J. Enrique Olivera Arce
Despilfarro electoral. Mentada de madre para los veracruzanos pobres
Al margen de la intencionalidad propagandística del mensaje, cabe reflexionar sobre una de las tantas declaraciones que hiciera el pre candidato por la coalición PAN-PANAL a la gubernatura de Veracruz en su recorrido de proselitismo: “… si cada candidato a la gubernatura gastara 400 millones a lo largo de las campañas políticas, representaría un total de 3 mil 200 millones de pesos, lo que significa la mitad del presupuesto total de obras del Gobierno del Estado, y ocho veces el presupuesto total de los 50 municipios más pobres de Veracruz”.
La cifra exacta de lo que los diversos partidos políticos y sus candidatos a la gubernatura, diputaciones locales y fórmulas edilicias tienen erogado y lo que aún falta por destinar al proceso electoral en marcha, seguramente nunca se sabrá, sin embargo debemos dar por cierto que tal derroche de recursos de los contribuyentes es simplemente criminal.
En una entidad federativa indudablemente rica en recursos naturales pero con más de la mitad de su población en condiciones de pobreza, o pobreza extrema, como eufemísticamente se denomina oficialmente a la miseria, el gasto de varios miles de millones de pesos que podrían tener mejor destino, no se justifica.
El Maestro Fidel Herrera Beltrán, gobernador de Veracruz, de manera reiterada se queja de que la federación no contribuye en la medida de lo deseable al sostenimiento de las finanzas públicas veracruzanas, resultando estas insuficientes para atender la demanda creciente de obras y servicios. Su gobierno reconoce que la entidad se encuentra entre las cinco con mayor número de pobres en el país y aún así, no hemos escuchado que entre las medidas de austeridad y adelgazamiento de su gobierno siquiera mencione el despilfarro en que se incurre al destinarse mayor cantidad de dinero a un ineficaz, absurdo y a todas luces incongruente proceso electoral que al combate a la desigualdad y la pobreza.
Proceso ineficaz, porque no logra su cometido. La vida democrática en Veracruz no se enriquece, antes al contrario es cada vez más evidente su deterioro; no se respeta la voluntad popular y su representatividad soberana; no se incrementa la participación de los electores potenciales, ni se abate el abstencionismo. El costo de cada voto emitido es altísimo y no por ello deja de profundizarse el divorcio entre la clase política y la sociedad civil; lo que hacen o dejan de hacer partidos y candidatos con el propósito de ganar una elección, a la mayoría de la población le tiene sin cuidado.
Proceso absurdo e incongruente, porque en un carísimo proceso electoral como el que ya está en marcha, sin necesidad de contabilizar los votos que habrán de emitirse el próximo cuatro de julio, a decir de los priístas el gobernador Herrera Beltrán ya decidió quien habrá de sucederle en la gubernatura, quienes se harán cargo de una diputación y quien habrá de gobernar a los 212 municipios de la entidad, por algo es quien “manda en Veracruz”
Frente a este hecho presuntamente consumado y del cual cínicamente el PRI se enorgullece, los partidos y candidatos que se oponen a la corriente política del Maestro Fidel Herrera Beltrán pueden darse por bien servidos con el sólo hecho de permitírseles participar en una carrera de obstáculos, en la que gobierno estatal, partido oficial, organizadores y árbitro de la elección están de facto al servicio del titular del poder ejecutivo del gobierno de Veracruz. Luego ¿tiene algún sentido racional gastar miles de millones de pesos en precampañas, campañas, organización y captación del sufragio, cuando ya de antemano se decretaran resultados?
El criminal dispendio de recursos fiscales destinados al proceso electoral, no sólo constituye un agravio a los veracruzanos, como afirmara el neopanista Yunes Linares. Es ante todo causa y efecto de la carencia de cultura cívica y política de una población que con indiferencia deja hacer, deja pasar, como si proceso electoral y los recursos que le soportan no fuera de su incumbencia. Al fin y al cabo también le da igual quien y como ganará la elección.
Los que piensan que con sólo sufragar es suficiente para justificarse a sí mismos y ante la comunidad, son los menos y lo hacen a “valores entendidos” porque en ello contemplan la seguridad en el empleo, la prebenda o la oportunidad de participar y hacerse acreedores a la rebanada del pastel, frente a una mayoría ciudadana cívicamente indiferente a la que parece no parece importarle si quienes ejercen su mandato hacen bien, mal o regular el trabajo por el que se les paga con exceso de generosidad.
Y lo que indudablemente constituye llanamente una verdadera mentada de madre para los varios millones de veracruzanos pobres es que partidos y candidatos destinen varios miles de millones de pesos a propalar que, de resultar triunfantes, combatirán desigualdad y pobreza. Eso no tiene madre.
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Difusión: Soberanía Popular
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