NORMA TRUJILLO BÁEZ - LUNES, ABRIL 18, 2011
Las leyes que contemplan la participación ciudadana sólo son formas para controlar a la ciudadanía desde el Estado, incluyendo a los partidos políticos como actores de ello, como lo ha hecho el PRI, PAN y PRD, señaló Sergio Tamayo, integrante del Sistema Nacional de Investigadores y docente de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien afirmó que en el país “no existe ninguna organización civil o social pura porque siempre habrá una relación de dependencia con el gobierno al hacer gestión y tener vínculos con partidos políticos”.
Entrevistado en el marco de la presentación de su libro Crítica a la ciudadanía que se realizó en el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana, el investigador dijo que el papel de la ciudadanía es importante en estos momentos de crisis económica y de seguridad que vive el país y, “debe tomar decisiones sobre el rumbo económico que debe seguir el país, ese es el papel que debe seguir la ciudadanía, ese es el papel ideal de la ciudadanía”.
Aunque consideró que en la realidad estamos ante una ciudadanía completamente arriesgada de toda perspectiva de apertura a los espacios de participación ciudadana, ya que desde el Estado se controla esta participación, incluyendo a los partidos políticos como actores de ello, como lo ha hecho el PRI, PAN y PRD.
Citó de ejemplo que en el Congreso del Distrito Federal se han aprobado 80 iniciativas de ley y todas puedan tener relación con la cuestión de la participación, pero el término participación está puesto como una forma simbólica, pero en realidad no existe la misma perspectiva del gobierno de la ciudad de México y seguramente en todos los estados, cuando discuten la ley de participación ciudadana lo que buscan es realmente canalizar y controlar la ciudadanía institucionalmente.
Hay un control, el discurso es la apertura de canales ciudadanos pero en la práctica la realidad es contraria, por eso la ciudadanía necesita buscar formas de participación no institucional, como son los movimientos sociales, manifestaciones públicas, como son la expropiación política de la esfera de los espacios públicos, eso es lo que una parte de la ciudanía hace y tiene que hacer, sostuvo quien también es coordinador del Área de Teoría y Análisis de la Política, del Departamento de Sociología, de la UAM unidad Azcapotzalco.
–Sí existe un control gubernamental, ¿son viables esas organizaciones, movimientos sociales para la población, ya que luego desvían sus principios y pasan a ser incluso operadores del sistema?
–Claro que son viables, algunos llegan a tener un éxito, en término de sus expectativas y de sus fines sociales y políticos, aunque no todos llegan a hacerlo, hay diversas razones, precisamente una es que tiene que ver en cómo se confronta con el Estado y cómo le responde el Estado y cómo ellos tienen la capacidad para responder; es una confrontación constante, pero son experiencias, la gente necesita participar en ese tipo de experiencias de organización, aunque la exigencia aquí tendría que ser la autonomía e independencia del estado.
“Es una lucha constante, lo que pasa es que hay otro tema interesante, las organizaciones y los movimientos sociales sí tienen vínculos con organizaciones políticas y con partidos políticos, el vínculo con el sistema político es fuerte y a través de dirigentes o militantes de partidos políticos o institucionales que forman parte de sus movimientos o ya sea de plano la cooptación de partidos políticos que se abrogan, los partidos políticos no son diferentes del sistema político, entonces el Estado también utiliza a los propios partidos políticos para cooptar y controlar a esta gente, es una lucha constante, las organizaciones necesitan tener muy claro la relación de independencia y autonomía con respecto a los partidos políticos”.
Aunque esta relación, refirió, es inevitable, no existen las organizaciones sociales puras, no existen las organizaciones ciudadanas sin alguna contaminación con algún partido o con el propio Estado, necesita forzosamente, entran en procesos de negociación y de gestión, eso es inevitable, el asunto es hasta qué punto la organización mantiene y es firme en los principios de autonomía y de independencia política.
Hay movimientos, hay organizaciones, sobre todo las organizaciones campesinas e indígenas que en ocasiones desafían al gobierno y no pierden su fin que es el de poseer tierra.
–Entonces, ¿también hay organizaciones temibles para el estado?
–Creo que los movimientos sociales y campesinos son temibles para el Estado, éste les teme mucho, les teme a los sindicatos, a las organizaciones sociales, a los movimientos porque son organizaciones que de alguna manera transgreden el orden institucional, cuando están reivindicando determinados derechos o demandas y están trasgrediendo un orden establecido que no les está permitiendo tener acceso a determinado tipos de recursos, entonces en ese sentido hay un acto de protesta, un acto de resistencia y entonces el Estado les teme.
–¿Los movimientos campesinos estarían en crisis ya que los gobiernos, sean municipal, estatal y federal, están criminalizando su lucha?
–Más bien pienso que el Estado está en crisis sobre todo por la guerra que se ha empeñado hacer con ciertos grupos del narcotráfico y que se le ha salido de control y entonces hay unos efectos impresionantes al grueso de la sociedad civil, ese es un problema de crisis, por un lado está esto y por otro la gente que está protestando por esa acción controlada e irresponsable del Estado, y entonces se empiezan a abrir dos frentes, entonces lo que el Estado hace es abrir diálogo y discusión con las organizaciones sociales, empieza a criminalizarlas.
Entonces los activistas sociales, las organizaciones sociales que están se criminalizan, como pasó con Atenco, ese el problema; lo mismo pasa en los estados, a los gobiernos no les gustan los movimientos sociales, pero considero que a eso nos están orillando, a integrarnos a los movimientos que no es lo mismo que las organizaciones sociales.
–Ante esta situación, qué papel desempeñaría por ejemplo el Ejército Zapatista de Liberación Nacional o el Ejército Popular Revolucionario, ¿serían esos los caminos a seguir ante una falta de respuesta a las necesidades sociales?
–Es difícil saber qué pueda pasar porque no sabemos la acción oculta de estas organizaciones, pero por supuesto que ellos están pensando y actuando en función de la posibilidad de un alzamiento a partir del cual esa espontaneidad pueda jalar a amplios sectores de la sociedad y cuando la sociedad está realmente molesta y está ya fracturada y harta, esos movimientos pueden tener eco.
Fuente: La Jornada de Veracruz
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