viernes, 1 de abril de 2011

Diálogo y no represión en el caso El Zapotillo

ANAHÍ COPITZY GÓMEZ FUENTES

A raíz de la toma de la presa El Zapotillo por parte de los habitantes de Temacapulín, el conflicto que ya existía desde hace algunos años se ha agudizado. La Comisión Nacional del Agua (Conagua), ha desplegado comunicados en donde menciona que tomará cartas en el asunto sobre quienes resulten responsables por la suspensión de la obra. Esta posición, más que ayudar, está perjudicando la posible resolución del conflicto, al tratar a los afectados como delincuentes y cerrando todas las posibilidades de diálogo y negociación.

¿Por qué en México impera la cultura del conflicto y no del diálogo y de la solución? ¿Por qué el gobierno federal a través de sus instituciones, permite que los conflictos lleguen a niveles tan altos antes de permitir y posibilitar el diálogo con los afectados? Ante las respuestas u omisiones del gobierno y ante los atropellos del Estado de derecho, la gente toma como alternativa la movilización social y la protesta para la defensa de sus legítimos derechos.

A pesar de las circunstancias y de esta forma de hacer frente a los conflictos por parte de la Conagua, es necesario preguntar ¿por qué no buscar el diálogo con los pobladores de Temacapulín? No es la primera vez que la Conagua se enfrenta a este tipo de conflictos. A nivel nacional existen varios ejemplos que indican la conflictividad social en torno al agua y a la oposición social a la construcción de presas. Como muestra podemos rescatar el caso de las mujeres mazahuas en el Estado de México, quienes por más de tres años lucharon en torno al Sistema Cutzamala por el pago de 300 hectáreas de cultivo que fueron inundadas durante la época de lluvias del 2003. Las mazahuas, en un momento dado, además del pago de las afectaciones también estaban solicitando la dotación de agua potable a sus comunidades. Derecho que les fue negado a pesar de que en su territorio desde finales de la década de los setenta se encuentra el Sistema Cutzamala, el cual es considerado una de las más grandes obras de ingeniería hidráulica que abastece a la Ciudad de México en un 25 por ciento.

En el caso de las mazahuas, el gobierno federal a través de la Conagua, posibilitó que por mucho tiempo el conflicto se entrampara y que no se llegara a un diálogo eficaz, en donde se establecieran acuerdos concretos que pudieran ser respetados por ambas partes. Al final, después de varios años de movilizaciones y acciones directas por parte de los y las mazahuas, este conflicto tuvo un costo político, mediático y económico muy importante para el gobierno federal y la Conagua, el cual se hubiera podido evitar de haber llegado al diálogo y a la negociación de manera pronta y satisfactoria para todas las partes.

¿La enseñanza de las mazahuas en qué nos puede ayudar en el caso Temaca? Primero, es necesario recordar ésta y otras experiencias de conflictos que ha vivido la Conagua, segundo, reconocer que si no existe voluntad de diálogo de ambas partes, la resolución del conflicto no podrá ser posible. Lejos de ser amenazada, la gente de Temacapulín necesita verdaderamente ser escuchada y tomada en cuenta. La Conagua debería estar buscando distintas posibilidades de diálogo y negociación, estableciendo diferentes canales de comunicación, escuchando las distintas voces, identificando las zonas de coincidencia y explorando las posibilidades de acuerdo. Mientras tanto la gente de Temacapulín continúa en el campamento esperando el diálogo y la visita de funcionarios de la Conagua, la Semarnat y de la Secretaría de Gobernación, que ayuden a ambas partes a terminar el “diálogo de sordos” que ha sido el caso Temaca.

Fuente: La Jornada de Jalisco

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