viernes, 21 de enero de 2011

El PAN y El gatopardo


Jueves, 20 de Enero de 2011 00:00
Escrito por Daniel Dueñas

Harto he empleado la sentencia política que le da estructura a la novela El gatopardo, cuando el personaje central dice: “vamos a cambiar todo para seguir iguales”, frase que se ha convertido en una realidad en todos aquellos gobiernos que anuncian el cambio como solución a los problemas que padecen.

Para México no resulta extraño, ni sorpresivo, ni novedoso haber escuchado en voz de sus gobernantes tal sentencia, tal promesa de cambios supuestamente radicales, supuestamente benéficos, que a la hora de la verdad, lo son, sí, pero para continuar, para seguir iguales, sin novedad alguna en su economía, bienestar físico, igualdad en el trato como personas respetables, en la impartición de justicia y, lo más importante, el respeto a su ser como ciudadanos, merecedores de mejores ingresos, poseedores de un techo hogareño, de mejores salarios y recipientes de sus derechos constitucionales.

En la última década esas promesas de cambio, esos juramentos de que con ellos encontraríamos el Paraíso, ofrecido este por Vicente Fox, embustero que nos lo ofreció como la panacea que nos llevaría al Edén, cambios que no tuvieron un destino feliz, pues sólo fueron de palabra y, por ende, no se llevaron a cabo, sino para seguir no como antes, sino peor.

El hombre de la botas vaqueras, el cow boy guanajuatense, el John Wayne de León, el héroe que cabalgaría por los senderos de la suave patria para salvarla de la ignominia, de la pobreza, del estado de corrupción creado por los gobiernos anteriores, apantalló con su oratoria de anunciador circense, voz que emitía promesas imposibles de cumplir, pero que, dadas las ganas, los deseos, de los mexicanos de un cambio en el sistema de gobierno que tenía siete décadas en el poder, le fueron creídas, como si estas fueran de un Zarathustra que de nuevo bajaba de la montaña para traerles su mensaje de paz y bienestar, aunque fuese imposible de llevarse a cabo, porque quien en sus cinco sentidos podía pensar que, por ejemplo, la guerrilla chiapaneca la podía extinguir en quince minutos, o elevar de un día para otro en producto interno bruto del tres al siete por ciento, o crear de inmediato fuentes de trabajo para todos y cada uno de los inocentes y, repito, desesperados mexicanos que votaron por él.

El resultado usted y el resto del país lo conocemos: hubo, sí, cambios, pero para volver a lo mismo, aumentando en males.

Hoy, una década después, los herederos de Fox y del triunfo del PAN de nuevo en los comicios, merced a otra oportunidad que le dieron a ese partido los votantes, aun no vemos cambio alguno que en verdad nos haga bien, de no ser los realizados por el jefe de la nación en su gabinete, considerado por la mayoría ciudadana como uno de los menos eficientes en la historia política del país, grupo de secretarios de la presidencia que poco o nada han hecho para ayudar a su jefe en el buen gobierno de la nación. Por ello, no veo que nos beneficien estos cambios y enroques, que el de aquí se vaya para allá, o equis se cambie por zeta, o alfa se convierta en omega, si, al fin de cuentas todos son iguales. Todos hombres orquesta, funcionarios mil usos, que lo mismo administran la seguridad social, que construyen puentes, carreteras aeropuertos o educan a la niñez, o se responsabilizan en las fuentes de energía derivadas del petróleo, el agua o los vientos, o contabilizan bancos y fideicomisos fantasmas, o pretenden enmendar la Constitución con cambios que, seguramente, será para que los mexicanos sigamos iguales….

Fuente: La Jornada de Morelos

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