miércoles, 1 de septiembre de 2010

Trabajo doméstico






En concreto | Laura Itzel Castillo

El pasado 21 de agosto participé en un evento organizado por militantes del Partido del Trabajo bajo el título: Construyendo la autonomía económica de las mujeres.
Dentro de los temas abordados se analizó el trabajo doméstico no remunerado que se realiza como parte de las actividades cotidianas en el seno familiar. Trabajo que no es reconocido, que obviamente carece de seguridad social e implica una doble jornada de trabajo.
Hace ya 27 años, como parte del Segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, realizado en Perú, se declaró el día 22 de julio como Día Internacional del Trabajo Doméstico.
De acuerdo al diagnóstico presentado en el Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres (Proigualdad), del Instituto Nacional de las Mujeres, se aprecia que en México los hombres solamente dedican en promedio 9.3 horas a la semana para el trabajo doméstico, en contraste las mujeres invierten 42.4 horas de su tiempo a la semana para estas actividades.
Desafortunadamente para gran parte de la sociedad resulta difícil de comprender y por ende reconocer, que las labores que realizan las mujeres desde el interior de su vivienda representan una aportación real no solamente para la familia, sino para la sociedad en su conjunto y para la economía nacional.
Un estudio elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), asegura que el trabajo doméstico en México aporta más de 115 millones de dólares al mes. Cálculos que están basados, entre otros factores, en los costos necesarios para reemplazar la mano de obra que debiera realizar esa tarea.
De esta manera, la Cepal calcula que el trabajo doméstico representa por lo menos 20% del Producto Interno Bruto del País.
En un boletín de la Agencia Feminista CIMAC, se define al trabajo doméstico desde un marco conceptual, como: “El conjunto de actividades obligatorias y gratuitas que realizan las mujeres en todos los hogares como parte de las medidas para dignificar la calidad de vida que incluyen cuestiones de higiene y salud como lavar, planchar, cocinar, cuidar, arreglar y servir.”
La diferencia que existe entre los roles que realizan los hombres y las mujeres da como resultado que sean estas últimas las que dejen de “producir remuneradamente”, debido a una desigual distribución de responsabilidades y a problemas de carácter cultural, dominados por una visión patriarcal.
María Ángeles Durán, en su libro, El valor del tiempo ¿Cuántas horas le faltan al día?, nos muestra que el tiempo que utilizamos en actividades domésticas se convierte en un “tiempo intangible”, el cual no podemos acumular como stock, no se recupera, sólo se consume y desvanece.
Por esto es necesario dar pasos firmes para trabajar por lograr que las mujeres sean reconocidas plenamente y adquieran verdaderamente su autonomía. Recordemos que autonomía etimológicamente significa auto: uno mismo, y nomos: norma.
Autonomía económica para que tengan la capacidad de generar sus propios ingresos. Autonomía física para decidir soberanamente sobre sus cuerpos sin ataduras medievales guanajuatenses, y con entera autonomía política para tomar sus decisiones libremente.

Fuente: El Universal
Difusión AMLOTV

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