l momento estelar del primer periplo de Hillary Clinton a cuatro países asiáticos lo constituyó su visita a China (ver Bajo la Lupa, 22.2.09). El mundo come ansias por captar las señales que deja traslucir Barack Obama, abrumado en el frente doméstico por la severa doble crisis financiera y económica.
No existe todavía una formaldoctrina Obama
, pero en forma muy pragmática se está dibujando en sus diversas manifestaciones regionales y globales.
Resulta más sencillo definir la esperada doctrina Obama
en forma antitética a la superbélica doctrina Bush
, que aceleró la decadencia de Estados Unidos.
Es muy probable que China, un país que no se cuece al primer hervor, haya solicitado a Hillary puntualizaciones sobre la política multidimensional de la nueva administración, cuyo secretario del Tesoro, Timothy Geithner, increpó lamanipulación financiera
del yuan.
En su etapa de candidata presidencial, Hillary mostró ambigüedades de confrontación y cooperación respecto de China: por un lado, temía el destino de la seguridad nacional de Estados Unidos, cada vez más dependiente de los financiamientos asiáticos (en particular, de China) para sus colosales déficit y deudas; por otro, de- seaba establecer con China la más importante relación bilateral en el mundo del siglo XXI
(Zhao Yi, Xinhua, 22.2.09).
El vandalismo financiero global, simbolizado por Geithner, que en su estado cadavérico todavía se atreve a la confrontación, ha sido eclipsado por la cooperación con China expresada por Hillary.
Cabe señalar que Geithner, anterior gobernador de la Reserva Federal de Nueva York, es tan corresponsable, aunque menos expuesto públicamente, que el locuaz Alan Greenspan y el ineptoHank
Paulson (su antecesor en la Secretaría del Tesoro), para citar a los más conspicuos del tsunami global, pero, en realidad, es todo el sistema financiero de Wall Street y la City el que se encuentra en la picota: desde sus calificadoras, pasando por sus empresas contables, hasta sus multimedia especializados en la mendacidad global. En el sistema financiero anglosajón, consustancialmente mafioso, resulta asombroso su grado de inimputabilidad.
Pekín no suelta prenda respecto de Taiwán, y el comentarista Zhao Yi coloca en relieve la adhesión de Hillary al reconocimiento del gobierno chino continental como el único representante legal de todas las Chinas, en el espíritu y la letra del Comunicado conjunto sino-estadunidense del 17 de agosto de 1982.
A nuestro humilde entender, lo peor que puede hacer Taiwán (ahora de capa caída y sin Baby Bush en medio) es volver a caer en las garras y guerras de los numerosos halcones de Estados Unidos.
Hillary dejó esta vez de lado el asunto de los derechos humanos
, que Estados Unidos suele practicar en forma unilateral, discrecional y farisea (v.gr. para no irnos tan lejos: la Casa Blanca cerró los ojos a las atrocidades en Acteal y Aguas Blancas de Zedillo, instrumento financiero de Wall Street).
La cooperación (tongzhou gongjifue el adagio chino que Hillary usó:atravesar tranquilamente el río en el mismo barco
) puede llegar a ser significativa sobre la crisis económica global, el cambio climático y las amenazas a la seguridad.
En la delicada coyuntura presente, ¿anhelará China subirse al mismo barco con Estados Unidos? Si se trata de un barco estadunidense, al estilo delTitanic, seguramente no lo hará, pero si es un barco neutral (mejor si es chino) no existe impedimento alguno para que ejerza su legendario pragmatismo.
Por lo pronto, el diálogo militar ha sido reanudado, después de haber sido interrumpido en octubre pasado, cuando el rijoso Baby Bush notificó al Congreso su deseo de vender armas a Taiwán por 6 mil 500 millones de dólares (que incluían desafiantemente el sistema antimisilístico Patriot III y aviones sofisticados de alerta temprana).
En forma destacada, Hillary visitó una planta térmica, de energía limpia
, construida con tecnología de los dos países, como ejemplo de colaboración mixta (pública y privada), en una esfera donde ambas superpotencias geoeconómicas padecen vulnerabilidades significativas.
Según Ambrose Evans-Pritchard (The Daily Telegraph, 22.2.09), una de las solicitudes mayúsculas de Hillary a las autoridades chinas versó sobre la continuación de la compra de bonos del Tesoro cuando Estados Unidos ha generado temores sobre su capacidad en financiar sus rescates bancarios y sus déficit en los próximos dos años
.
Antes de soltar más dinero bueno al malo, China ha requerido garantías para sus pletóricas tenencias financieras en Estados Unidos que andan volando (alrededor de 700 mil millones de dólares).
Hillary ha usado la metáfora de la inextricable necesidad mutua, con el fin de no dañarse entre sí cuando, a su juicio, ambas economías son complementarias: si Estados Unidos se derrumba económicamente, entonces cesará de comprar las mercancías de China, a la que le conviene financiar la deuda y los déficit de su comprador para cerrar el círculo virtuoso.
Hillary resumió su metáfora geoeconómica de simbiosis trágica:Vamos a crecer o caer juntos. Nuestras economías están tan entrelazadas, que los chinos saben que para empezar (sic) a exportar de nuevo a su principal mercado, Estados Unidos debe tomar algunas medidas drásticas con el paquete de estímulo, que significa que debemos incurrir en mayor deuda
.
Se estima que solamente este año Estados Unidos necesita urgentemente 2 millones de millones de dólares (trillones en anglosajón). ¿De dónde saldrán?
Tal postura de Estados Unidos no es novedosa y, durante las dos gestiones del marido de Hillary, la había practicado exitosamente con Japón con el apotegma de que ambas economías eran interdependientes, para no decir que estaban ambas agarradas de la yugular, lo cual expresó entonces el hoy apagado economista Lester Thurow en su añejo libro El futuro del capitalismo.
De nueva cuenta el clintonomics pretende aplicar la misma fórmula exitosa de la simbiosis trágica ahora con China, que ha sustituido al cada vez más declinante Japón.
Además de las garantías a sus tenencias en papel-chatarra estadunidense, China “se opone al proteccionismo en todas sus formas (Du Guodong, Xinhua, 22.2.09). Es obvio que China no soltará tanto dinero a un país que practica el neoproteccionismo, tan perjudicial a sus exportaciones.
En resumen, el clintonomics, en su segunda versión con Obama, apuesta exageradamente a la complementariedad y bidireccionalidad geofinanciera y geoeconómica con China, que a la vez anhela un mundo más multipolar y armónico en la totalidad geoestratégica.
¿Cómo conciliar tal bilateralidad geoeconómica con la multipolaridad geoestratégica? ¿Qué tanto le conviene a China tanta bilateralidad
con Estados Unidos, sin afectar sus diversos intereses multipolares con Rusia y Europa, ya no se diga con Latinoamérica, en la que ha creído más que el mismo Estados Unidos?
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