martes, 13 de septiembre de 2011

Gobierno cedió a presiones de católicos; expulsa a 50 familias cristianas de Tlanalapan


YADIRA LLAVEN

La Secretaría General de Gobierno del estado de Puebla cedió ante presiones de católicos tradicionalistas de la comunidad de San Rafael Tlanalapan al ordenar, en lugar de respetar el libre culto, que 50 familias de cristianos salieran del poblado, ante las amenazas de los grupos fieles al cura Ascensión Benítez González de crucificarlos y lincharlos a las 18 horas de este domingo.

Se sabe que se habría acordado remover al párroco Ascensión Benítez, toda vez que ha sido autor de por lo menos tres incidentes relacionados con la intolerancia religiosa, en la última década.

Los pocos cristianos que se quedaron en Tlanalapan, por ser oriundos de dicha comunidad, se les ha solicitado que los servicios religiosos los tomen en otras comunidades vecinas.

A las 18 horas del domingo, los católicos habrían fijado como plazo límite para expulsar a los cristianos del pueblo; por lo que se esperaba que se informara el acuerdo al que las autoridades auxiliares habrían llegado con la Secretaría General de Gobierno para solucionar el severo conflicto de intolerancia religiosa.

Sin embargo, la tarde de ayer nada ocurrió en la capilla de San Isidro Labrador, donde el pueblo fue citado para escuchar la alternativa negociada con la autoridad estatal.

La Jornada de Oriente intentó entrevistar al cura Ascensión Benítez, pero fue imposible, debido a que un grupo de ocho jóvenes, de entre 20 y 30 años de edad, resguardan el entorno de la parroquia y de la capilla, para impedir que nadie se acercara al párroco.

La mayoría de los jóvenes, que también laboran dentro de la iglesia, ayer se encontraban en estado de ebriedad y amenazantes con este medio de comunicación.

También se buscó al presidente auxiliar Antonio García Ovalle en la alcaldía subalterna del municipio de San Martín Texmelucan, y se le localizó en una cantina del pueblo.

El edil dijo que no podría hablar del tema, porque teme que pueda ser expulsado por los mismos católicos.

Por lo tanto, aseveró que él estará siempre con lo que decida la mayoría del pueblo, y dijo que es posible que hoy lunes se dé a conocer el pacto al que llegaron con el gobierno estatal, sin fijar horario.

El conflicto de intolerancia religiosa ocurre luego de que unos 200 católicos de Tlanalapan se reunieron la noche del miércoles fuera de la capilla de San Isidro Labrador, convocados por el sacerdote del pueblo, para expulsar a 70 cristianos por no compartir el credo mayoritario y los emplazaron a abandonar la comunidad antes del domingo.

Ayer, el delegado de Gobierno del Distrito VII, Roberto Solano Pineda, informó que el acuerdo tomado con la autoridad local es que se tendrán que ir los evangélicos no originarios de Tlanalapan, pues el gobierno estatal no les garantiza su seguridad.

Tras una visita a la casa que rentaba el pastor Josué Ovando Jiménez, a una cuadra de la capilla de San Isidro Labrador, se pudo constatar que está deshabitada.

Ningún vecino quiso responder si Ovando Jiménez había abandonado el pueblo. Sólo un joven dijo que por la noche del sábado, el pastor y otras familias salieron con maletas y algunas cosas del inmueble.

Al respecto, Solano Pineda explicó que se sólo se fueron los que no son originarios del pueblo, comenzando con el pastor, quien llegó a radicar a la comunidad hace un año, con miras de conquistar más adeptos a su religión.

Uno de los acuerdos para permitir que los cristianos oriundos de Tlanalapan se quedaran, reveló, es que no podrán practicar sus actos de fe en el pueblo, y para ello tendrán que ir al municipio de Texmelucan.

“Lo mejor es que los cristianos se vayan, porque no podemos garantizar su seguridad, y no queremos que pase lo de hace 18 años, cuando el mismo padre Ascensión incitó a un grupo de católicos a expulsar a golpes a una familia completa, incluida niños, y a quemarle su vivienda, por el hecho de profesar otro culto”, aseveró el funcionario.

Mientras, en la misa de las 8 horas del domingo, la más importante del pueblo, el párroco Ascensión Benítez dijo textualmente a los feligreses: “si quieren seguir en la lucha contra el cristianismo es problema de ustedes, porque yo me retiro, pero saben que estoy con el pueblo”.

Declaración que contradijo la postura del sacerdote ante las autoridades estatales, luego de que el pasado jueves negó que él sea el principal agitador para que se expulse a los evangélicos de Tlanalapan.

Se aportan videos como pruebas de los ataques

Previo a su salida del pueblo, el pastor Josué Ovando Jiménez aportó videos como pruebas de los ataques que recibió por parte de un grupo de católicos y del sacerdote Ascensión González Solís, durante la reunión que mantuvo con personal de la Secretaría General de Gobierno.

No obstante, pese a las pruebas reveladoras en su contra, el párroco Ascensión González Solís insistió en que no ha participado en el hostigamiento contra los evangélicos.

Por tal razón, Ovando Jiménez informó que presentó una constancia de hechos por los delitos de agresiones y los que resulten, bajo el número de expediente 1295/2011.

Hay que destacar que no todo el pueblo de Tlanalapan está en contra de los cristianos. Los pocos vecinos que accedieron a platicar sobre el tema lamentaron que ni la autoridad auxiliar ni el gobierno del estado le hayan puesto un freno al sacerdote, quien, aseguraron, goza de poder político, lujos y canonjías en el poblado.

Arquidiócesis de Puebla, en defensa del párroco

El viernes, la arquidiócesis de Puebla descartó que se aliente la intolerancia religiosa en la entidad, y eximió al sacerdote Ascensión Benítez González de dirigir las amenazas que católicos profirieron contra evangélicos en la comunidad de San Rafael Tlanalapan el pasado miércoles, “pues la libertad de culto es un derecho fundamental”, además debe prevalecer el diálogo para evitar enfrentamientos.

El arzobispado explicó que los fieles católicos de Tlanalapan, tras dialogar el pasado jueves por la noche con el presidente auxiliar y el párroco de la iglesia, acordaron dialogar con el pastor cristiano para manifestarle que una gran mayoría de la población se sentía agredida en su fe y costumbres, ante la pretensión de construir un templo no católico en las cercanías de la capilla de San Isidro Labrador.

Manifestó que “la iglesia católica en Puebla hace un atento llamado a todos los involucrados en este caso, invitándolos a mantener el diálogo como camino para resolver las diferencias, observar el Estado de Derecho y salvaguardar en todo la concordia y la seguridad de las personas, independientemente del credo que profesen”.

En un comunicado eximió al sacerdote católico de proferir las amenazas, pues argumentó que González Solís no se encontraba en la parroquia cuando fueron convocados los fieles católicos para reunirse a las afueras del templo parroquial y dirigirse a la casa del pastor.

El primer antecedente inmediato de este conflicto en Tlanalapan se remonta a 2006, cuando los evangelistas exigieron a las autoridades municipales acceso a la red de agua potable, que les negaban los católicos. Cinco años después, en su homilía del domingo pasado, el párroco Ascensión Benítez incitó a sus feligreses a presionar a los evangélicos a irse del pueblo.

Fuente: La Jornada de Oriente

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