Rosario Ibarra
Tragedia en siete cuartillas (“¿daños colaterales?”)
03 de junio de 2010
2010-06-03
Entre la vastedad de documentos que recibo, tanto en la Comisión de Derechos Humanos del Senado, como en el Comité ¡Eureka!, destacan siempre ante mis ojos y reciben toda mi atención, los que tienen que ver con desapariciones forzadas y con muertes de seres inocentes, con crímenes impunes, perpetrados en muchas ocasiones por las mal llamadas “fuerzas del orden”, que resultan ser (triste es decirlo), policías o soldados.
Hoy comparto con los lectores, parte de un escrito de fecha 5 de abril del 2010, del cual copio lo que sigue:
Lic. Felipe Calderón Hinojosa, presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
General Guillermo Galván Galván, secretario de la Defensa Nacional.
Doctor Raúl Plascencia Villanueva, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Ingeniero Eugenio Hernández Flores, gobernador Constitucional del Estado de Tamaulipas.
Enseguida, dirigiéndose solamente al Presidente, se lee: El Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo, ha recibido una denuncia de los ciudadanos Martín Almanza Rodríguez, Cinthya Josefina Salazar Castillo, Carlos Alfredo Rangel Delgado y Vanesa Viridiana Velásquez Carmona, todos ellos de nacionalidad mexicana, mayores de edad, de ocupación empleados y residentes en esta frontera, en contra de elementos del Ejército Nacional Mexicano, por un atentado a balazos cometido en su contra la noche del sábado 3 de abril del presente año, en donde los cuatro resultaron lesionados, falleciendo además dos menores de edad de nombres Bryan Almanza Salazar, de cinco años y Martín Almanza Salazar, de nueve años.
Martín Almanza Rodríguez, de 30 años, en pormenorizado relato, narra luego el horror de los momentos que vivieron él, su esposa y todos los familiares que viajaban en su camioneta, la mayoría menores, hijos de los dos matrimonios.
Narra que salieron de Nuevo Laredo hacia Matamoros “para pasar el fin de semana en la playa Bagdad”; que tomaron la “carretera ribereña Nuevo Laredo-Reynosa y a la altura del kilómetro 118, tramo Guerrero-Cd. Mier, encontramos un retén del Ejército mexicano, integrado por al menos cuatro vehículos y más de 50 soldados”.
Explica que al pasar junto a los militares, disminuyó totalmente la velocidad de la camioneta y bajaron todos los vidrios, mientras esperaban alguna indicación, pero dijo: “Uno de los soldados nos hizo la seña que continuáramos en circulación”.
Lo que sigue narrando es terrible. Expresa la desesperación y el miedo que todos sentían, ya que los soldados empezaron a disparar contra el vehículo por la parte trasera y dos de los mayores resultaron heridos. Los niños gritaban y lloraban y los mayores, a grandes voces, pedían a los militares que no dispararan, aducían que eran gente de paz y que iban con ellos muchos niños.
Martín Almanza, quien conducía la camioneta, la detuvo totalmente, pero les seguían disparando. Narra que decidieron bajarse y correr hacia el monte, ya que tanto él como su cuñado estaban heridos y todos los adultos trataban de proteger a los menores. Aún había claridad —dicen— y decidieron alejarse para tratar de evitar ser alcanzados por las balas, pero al abandonar el vehículo se dieron cuenta de que su hijo de nueve años, Martín Almanza Salazar, “quedó muerto dentro de la camioneta, con impactos en la espalda y tendido boca abajo en la cajuela”.
Cynthia Josefina Salazar, esposa de Martín Almanza Rodríguez, se dio cuenta de que había perdido el conocimiento y le gritaba: “Martín, Martín, no te mueras, hay que sacar a los niños de la camioneta... me paré en la orilla de la carretera y le gritaba a los soldados que nos disparaban que había niños dentro... pero no me hicieron caso”. Cuando mi esposo recobró el conocimiento, se bajó y corrimos al monte... “yo cargaba en brazos a mi niño Bryan y estiraba a las dos niñas, pero en el momento que lo cambié de brazo, me sentí herida en el estómago, pero seguimos corriendo. Después sentí que hirieron a mi hijo Bryan por la espalda... sentí cómo su cabecita se iba para atrás y se le soltaba el cuerpecito y le grité a mi esposo que nos habían matado a Bryan... entonces él me ayudó a cargarlo hasta la casa donde nos dieron refugio”.
“Me siento muy triste porque mi hijo Bryan murió en mis brazos y no pude protegerlo”...
Y termina: “Yo quisiera decirle al presidente Calderón que sepa lo que está pasando con los militares; ellos tienen hijos y no les gustaría pasar por lo que nosotros estamos pasando. Queremos justicia, queremos ayuda.... ¡que se castigue a los responsables!”.
Muchísimos mexicanos que se han enterado de tragedias similares en el país opinan con un dejo entre sarcasmo y amargura: “Tanto el ‘jefe supremo’ como el ‘ministro del Interior’ sólo dirán: ‘daños colaterales’”.
Dirigente del comité ¡Eureka!
Fuente: El Universal
Difusión AMLOTV
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