézcanse a llevar humildemente la defensoría de oficio de cualquier asunto menor. Atrévanse a conocer nuestro sistema judicial de frente y con valor.
Considero que ésta es la mejor película que la vida les puede ofrecer para nutrir su sabiduría, alimentarles el sentido de percepción a fin de, entonces sí, poder discutir el tema de la reforma judicial. Que no sea la película de moda el parapeto para decir que las cosas en México no están bien, el señalar que los gobiernos del pasado fueron pésimos, omisos, negligentes, y se busque desvirtuar y justificar la grotesca forma en que se teje la justicia mexicana al amparo de un sistema político disfuncional, pudiendo llegarse incluso al colmo de tratar de amonestar a los actores del filme por revelar secretos de estado y después arraigarlos como presuntos culpables de un supuesto delito nunca cometido.
Señores ministros, funcionarios de carrera del Poder Judicial, representantes populares, servidores públicos del Poder Ejecutivo, allí tienen un prestigiado Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, un Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe) y muchos otros centros de investigación de excelencia académica en los estados, colegios especializados en estas materias que han estudiado y documentado perfectamente el modus operandi del sistema de impartición de justicia mexicano; invaluables centros de información generadores de minería de datos, material abundante y útil para emprender las verdaderas y efectivas reformas constitucionales. Lo único que hace falta es ese elemento constitutivo de superación, base fundamental para el desarrollo de nuestra querida Nación: voluntad y amor a México.
cruzvegamacv@hotmail.com
Fuente: La Jornada de Veracruz
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