Cynthia Rodríguez
ROMA, 2 de mayo (apro).- La Iglesia católica apostólica y romana celebró en grande la primera misa en honor de Karol Wojtyla convertido en beato. A las 11:00 horas monseñor Tarcisio Bertone inició la ceremonia desde la Basílica de San Pedro para agradecer la presencia y fidelidad de miles y miles de peregrinos que, por segundo día consecutivo, llenaron la plaza, aunque ya hoy eran muchos menos.
De acuerdo con el Vaticano a la celebración asistieron 60 mil personas, aproximadamente; 800 sacerdotes, 150 obispos y 30 cardenales.
“Por primera vez hoy celebramos la eucaristía en honor al beato Juan Pablo II, que todos hemos conocido, amado y reconocemos partícipe de la eterna beatitud”, dijo Bertone, quien también expuso la sangre del extinto Papa, su reliquia oficial.
“En nombre de Juan Pablo II agradezco a Italia por la simpatía y la cordialidad con la cual desde hace muchos años ha hospedado a un Papa venido de un país lejano pero que ya hoy se ha convertido en alguien mucho más cercano, por toda esta simpatía que ha acompañado el santo padre en todo su pontificado, este país se convirtió en su segunda patria”, mencionó minutos después el cardenal Stanislao Dziwisz, histórico secretario de Karol Wojtyla y hoy su sucesor en la sede de Cracovia.
Era una auténtica fiesta de fe, sobre todo en estos tiempos que la llegada de peregrinos ha bajado considerablemente.
El Vaticano no quiso que sus seguidores se fueran con las manos vacías y, en agradecimiento, repartió miles de estampitas del Papa Juan Pablo II convertido ya en beato.
Todos alargaban la mano para tener la imagen, considerada bendita. Pedían más de una, pues también les servirá como recuerdo en su regreso a casa.
Quizá por ello la maquinaria comercial estuvo trabajando en estos días a todo vapor.
En la ciudad que hospedó las celebraciones, de Juan Pablo II se puede encontrar en estos días prácticamente de todo en venta: carteles, libros, rosarios, discos, pañuelos, gorras, plumas, velas, mascadas, y hasta muñecos tipo ‘Barbie’ pero con su figura y su vestimenta de Papa.
En los alrededores del Vaticano venden los productos oficiales y los no oficiales. Los comerciantes hacen su agosto con lo que pueden. Se inventaron de todo para asegurarse que todos los peregrinos entraran y salieran del Vaticano, al menos, con algo con la imagen de Wojtyla.
Además de los ambulantes, las casas editoriales publicaron en los últimos días unos cincuenta títulos de libros donde la figura principal es siempre él: Juan Pablo II, su carisma, su parte más humana, su parte casi santa: la ayuda a los demás, el trabajo por los pobres y necesitados. Los puestos de periódicos mostraban las ediciones especiales de varias revistas con su vida, y su vida como pontífice (casi 27 años).
La parte negativa quedó eclipsada en estos días. Y qué decir de las oficinas postales que salieron extramuros desde el domingo para vender el timbre conmemorativo de la beatificación. Desde un euro el costo de un timbre, hasta 15 o 20 euros los cartones con más de 5 timbres postales. Las simples postales de la beatificación cuestan 2 euros, cuatro veces más que aquellas normales.
“Agradecemos al Señor por habernos dado un santo como Juan Pablo II. Todos pudimos comprobar de algún modo, con alguien cercano o lejano, de vislumbrar como era coherente en su humanidad, su palabra y su vida”, expresó Bertone en la misa de agradecimiento, donde obtuvo como respuesta un largo aplauso.
El también secretario de Estado del Vaticano recordó a Juan Pablo con una santidad vivida, especialmente en los últimos meses, con una total fidelidad a la misión que le había sido señalada hasta el día de su muerte.
“Todos fuimos testigos cómo le fue quitado todo aquello que humanamente podía impresionar: la fuerza física, la expresión del cuerpo, la posibilidad de moverse, incluso hasta la palabra. En ese momento, mucho más que siempre, confió su vida y su misión a Cristo, porque sólo Cristo puede salvar el mundo. Sabía que su debilidad corporal hacía ver más claramente el Cristo que opera en la historia, y ofreciendo su sufrimiento a él y a la Iglesia, nos dio a todos nosotros una última y gran lección de humanidad y de abandono entre los brazos de Dios”, agregó Bertone.
“Era un hombre de fe, un hombre de Dios, un hombre que vivía de Dios, y su vida fue un rezo continuo y constante, una oración que abrazaba con amor a cada ser de nuestro planeta, creado a imagen y semejanza de Dios, y por eso digno de cada respeto y convertido verdaderamente en gloria viviente de Dios”, señaló Bertone, el mismo que un día antes confió que pasarán pocos años para que Karol Wojtyla se convierta en santo.
En la primera misa dedicada al beato Juan Pablo II, los cardenales tampoco escatimaron agradecimientos a las autoridades romanas que también en estos días le dedicaron muestras fotográficas y conciertos, pues como dejaban ver los miles de pendones por la ciudad, el Papa convertido ya en beato, hablaba romano, es decir, el dialecto de la capital. Así lo quisieron esta vez inmortalizar e incluso una de las muestras fotográficas, muestran a un Juan Pablo siempre presente en la vida cotidiana romana.
Lo mismo con los trabajadores de la ATAC (sistema de transporte público de Roma), que con vecinos del complicado barrio de Tor Bella Monaca, o en los comedores para pobres de la Caritas, pero también con las autoridades de la capital teniendo de fondo a la loba alimentando a Rómulo y Remo.
De acuerdo con la Gendarmería Vaticana, alrededor de 250 mil personas rindieron homenaje a las reliquias de Juan Pablo II, desde la tarde del domingo hasta las tres de la mañana de este lunes, cuando la basílica cerró. Por la tarde volvieron a abrirla y se esperaba que la gente continuara su paseo hacia los restos del beato.
Así, una vez más, Juan Pablo II aun después de muerto, demostró que es él, quien atrae a las masas a San Pedro.
Fuente: Proceso
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