El gobernador del Banco de México, Agustín Carstens Carstens, aprovechó ayer un acto juvenil organizado por la empresa Televisa para asegurar que en el país no hay crisis, porque tanto el gobierno como el sistema bancario no están quebrantados, y expresó que uno de los asuntos pendientes es el combate a la pobreza.
Lo dicho por el ex secretario de Hacienda y actual responsable de la política monetaria evidencia la brecha que hay entre el grupo tecnócrata que hoy ostenta el Poder Ejecutivo en la nación y el enorme número de ciudadanos que padecen carencias, pobreza y estados de marginación inadmisible.
No se trata sólo de una desafortunada declaración, sino una nueva confesión deliberada de lo que la clase política de este país considera como una crisis: a saber, sólo hay gravedad económica cuando los grandes capitales y el gobierno empiezan a perder o no tienen recursos suficientes para sus tareas.
En cambio, bajo esa misma concepción tecnócrata, la economía va bien si persiste la bonanza financiera de unos cuantos, a pesar de que las mayorías padezcan niveles de pauperización que les hacen inaccesible los servicios de seguridad social y públicos, una canasta básica adecuada mínima para una nutrición satisfactoria y sueldos justos.
Estas dos concepciones exponen también el aferramiento del actual gobierno federal al modelo neoliberal que fue impuesto en anteriores administraciones y que ha dado muestras sumamente sobradas de su nocividad, pues ha colocado en la miseria a millones de mexicanos, al mismo tiempo que ha encumbrado a un puñado en las listas de los más ricos del mundo.
Fuente: La Jornada de Oriente
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