Jaime Ornelas Delgado
El 20 de marzo en el Auditorio Nacional, Andrés Manuel López Obrador presentó al pueblo de México su Nuevo Proyecto Alternativo de Nación que descansa en dos poderosas columnas: la ciudadanía movilizada y un plan de gobierno sustentado en 50 puntos.
En la reunión, Andrés Manuel confirmó que el Movimiento de Regeneración Nacional (conocido como Morena), que él con toda justicia encabeza, participará en las elecciones de 2012 y resumió en 50 puntos la propuesta que habrá de llevar al pueblo de México. Entre otros puntos, López Obrador propuso “derrotar a la oligarquía en el terreno político y por la vía pacífica para establecer en México una verdadera democracia, un gobierno del pueblo y para el pueblo”; la creación de una nueva legalidad; avanzar en la democracia participativa haciendo que el presidente se someta a una consulta a los tres años de su mandato y los ciudadanos decidan si continúa o no en el cargo; que los ministros de la Corte se elijan democráticamente; respeto absoluto a la libertad de expresión libertad sindical; democratización de los medios de comunicación y apoyo a las televisoras y radiodifusoras locales; otorgar una pensión de 900 pesos mensuales a los jóvenes estudiantes del bachillerato; convertir al sector energético en la palanca del desarrollo nacional; construir cinco refinerías para evitar la dependencia del exterior; garantizar la seguridad resolviendo el problema de la violencia con criterios no policíacos, sino bajo el principio de que la paz y la tranquilidad son fruto de la justicia, y llevar a cabo una revolución educativa.
Miles de simpatizantes escucharon atentos el mensaje de López Obrador convencidos de que un país distinto no sólo es posible, sino necesario ante la penosa situación por la que atraviesa México.
Jaime Avilés, el sábado pasado, inició su reseña de la reunión diciendo: “rara vez una organización de izquierda nace tan completa: ‘hay proyecto, hay programa, hay táctica, hay estrategia, hay himno, hay líder y hay pueblo’”. Ahora sólo falta el trabajo duro, diario, a veces desesperante y cansado pero indispensable: convencer a los ciudadanos de votar por ese proyecto alternativo de nación, dejando atrás los miedos que deriven de la campaña sucia que emprenderá de nuevo la derecha para provocar temor al cambio.
Mortaja laboral
El proyecto de reforma laboral elaborado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha generado descontento y rechazo entre los sectores democráticos, y no extraña que las protestas no provengan de los sindicatos controlados por el PRI ni se hayan generalizado entre los trabajadores, quizá por la falta de información y seguro por la puesta en marcha de los mecanismos de control que durante décadas se han ejercido en contra de ellos; sin embargo, no ha habido silencio
Uno de los primeros en alertar sobre la pretensión de aprobar mediante un albazo legislativo la reforma fue Porfirio Muñoz Ledo, diputado por el Partido del Trabajo (PT), quien calificó de una ofensa y un asalto en despoblado la iniciativa priista: “como en los peores tiempos del neoliberalismo avientan una iniciativa que manifiesta una abierta falta de honor y una violación al reglamento. Habíamos convenido que se discutieran las iniciativas, pero el PRI y el PAN se han aliado, otra vez, de forma perversa para sacar la última de las grandes de reformas neoliberales”. Muñoz Ledo exigió un debate nacional, porque la legislación laboral es un asunto de extrema gravedad. “Y demandó que se revise a fondo el documento del PRI, que se organice un debate nacional, como hicimos en el Senado de la República con el tema del petróleo”, y, sin duda, tiene razón.
Por su parte, Pedro Vázquez, coordinador de la bancada del PT, expuso que es necesario un proceso amplio de discusión con el objetivo de alcanzar una reforma laboral que atienda los intereses de los trabajadores. Adujo que “sería un grave error que presenten un dictamen planchado entre el PRI y el PAN en los términos de la iniciativa priista, porque es un retroceso en las conquistas de los trabajadores”.
A su vez, el abogado y catedrático especializado en el tema laboral Alfonso Bouzas consideró que la propuesta de reforma laboral del PRI significa un “golpe de muerte” para los trabajadores, cuando los pilares fundamentales de ese partido han sido el sector obrero, los sindicatos y sus centrales corporativas, como la Confederación de Trabajadores de México (CTM)”,
Uno de los pilares de la reforma del Revolucionario Institucional es la inclusión de modalidades de contratación “flexibles”, como son contratos por temporada, por capacitación y a “prueba”, lo que deja abierto que los patrones puedan tomar esto no como excepción, sino como regla, y para evitar que los empleados hagan antigüedad podrán contratar en forma eventual indiscriminadamente, sin obligación de dar empleos permanentes.
De la misma manera, al plantear la libertad total para la terciarización, subcontratación, intermediación u outsourcing, como prefiera nombrarse, se termina con la contratación colectiva, lo que significa dejar a los trabajadores en la total indefensión. Con este procedimiento, el trabajador no vende su fuerza de trabajo directamente al patrón; es decir, no contrata él, sino la vende a un patrón intermediario que no la usa, sino que la vende a otro patrón. La contratación termina siendo entre patrones sin la intervención del trabajador o de sus organismos gremiales que, así, pierden razón de ser.
En fin, la dichosa reforma, no defiende la permanencia de los empleos; acaba con las prestaciones; abre el contrato por horas eliminando las horas extras; no incluye el incremento a las sanciones económicas que tienen los patrones cuando cometan violaciones laborales.
Esta iniciativa de reforma laboral, absurdamente propatronal, lo único que cuidó es no meterse con aspectos concernientes a la democracia sindical, como el manejo de los dineros de los sindicatos y la forma de elegir a su dirigencia. Pero como a los panistas no les quita el sueño la democratización de las organizaciones de trabajadores, tampoco les importa esta parte y por eso pueden aliarse con singular entusiasmo al PRI, mostrando que son lo mismo, aunque el problema, como observa Arnaldo Córdova, no es que sean iguales, sino saber cuál de ellos es peor.
Fuente: La Jornada de Oriente
Monopolio de la represión
Dice Barack Obama que al intervención militar en Libia evitó una masacre, y eso sí que no, pues el monopolio de las masacres la tienen los gringos y sus aliados.
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