lunes, 31 de enero de 2011

Activistas culpan a Felipe Calderón del incremento de la violencia en México


MAURICIO FERRER

Integrantes de diferentes organismos no gubernamentales llevaron a cabo ayer la tercera manifestación por el cese a la violencia como parte de la campaña ¡No más sangre!.

“Estamos aquí para que el gobierno nos escuche, estamos en solidaridad con las víctimas que han fallecido en la guerra de Calderón”, expresó Marco Solís, activista de la Asociación de Redes y Movimientos Sociales (Aremos).

“¿No sabes cómo dar a conocer tu encabronamiento, decepción, paranoia o apatía ante la pinche situación que vivimos en nuestro país? Te sugerimos que hagas lo siguiente: 1) En un pedazo de papel, cartulina o lo que sea pinta el letrero ¡Basta de Sangre! 2) Ponlo donde puedas: en tu coche, en tu escuela, en las ventanas y puertas de tu casa, en tu centro de trabajo, en los postes, en la iglesia...¡donde puedas y quieras!”, reza el volante que han repartido los miembros de la campaña. Según sus datos –tomados de un diario nacional– unas 34 mil 763 personas han sido asesinadas en el país desde que Felipe Calderón asumió al poder y hasta el 31 de diciembre de 2010".

“Esta guerra la emprendió Calderón puesto que no había necesidad que metiera al pueblo inocente de forma directa, indirecta, esos daños colaterales que se han dado por haber dado el batazo al avispero”, expresó el activista.

Según él, la guerra que el panista Felipe Calderón inició desde que llegó a Los Pinos ha sido usada para tratar de legitimar una presidencia cuestionada luego de los comicios de 2006.

“Quiere usar (Felipe Calderón) la fuerza pública, el Ejército para decir que representa a la sociedad”, añadió.

“Tenemos que hacerle saber a los de la estúpida guerra, que estamos hasta la madre de ellos, que también los muertos tienen familia que les llora, que todos son mexicanos y que ya queremos vivir en paz. ¡Que ya basta de sangre!”, concluye la información impresa repartida ayer tanto en la explanada del mercado San Juan de Dios como afuera de la Biblioteca Iberoamericana, en el centro de Guadalajara.

Fuente: La Jornada de Jalisco

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