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El asesinato de Eliseo
En el contexto de narcofugas y narcodetenciones de servidores públicos, el secuestro, tortura y asesinato del reportero Eliseo Barrón Hernández nos recuerda por qué es importante la labor periodística. Ésta la realiza un tipo específico de profesionales útiles, como todos los demás, por cumplir una función necesaria a la sociedad de masas en tanto que son mediadores del proceso de atribución de sentido, en este caso, de la crisis de seguridad que enfrenta el Estado mexicano. Es también relevante porque existe alrededor de su labor, cuando se desempeña con honestidad y eficacia, un interés público que debe protegerse.
Hace 25 años, cumplidos el 30 de mayo pasado, asesinaron al profesor Manuel Buendía. Algunos colocamos ese crimen como el inicio de esa fractura del Estado, localizada al centro de la relación entre las autoridades y la delincuencia organizada. Es también el comienzo de una preocupación que no debe cesar sobre la obligación del Estado de brindar protección mínima a los periodistas y a la sociedad en general.
Los periodistas son ahora también martirizados. De las condiciones de riesgo para la libertad de expresión en Durango habla el hecho de que incluso un alto clérigo prefirió callar luego de atreverse a sugerir que un jefe de cártel se avecindaba en una población local. Le pidieron especificaciones o silencio. El hombre protegido por Dios y armado de la ética católica milenaria prefirió el silencio.
En tiempo de elecciones hay que tener en cuenta quién gobierna qué y cómo lo hace. El gobernador de Durango, Ismael Hernández Deras, es militante del PRI. De otros partidos, está la evidencia, provienen otros incluso indiciados por omisión o comisión. De ahí la quinteta de la muerte –poder, dinero, corrupción, impunidad y mentiras– multipartidista que ha denunciado en El Periódico el ex rector de la UNAM, Jorge Carpizo, en su reciente Moral pública y libertad de expresión, escrito junto con Perla Gómez Gallardo y Ernesto Villanueva.
Ante el asesinato de Barrón Hernández el gobernador de Durango expresó: “la labor periodística está garantizada”. Nos arroja a la cara, como basura, una declaración insostenible. Pidámosle que se abstenga de producir un spot con el símbolo de un partido en que se escuche un crayón deslizándose sobre una boleta. Lo único que se escucha ahora es el mortecino y siniestro murmullo de la impunidad.
Consejero del Instituto de Acceso a la Información Pública del Distrito Federal (InfoDF)
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