Hago el mal, y soy el primero en rugir. Pongo en obra las malas acciones, y hago a los demás responsables de ellas… soy la corrupción de un tronco podrido
William Shakespeare
Perverso, despiadado y capaz de rellenar las urnas para asegurar su sucesión esquizofrénica, con su doble Eviel Pérez, el desgobernador Ulises Ernesto Ruiz Ortiz, heredero del bribón José Nelson Murat Casab (éste a la vez descendiente electoral de otro depredador: Diódoro Humberto Carrasco Altamirano), tiene todo “arreglado” para agandallarse la elección. Compra de votos con regalos, 1 mil pesos por credencial, y toda clase de intimidaciones, tras sembrar el terrorismo de las represiones para cosechar la “mayoría” de los sufragios. Para esto ha lanzado la más tupida campaña de encuestas a modo para adelantar vísperas: imponer a su candidato contra una realidad electoral adversa. Y se prepara para la embestida con su pandilla cazadora de las voluntades individuales (y colectivas en los municipios de usos y costumbres), mucho muy nervioso ante el explosivo conflicto del Municipio Autónomo de San Juan Copala. Éste, centro de gravedad ceremonial de las tradiciones del pueblo triqui y corazón político y social de esa centenaria cultura, acosada, sitiada por los paramilitares del ulisismo, a sangre y fuego con la mira de seguir ejecutando el genocidio en marcha: exterminar a los auténticos triquis… borrar el indigenismo de Juárez.
El Hitler Ruiz Ortiz es el poder tras los paramilitares, que trabajan con todo el apoyo: dinero, comida, armas de alto poder; interrupción de todas las señales (radio, televisión, teléfonos, etcétera) de telecomunicaciones, para aislar del resto de Oaxaca a esa comunidad. Pero, al estallar la violencia el 27 de abril con la emboscada a la caravana de la paz y el homicidio con todas las agravantes de Alberta Cariño Trujillo, directora del Centro de Apoyo Comunitario Trabajando Unidos, y de Jyri Jaakkola, observador de derechos humanos, más las heridas al reportero David Cilia, quien con la periodista Érika Ramírez tuvieron que esconderse, huyendo de las ráfagas de fusiles de asalto AK-47 y AR-15, el ulisismo ha tenido que encender los focos rojos, ya que está en muy serio riesgo la red electorera para su triunfo caciquil.
Esta caravana estaba integrada por 27 ciudadanos que buscaban entrar a Copala para apoyar la lucha política de los triquis, cada vez más diezmados por las matanzas y el cerco para no permitir la entrada de alimentos ni la salida de sus habitantes. Los paramilitares y el desgobierno de Ulises quieren la rendición de los autónomos a cualquier precio. Y por eso los han dejado en el total desamparo, para que los agresores tiren a matar libremente. Es una guerra oficial para deshacerse de los que resisten y que ya son la mitad de los 1 mil 200 que eran. Han sido asesinados no menos de 400, y 300 optaron por huir. El caso es que el ulisismo, que ya abusó del poder represivo durante más de cinco años, no esperaba que Copala se convirtiera en un volcán que sigue haciendo erupción, ya que de jurisdicción local, pasó a ser oaxaqueño, nacional. Y ya es un escándalo internacional por los homicidios, violaciones a los derechos humanos y porque el gobierno federal (por los apoyos de Ulises a Calderón, pues las visitas de éste en tres años pasaron ya de 10) es ciego y sordo ante el drama y tragedia de San Juan Copala, y de todo Oaxaca.
En las páginas de Contralínea (números 180, 181, 182 y 183, de mayo de 2010), está la historia de esa infamia que, a la hitleriana, está llevando el troglodita Ulises hasta sus últimas consecuencias, para ver si las erupciones de Copala no arrasan con su candidato y convierten las elecciones en su funeral político. Y no obstante la resolución, sin sanción, de la Suprema Corte, para imputarle sistemáticas violaciones a los derechos humanos, ha permanecido intocable. Aun siendo uno de los actuales representantes de la delincuencia política que impuso su antidemocrático y antirrepublicano mal gobierno (¡en la patria de Juárez, el del buen gobierno republicano y democrático!) en Oaxaca y en Copala.
Lo que pasa en Copala lleva visos de convertirse en la tumba electoral de Ulises Ruiz y su pandilla, por la vía de que se desconozcan las elecciones, se nombre un gobernador interino y se convoque de nueva cuenta a los ciudadanos para ir a las urnas a elecciones libres. Ya Ulises no tiene asegurada la victoria final, aunque el 4 de julio proclame su triunfo pírrico, manipulando los resultados en los municipios urbanos bajo el control de todas las marrullerías a las que es adicto el troglodita. San Juan Copala es la esquela de la muerte política antes de las elecciones. Y es que Oaxaca ya no es la misma después del genocidio en marcha para, con el éxodo y exterminio de los triquis, intentar acabar con el Municipio Autónomo que, finalmente, conquistarán como tal los sobrevivientes, jurídica y políticamente. Los ulisistas se lavan las manos en la sangre de esos homicidios, alegando que el conflicto triqui es un problema centenario. Pero la mala fortuna es que le ha tocado al actual desgobierno estatal (y federal) tenerlo como un problema político que Ulises y sus cómplices quieren resolver genocidamente: a punta de los matones paramilitares que disparan a todo lo que se mueve en Copala, agazapados en sus alrededores montañosos, en las carreteras, caminos vecinales… en todas partes.
Lo de Copala, como antes lo de la totalidad de Oaxaca, sirvió sólo para una ineficaz valoración de la Suprema Corte… ¡de Injusticia de la Nación! (Atenco, Guardería ABC, pederastas y controversias constitucionales, donde están violaciones a los derechos humanos y antidemocráticas, y antirrepublicanas interpretaciones a la Constitución que demandan la creación del tribunal constitucional para someter a la ley suprema de toda la Unión a esa Corte y sus fallos que ahora son inapelables). Y es que el despotismo y terror sangriento de Ulises Ruiz, al permitir el paramilitarismo, implica haberlo creado (y hasta financiado, como lo aseguran los cientos de miles de víctimas del ulisismo). Y con su desgobierno anticonstitucional, debería ser sometido a juicio político (antes de que emprenda la fuga para gozar de más impunidad), y a juicios penales, para que responda de sus abusos, corrupción y cinismo, con arreglo al deslinde de responsabilidades que fijan los artículos 108 a 114 constitucionales y su ley reglamentaria.
En la caja de pandora mexicana aún permanece la esperanza para deshacernos de los malos gobernantes (sin derramamiento de sangre) por medio de las urnas, como el último recurso contra calderonistas y los Ulises que ya colmaron la desesperación y paciencia de la nación. Copala, mientras tanto, bien puede ser la tumba electoral de Ulises Ruiz-Eviel Pérez. Y su muerte política con su pandilla, abortos de la barbarie del troglodismo.
cepedaneri@prodigy.net.mx
Fuente: Contralínea
Difusión: AMLOTV
No hay comentarios:
Publicar un comentario