En el periodo de Salinas de Gortari, el Secretario de Comercio, Serra Puche se caracterizo por decir que la mejor política industrial, es no tener. Fue impulsor del Tratado de Libre Comercio que México firmó con Estados Unidos y Canadá, y su orientación fue dejar a las libres fuerzas del mercado la determinación del rumbo del acontecer nacional, y en éste caso concreto, al sector manufacturero. La apertura comercial promovida, sobre todo desde 1986, cuando el país ingresó al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT por sus siglas en ingles), lo que hoy es la Organización Mundial de Comercio, nos ha llevado a tener menos industria, y menos sector agrícola. En los años 80 la industria manufacturera representaba 23 por ciento de la actividad económica nacional, y el sector primario (agricultura, ganadería silvicultura y pesca) era 9.7 por ciento. Hoy en día tales sectores representan 17 por ciento y 3.7 por ciento respectivamente, reflejando el porque del bajo crecimiento que el país ha venido teniendo en los últimos 30 años.
El actual Secretario de Economía, la semana pasada defendió el proyecto de Dragón Mart, que empezará próximamente a operar en Cancún, que será una plataforma de comercialización de productos chinos hacia México y el resto de América. Defiende dicho proyecto bajo el argumento de que “el Estado Mexicano está obligado a dar garantías a las inversiones en el país”, pero no considera el impacto negativo que tal inversión traerá a la planta productiva, a la generación de empleo y al crecimiento económico del país. El proyecto Dragón Mart será una empresa comercializadora de productos provenientes de China, para venderlos en México, en América Latina y en Estados Unidos. Aquí no se producirá nada. Tales productos seguirán desplazando a la producción nacional, no sólo en nuestro mercado, sino también en Estados Unidos y en el resto de América Latina. México no tiene ninguna competitividad frente a los productos provenientes de dicho país, y no se trata de ninguna posición xenofóbica en contra de tal inversión y de los productos provenientes de dicho país. El problema es que México enfrenta déficit de comercio exterior crecientes con China. En 2000, el déficit era de 2 mil 676 millones de dólares, y el año pasado fue de 51 mil 215 millones de dólares, lo que ha representado que tengamos menos industria, menos empleos productivos bien remunerados, mayor economía informal, mayor miseria, y mayor dependencia de la entrada de capitales para poder financiar dicho déficit, para lo cual se tiene que tener altas tasas de interés, como políticas de menor tamaño y participación del Estado en la economía, con la consecuente mayor privatización y extranjerización de la economía.
Las autoridades del país no tienen que dar igual trato a la inversión extranjera, en relación a la inversión nacional. Si la inversión extranjera trae tecnología, y si incrementa la producción y el empleo nacional, si sustituye importaciones, y si aumenta el valor agregado nacional de las exportaciones, bienvenida, pero si viene sólo a comercializar productos importados, lo que actúa en contra de la producción nacional, no debería ser permitida, y al autorizarla, se atenta sobre el desarrollo económico del país, así como sobre el Proyecto de Nación del cual ya casi nadie habla. Los tomadores de decisiones en el país siguen sin tener memoria histórica de los resultados de las políticas que han venido impulsando, que no benefician a los nacionales, evidenciando que responden a los intereses del capital internacional.
El Secretario de Economía señaló que “el gobierno federal trata de hacer alianzas estratégicas internacionales” y lamentó que “los dirigentes empresariales han ido en el sentido de no permitir el asentamiento de 750 ciudadanos chinos en territorio nacional”. No quiere reconocer que esas alianzas estratégicas internacionales nos están llevando a ser más subdesarrollados de lo que estábamos antes de esas políticas, de que tenemos menos crecimiento, y más pobres, y de que el país no nos pertenece, ya que los principales sectores económicos están extranjerizados, y ahora se procede a abrir más los sectores estratégicos a dicho capital, y además la política económica no responde a las demandas nacionales, sino a los intereses del gran capital nacional e internacional.
El Secretario de Economía dijo que de oponerse el gobierno al proyecto de Dragón Mart, “¿entonces con qué bases morales vamos a defender a los mexicanos en el extranjero?”. Esto evidencia que su preocupación es gobernar para aquellos que realizan inversiones en el país, independientemente del impacto que éstas tendrán sobre la economía, así como defender a los grandes capitales nacionales que realizan inversiones en el exterior, como si ello se tradujese en mayor crecimiento del país, y en mayor generación de empleos y bienestar para las grandes mayorías. Ello explica el porque el país se encuentra como está, pues los tomadores de decisiones siguen sin tener política industrial, ni Proyecto de Nación que oriente los rumbos del acontecer económico para alcanzar un crecimiento más sostenido, menos vulnerable, más equitativo.
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