sábado, 23 de abril de 2011

Repudio


LEOPOLDO GAVITO NANSON - JUEVES, ABRIL 21, 2011

En el inicio del descenso final del atroz e inhumano segundo sexenio panista es natural que las críticas del respetable se concentren en quien lo encabeza. Ante la impotencia y frustración generalizadas, se ha convertido en una suerte de satisfacción catártica. Inútil, pero satisfacción al fin.

Frente a la reprobación general, Felipe Calderón se preocupa y ocupa por demostrar lo justificado y correcto de sus decisiones. Aunque hay razones sobradas para pensar que por mucho que haga el juicio histórico ya se ha decidido.

Los asesinatos masivos, las múltiples narcofosas a lo largo del país, y las detenciones de policías han sacudido continuamente desde el inicio de sexenio las muy precarias bases al gobierno. Recién la semana pasada la mayor parte de la fuerza policiaca municipal de San Fernando (16 individuos) fue detenida por proteger a los asesinos de migrantes en ese pueblo tamaulipeco.

En su cuarto año de “guerra”, el gobierno de Calderón desespera por cumplir –o por lo menos parecer cumplir– sus promesas de transformación de policías estatales y municipales. Aunque eso no ha sido impedimento para reclamar airado la falta de compromiso e involucramiento de esas policías en la guerra.

Al espeluznante hallazgo de 122 cadáveres en San Fernando, Tamaulipas, se sumó días después otro de 23 personas asesinadas en masa y San Fernando es el pueblo donde hace ocho meses fueron hallados 72 migrantes indocumentados asesinados. No es casual que a la carretera entre Ciudad Victoria y Brownsville la hayan bautizado como la carretera de la muerte. Una mujer tamaulipeca residente en Monterrey contaba a ECP que la policía aconseja a los conductores que salen de Ciudad Victoria tomar un rodeo de cientos de kilómetros (hacia Monterrey) para llegar a la frontera sin pasar por San Fernando.

Pero ante el drama que oscila entre la masacre en Cuernavaca donde murió el hijo de Javier Sicilia y los cientos de fallecidos anónimos en una carretera de Tamaulipas, el Presidente pide a los ciudadanos decir junto con el ¡Ya Basta!, a la delincuencia. Porque a quien se le debe decir ¡Ya Basta! es a los delincuentes, no al gobierno ni a las fuerzas armadas.

Políticamente, el regreso del PRI parece significativamente allanado, por lo menos así se percibe entre el priísmo. Eso no impide sin embargo que prefieran navegar entre la mediocridad y la tibieza. El diputado federal Ramírez Marín, líder de la fracción priísta, en un despliegue de radicalismo más bien blandengue dijo: “ya es suficiente, esta estrategia no funciona y debe ser cambiada. Las palabras del Presidente suenan bien, pero son inútiles”. Ah.

Pero el tiempo del presidente Calderón corre impertérrito, indiferente ante sus esfuerzos por salvar cara, por recomponer su maltrecha imagen. Imposible de lograr dentro de México, sólo le queda pues intentarlo en la esfera diplomática. Aunque eso también es harto improbable. Ha llevado a la casi ruptura, o punto menos, las relaciones con su principal soporte de todo tipo, el gobierno de Estados Unidos. Asunto que por sí mismo ya es de considerarse, pero que al haber convertido a México en un foco rojo para la seguridad nacional estadounidense es preocupante por su abrumadora torpeza.

En poco más de un año y medio que resta de gobierno calderonista no es mucho lo que puede hacerse. Y eso parece saberlo el propio Calderón. En foros y con auditorios foráneos el presidente Calderón se empeña en vindicar su guerra. Lo que sugiere que habrá de continuar por el camino escogido sin reparar mucho en las consecuencias internas. Consecuentemente queda un largo trecho para empeorar.

Aun así es posible adelantar ya cómo lo registrará la historia. Como el hombre que llegó a la Presidencia con un absolutamente cuestionable margen de ventaja, logrado con base en irregularidades asentadas en actas suficientes para haber anulado la elección. Como el hombre trágico que en un arranque de búsqueda de legitimidad declaró una guerra copiada a un personaje directamente proporcional en más de un sentido: Richard Nixon; indiferente ante el sufrimiento, rabioso, de mecha corta, suelen describirlo, intolerante, fundamentalista.

La historia ya lo ha registrado como el Presidente que se rodeó de la medianía y la mediocridad de colaboradores grises inventados por él. Controlables por él. El aciago hombre que como candidato ofreció empleos y como Presidente mandó al desempleo a 3 millones por su manejo de la crisis financiera mundial; que tomó con la fuerza pública una empresa para desaparecerla y dejar sin sustento a alrededor de 40 mil familias del SME. Que el 1º de mayo, Día Internacional del Trabajo, estará en el Vaticano para atestiguar como Presidente de un país laico la liturgia de beatificación de un Papa que protegió a un religioso criminal dirigente de una muy poderosa orden durante años y sobre el que, precisamente un año antes de la beatificación, el 1º de mayo de 2010, el Vaticano reconoció las mentiras y negaciones que hizo durante décadas enteras bajo el propiciatorio –no exento de hipocresía– título: “Marcial fue un criminal sin escrúpulos”.

Irá pues el presidente Calderón al Vaticano, es previsible que la decisión termine por ser costosa, tanto para su gobierno como para su persona.

*Es Cosa Pública

leopoldogavito@gmail.com

Fuente: La Jornada de Veracruz

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