jueves, 28 de julio de 2011

Un Cardenal demasiado político y terrenal


JAIME HERNÁNDEZ ORTIZ

El cardenal Juan Sandoval Íñiguez no niega la cruz de su parroquia. Y su parroquia ha sido el fundamentalismo cristero, la intolerancia a todo pluralismo religioso y político y la defensa de la derecha. Una parroquia donde por cierto no caben, ni por asomo de duda, la defensa de los derechos humanos, la pluralidad democrática y menos aún, los principios cristianos.

Los cables de WikiLeaks y su contenido, divulgados por La Jornada y por numerosos medios a nivel mundial, han sido confirmados en su totalidad y por cuanto actor ha sido mencionado en ellos.

Nadie que conozca mínimamente sobre cuál ha sido la injerencia de Estados Unidos en la política interna de numerosos países puede descalificar los cables filtrados por WikiLeaks; donde embajadores y personal diplomático de ese país han narrado pormenores sobre lo que platican en encuentros, entrevistas y reuniones que han tenido con numerosos actores políticos o líderes sociales.

Nadie puede dudar que Juan Sandoval Íñiguez, más que un pastor de creyentes, es en realidad un importante actor político con claras posturas ideológicas, un preclaro representante de un poder fáctico que mantiene fuertes intereses materiales y terrenales en escuelas privadas, en el Partido Acción Nacional y con cuanto grupo de poder o empresarial que se declare en contra de toda izquierda o grupo progresista.

La política es forma y fondo

La persecución, acoso y detención que ha sufrido Julian Assange, fundador de WikiLeaks, por parte de Estados Unidos son una muestra de la veracidad de los miles de cables filtrados. La reciente renuncia del embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, al comentar la debilidad de Felipe Calderón es otra muestra de ello.

Que ahora se sepa que Juan Sandoval Íñiguez pidió la intervención del gobierno de George Bush para frenar el crecimiento de Andrés Manuel López Obrador; y léase, impedir su llegada a la presidencia de la república, no sorprende.

Lo que sorprende ahora es que se mienta, que se diga que no se hizo esa petición. Decir que sólo se platicó con el embajador de los Estados Unidos en El Vaticano, por ser católico, al pedir apoyo para la construcción del Santuario de los Mártires Cristeros, es mentir y faltar a la verdad. No se puede sostener que los funcionarios y embajadores norteamericanos informen a su gobierno de primeras comuniones, misas y matrimonios que ofician los cardenales católicos, ni el número de iglesias que construyen. No es una información que les importe.

Es evidente por lo tanto, cierto y verdadero, que Juan Sandoval Íñiguez sí pidió apoyo a un funcionario de una potencia extranjera intervenir en política interna. Lo que de suyo es grave, independientemente de la afiliación común de religiosos, que no lo justifica, pues en política todo es forma y fondo.

Del lado de la guerra sucia

Por lo menos, en otras ocasiones el cardenal defendía y aceptaba aun medianamente las consecuencias sobre diversas declaraciones públicas.

Es lógico suponer que si no llegó ayuda para el Santuario de los Mártires no llegó tampoco para la intención de frenar a López Obrador. No por lo menos de lo que sabemos hasta ahora. Pero revela que el funcionario norteamericano sí supo distinguir lo que era debido de lo indebido.

Pero, ¿por qué los códigos de ética de un ministro católico le permiten mentir? ¿Por qué el vocero del cardenal Juan Sandoval, Emilio González Márquez, salió al paso en defensa del cardenal, confirmando el contenido de la conversación sostenida con el embajador norteamericano, bajo el argumento que lo hizo como un ciudadano y no como cardenal?

Con todo, la noticia de WikiLeaks confirma que Juan Sandoval estuvo del lado de Felipe Calderón, de Elba Ester Gordillo, de Acción Nacional, de Carlos Salinas de Gortari y de las mafias que controlan este país para robarle la presidencia a López Obrador.

No me voy y no me voy

Corren versiones de que en la reciente visita en la ciudad que tuvo el nuncio apostólico en México, Christopher Pierre, para avanzar en la jubilación de Juan Sandoval Íñiguez, y para pedirle su parecer sobre algunos posibles sucesores, éste tuvo la osadía de decir que no se jubilaba y no se retiraría del cargo hasta que se lo pidiera directamente el Papa Benedicto XVI, ninguneando así al propio nuncio.

La sociedad jalisciense ha sufrido ya por muchos años la influencia perniciosa de Juan Sandoval, a quien no le ha importado que cientos o miles de personas abandonen en la entidad el catolicismo, a quien no le han importado los derechos humanos, a quien no le ha importado el Estado laico, a quien no le ha importado la separación Iglesia-Estado. Y a quien al parecer sólo le ha importado el poder, las riquezas materiales del clero y los intereses económicos y políticos de la derecha.

Es necesario que en Jalisco arriben gobiernos de izquierda, que fomenten el laicismo, que impulsen el pluralismo religioso y la libertad de cultos; que impulsen con claridad la separación Iglesia- Estado; que se castigue a cuanto ministro pederasta exista, eliminando el fuero que de facto tienen, y que impulse una vertiente vigorosa de principios éticos y valores laicos basados en los derechos humanos.

El homenaje que oficialmente le rendirá el gobierno de Jalisco este próximo 29 de julio a Juan Sandoval Íñiguez representa en esencia un homenaje, más que a un personaje ya de por sí controvertido, un homenaje al autoritarismo y al pensamiento más retrógrado.

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