México SA
La factura de Mexicana
Concesiones y pachorra
PGR: hechos, no dichos
Carlos Fernández-Vega
De acuerdo con la brillante idea de los rescatistas y salvadores de la aerolínea más longeva del país, Mexicana de Aviación podría retomar los cielos nacionales e internacionales sólo si sus trabajadores de aire y tierra pagan por la rapiña, los excesos y los malos manejos del intocado empresario hotelero Gastón Azcárraga Andrade, y de pasadita por los olvidos, la ceguera y la pachorra, por decirlo suave, del gobierno federal (en este caso personificado por Juan Molinar Horcasitas, increíblemente aún secretario de Comunicaciones y Transportes) en eso de supervisar y constatar la salud operativa y financiera de quienes han sido beneficiados con una concesión federal, como en el caso citado.
A lo largo de cinco años (desde que en diciembre de 2005 el gobierno foxista le entregó la aerolínea al presidente del Grupo Posadas), Gastón Azcárraga Andrade se dedicó a chantajear con la inminente quiebra, a mutilar los contratos colectivos del personal de Mexicana de Aviación y, paralelamente, a saquear financieramente a la empresa para fortalecer a otros dos negocios asociados (Click y Link). El entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, Pedro Cerisola, no dijo ni pío.
Concluyó el sexenio del cambio, y a la oficina principal de esa dependencia del Ejecutivo llegó el inefable Luis Téllez, quien no se dio cuenta de las inmundas prácticas del citado hotelero en su manejo de la concesión federal. Tal funcionario fue destituido, aunque no por su deficiente labor al frente de la SCT, ni por su ceguera en el caso de la citada línea aérea, sino por haber balconeado a Carlos Salinas de Gortari quien, según dijo, se robó la partida secreta del presupuesto federal (de cualquier suerte fue premiado con la presidencia de la Bolsa Mexicana de Valores).
Por decisión del inquilino de Los Pinos el relevo de Téllez en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes fue Juan Molinar Horcasitas, quien hizo lo mismo que dos sus antecesores (nada), mientras Azcárraga Andrade seguía mutilando los contratos colectivos, saqueando a Mexicana de Aviación y creando otra empresa (Nuevo Grupo Aeroportuario) para fortalecer los negocios paralelos y evadir responsabilidades. Cada uno en su momento, los tres personajes citados actuaron de la misma forma: nada vieron, nada oyeron, nada dijeron, mientras el empresario hotelero reventó el negocio, aventó la toalla y se fue tan campante dejando el espantoso tiradero tras de sí, es decir, hizo lo mismo que en 1994 cuando este consorcio fue salvado por el Fobaproa.
En el mismo contexto, dos secretarios del Trabajo nada vieron, nada oyeron, nada dijeron: Francisco Javier Salazar (protector de otro empresario voraz, Germán Larrea, el de Pasta de Conchos y Cananea), titular del ramo en el último año de la administración Fox, y el siempre oportuno Javier Lozano Alarcón, designado por el actual inquilino de Los Pinos. Ambos permitieron, sin más, la mutilación de los contratos colectivos en Mexicana de Aviación y la sistemática cancelación de plazas laborales, cuando se supone que deberían haberlo impedido. En este par Gastón Azcárraga también encontró un fuerte respaldo para seguir adelante con su plan de negocios en la aerolínea, hasta que en agosto pasado todo reventó, y el hotelero dijo allí se ven, dejando la papa caliente a quien otorga la concesión.
Sólo hasta entonces apareció la supuesta autoridad. De la nada surgió la misteriosa Tenedora K, cuyo plan de rescate y saneamiento de Mexicana de Aviación resultó más depredador aún que el puesto en marcha por el propio Azcárraga Andrade. Advent, Grupo Industrial Omega y Grupo Arizan se anotan para adquirir 95 por ciento de la aerolínea y para ello ofrecen 49 millones de dólares, siempre y cuando se diera de baja a 100 por ciento de la plantilla laboral, para después recontratar, ya sin contrato colectivo, a 25 por ciento de los trabajadores, en el mejor de los casos.
Entonces, el avezado Juan Molinar Horcasitas aseguraba que lo de Mexicana de Aviación no es quiebra, mientras Javier Lozano afirmaba que la aerolínea reanudará sus vuelos a partir de diciembre próximo, y que nunca podría estar de acuerdo en que se haga un planteamiento en el que se pretenda liquidar al ciento por ciento del personal, no con base en su contrato colectivo, sino conforme a la Ley Federal del Trabajo a secas para después contratar a una cuarta parte.
La misteriosa Tenedora K huyó de la escena, y de la nada apareció el Grupo Ixe (uno de los accionistas con Gastón Azcárraga) para rescatar y sanear a Mexicana de Aviación. Su propuesta fue exactamente igual a las anteriores: que paguen los trabajadores; que se vayan todos, con miserables liquidaciones (pagaderas cuando haya dinero), y que se recontrataría al mínimo posible. La respuesta de los trabajadores fue la misma: de ninguna manera. Así, Ixe se retiró y el personal de la aerolínea procedió a demandar a Juan Molinar Horcasitas, aunque éste ni se enteró, porque estaba otorgando los títulos de concesión de la licitación 21.
La oferta, por llamarle así, de Ixe la resumió el dirigente de los trabajadores de tierra de Mexicana de Aviación, Miguel Ángel Yúdico: la indemnización ofrecida equivale a 10 por ciento de lo que marca el contrato colectivo; el personal aportaría 90 centavos de cada peso al rescate y saneamiento de la aerolínea. Entonces, el banco se retiró, los trabajadores se quedaron, y el secretario del Trabajo anunció por Twitter: “el concurso mercantil sigue adelante con la leve esperanza de lograr un nuevo arreglo. Si no es así, procede la quiebra… Trataremos de que esto pueda salir adelante. Si no, vigilaré que se respeten los derechos laborales en la liquidación… No habrá requisa ni rescate”.
Y colorín, colorado, esta telenovela no ha acabado. Si los legalmente responsables de supervisar y constatar la operación y manejo financiero de las concesiones federales hubieran estado al tanto, Mexicana de Aviación estaría volando, y los trabajadores no tendrían por qué ser obligados a pagar la factura. Pero, ¡sorpresa!, estamos en México, Sociedad Anónima.
Las rebanadas del pastel
Dice el procurador general de la República, Arturo Chávez Chávez, que la inacción con tintes políticos también es injusticia y vulnera el estado de derecho, y que la justicia con tintes políticos, simplemente no es justicia. Pues bien, que lo demuestre, porque existe una averiguación por la muerte de 49 niños en la guardería ABC de Hermosillo, que implica a Juan Molinar Horcasitas y otros, que a la fecha permanece congelada, es decir, inactiva, o lo que es lo mismo, vulnera el estado de derecho. Va de nuevo: hechos, no discursos.
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Fuente: La jornada
Difusión AMLOTV
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