El embalse provocaría mayor densidad de contaminantes en los ríos Verde y Santiago, indica
JORGE COVARRUBIAS
La Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) propuesta para la construcción de la cortina de la presa El Zapotillo no mitigará de manera suficiente las afectaciones ambientales que provocará este embalse sobre el río Verde.
Lo anterior es expuesto por la ingeniera Romina Martínez Velarde, perita en materia de impacto ambiental acreditada en los juicios de amparo 198/2010 y 199/2010 que interpusieron habitantes de la comunidad de Temacapulín para defenderse del megaproyecto hidráulico.
El peritaje de Romina consta de 47 páginas y se basa en la MIA que presentó la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en el 2006 para una cortina de 80 metros, propuesta que después fue modificada a una altura de 105 metros sin que se presentara una nueva Manifestación de Impacto Ambiental. La MIA es uno de los documentos clave que los pobladores siguen exigiendo a la fecha a la Conagua.
La especialista menciona que cualquier evaluación al medio ambiente que se realice sin modelos de simulación, puede considerarse ineficiente toda vez que el medio natural es un sistema con una dinámica en continuo cambio, por lo que, la capacidad técnica de estudio y diseño de medidas de mitigación, prevención y compensación, es escasa cuando no se cuenta con la información completa y de calidad del ambiente objeto de estudio.
Esta premisa, sostiene, es aplicable al caso de la presa El Zapotillo, que abastecería de agua potable a Los Altos de Jalisco y la ciudad de León, Guanajuato.
“Al no ser evaluados los diversos factores ambientales en la fase de abandono del proyecto, la MIA-REGIONAL, 2006 no presenta las medidas de prevención, mitigación y/ compensación para dicha fase del ciclo de vida del proyecto”, señala la especialista.
El estudio, abunda la ingeniera, no incluye el periodo de vida completo del proyecto, cuando la Semarnat indica que debe realizarse la evaluación ambiental incluyendo la fase de abandono.
La obra y actividades en torno a la construcción de la presa El Zapotillo provocarían efectos irreversibles en el sistema socioambiental, entre los más relevantes, el arrastre de sedimentos hacia la parte baja de la cuenca alterando la calidad del agua superficial transportada por los cauces naturales. Los desmontes y los materiales removidos facilitarían la proliferación de zonas severamente alteradas y erosionadas principalmente donde la inclinación del terreno es pronunciada.
El embalse representaría un cambio de sistema, de lótico a léntico, provocando la inundación de biomasa que no sea talada y removida, y que al degradarse produciría dióxido de carbono y metano, principalmente. En la cola del embalse, se acumularían sedimentos medianos y gruesos, así como detritos orgánicos arrastrados por el río, lo que provocaría una potencial generación de gases de efecto invernadero por la degradación de la materia orgánica acumulada en el espacio poral de los sedimentos. Este efecto podría intensificarse significativamente a lo largo del tiempo.
La cortina interrumpiría el trayecto de migración de algunas especies de fauna acuática que para llevar a cabo sus funciones de alimentación y reproducción migran a través del cauce, tanto aguas arriba y abajo durante diferentes etapas de sus ciclo de vida. Esto traería repercusiones sobre comunidades situadas aguas arriba y aguas abajo del embalse, ya que algunas de las especies representan una fuente de provisión de alimento y de ingreso.
Se puede esperar una pérdida de biodiversidad y de la productividad del suelo por la inundación generada por el embalse. Los suelos inundados ya no podrían ser aprovechados para el uso forestal o agropecuario. Los receptores directos de este impacto serían los pobladores cercanos, que utilizan las tierras de la zona para producir alimentos, así como el ecosistema, que brinda servicios ambientales a la región.
Romina advierte que en el largo plazo, al terminar la vida útil de 25 años de la presa El Zapotillo, se puede esperar la desaparición definitiva de los poblados de Temacapulín, Acasico y Palmarejo, y con ello su cultura y actividades socioeconómicas. Y como se espera que la cortina continúe presente dado que el proyecto no contempla el abandono y desmantelamiento de la misma, continuarán ocurriendo a lo largo del tiempo los procesos de producción de dióxido de carbono y arrastre de sedimentos.
“La cortina continuaría interrumpiendo el trayecto de migración de algunas especies de fauna acuática que para llevar a cabo sus funciones de alimentación y reproducción, migran a través del cauce, tanto aguas arriba y abajo durante diferentes etapas de sus ciclo de vida”, señala el documento.
El gran espejo de agua que se desarrollaría con la presa al entrar en contacto con la atmósfera continuaría provocando la evaporación de grandes cantidades de agua a lo largo del tiempo, lo cual ha sido una de las grandes críticas a nivel internacional de las presas de abastecimiento, pues se contrapone a la justificación inicial del proyecto de almacenar agua por su falta de disponibilidad.
En la cuenca, se esperaría una cantidad menor de agua con impactos en la calidad del agua del río Verde y del río Santiago, que de seguir recibiendo las descargas de aguas residuales de la zona conurbada de Guadalajara, presentaría concentraciones de contaminación mayores a los actuales al dejar de recibir los volúmenes de agua que actualmente aporta el primero.
Resalta la investigadora que los impactos mencionados, tanto aguas arriba como aguas bajo, son en su mayoría de tipo irreversible, ya que no se dispone del plan de abandono de la presa, y los daños podrían potencializarse por los cambios climáticos que se presenten en un futuro por el calentamiento global.
Expone que de acuerdo a las tendencias mundiales en la construcción de represas que marcan ciertos organismos como la Asociación Internacional para la Evaluación de Impacto (IAIA por sus siglas en inglés), la Asociación Internacional de Hidroelectricidad (IHA por sus siglas en inglés) o diferentes iniciativas promovidas por la ONU, la Conagua debió considerar los principios de justicia socioambiental y metodologías participativas e incluyentes que reconozcan diferentes tipos de conocimientos y la importancia de representar diferentes puntos de vista sin importar el estatus económico y político de los mismos.
“Hubiera sido necesario realizar una EAE (Evaluación Ambiental Estratégica) de las políticas y programas hídricos tanto de Jalisco como de Guanajuato, para entonces poder detectar las vías de gestión que impliquen la menor cantidad de efectos negativos sobre el medio ambiente y que garanticen la sostenibilidad del recurso tanto a corto como a largo plazo (Comisión Económica para Europa ONU 2003)”, dice la ingeniera.
Y concluye: “no podemos permitir que proyectos cuyos impactos sobrepasan los beneficios y que no se plantean desde un enfoque de prevención y gestión sustentable del agua, sean justificados con el hecho de que el deseo común de los mexicanos es mantener y recuperar condiciones adecuadas de desarrollo, pues no plasma en el estudio cuántos y no se sabe cuáles son esos mexicanos, con cuánta información cuentan para desear eso y a qué tipo de desarrollo se están refiriendo. Es necesario dejar de proponer soluciones simplistas de corto alcance que a la larga provocarán el resentimiento de nuestros hijos por no haber actuado a tiempo”.
Fuente: La Jornada de Jalisco
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