México en tobogán
Porfirio Muñoz Ledo
Mal comienza la semana para el que ahorcan el lunes, dice un antiguo refrán, y peor el año para un pueblo sin esperanza. El fin del 2010 se prolongó morosamente durante el asueto en el que estuvimos expuestos a las cifras demoledoras de balance que apuntan todas a una decadencia nacional sin atenuantes ni expectativas. No he leído —ni podría haberlo— un solo saldo o comentario positivo sobre el periodo que termina.
Los datos giran en torno a dos esferas primordiales: el estado de inseguridad extrema y el deterioro de la economía real. Pero también, a la desintegración de las instituciones políticas y el profundo deterioro de la moral ciudadana. El análisis comienza a tomar perspectiva y abarca tanto los cuatro años de esta administración como los 10 de la alternancia panista, progresiva y acumulativamente desastrosa.
Está ausente, sin embargo, la consideración sistémica del ciclo neoliberal, cubierto desde fines de los 80 por la alianza de dos partidos, sometidos y secuestrados por los poderes fácticos. Sabe a lágrimas de pricodrilo la saña con que los antiguos cómplices reprochan hoy la actuación de quienes ostentan formalmente el poder. Los responsables mayores de la catástrofe son sus iniciadores y encubridores, que carecen de título histórico para pretender su regreso al gobierno.
Para muestra dos botones centrales: el salario y el empleo. Si bien resulta escandalosa la pérdida acentuada del ingreso de los trabajadores frente al alza imparable de los precios —comenzando por la tortilla y los combustibles— no es menos cierto que ese descenso ha sido constante durante tres decenios y que desde 1976 el salario ha perdido 78% de su valor adquisitivo. La expropiación de tres cuartas partes del valor del trabajo, la contracción del mercado interno, la evaporación de la clase media, la obturación de la movilidad social y la desigualdad estructural.
A pesar de las fanfarrias oficiales, es claro que durante esta administración se han dejado de crear dos millones de empleos y que los anotados en la estadística del 2010 como nuevos son recuperación de los perdidos en el 2009. En total: sólo 172 mil empleos abiertos durante la crisis, se incrementó a un millón 600 mil en la cesantía y a un millón 100 mil en el sector informal. Por añadidura, 72% de profesionistas insatisfechos que buscan cambiar de trabajo.
En una encuesta levantada por Reforma, cerca de 85% no piensa comprar este año ni televisor ni coche, ni menos cambiar de pareja; que el 77% pedirá préstamos, menos de la mitad tomará vacaciones y el 42% no vería con malos ojos irse del país. El estancamiento y la inseguridad en nuestro territorio frente a un horizonte de oportunidades en el extranjero. El testimonio patético de la desintegración nacional.
El baño de sangre domina el panorama interno. El año más mortífero desde la fase aguda de la Revolución Mexicana: esa fue la celebración centenaria. Un muerto cada 40 segundos en la lucha con el crimen organizado. Cerca de 14 mil ejecuciones en 12 meses, 200% más que en el 2009. Un antídoto, sin duda —como la migración y la informalidad— contra la revuelta armada, pero la disolución aberrante del Estado, los derechos humanos y la paz pública que debería salvaguardar.
Esta orgía macabra es fruto inmediato de la ilegitimidad y de la obcecación, pero también de la corrupción. Como ésta, viene de lejos y es su matriz la adopción de una “estrategia regional de seguridad”, abonada por los “acuerdos ejecutivos” entre procuradurías —que nos disponemos a abolir en la nueva Ley de Tratados— por el ASPAN y el Plan Mérida, según los cuales el norte pone las armas y el grueso del consumo, mientras nosotros ponemos los muertos y sacrificamos a nuestra juventud.
La Vía Radical, o sea el advenimiento de una democracia social, honesta y participativa, es el único camino posible para remontar el tobogán.
Diputado federal del PT
Fuente: El Universal
Difusión AMLOTV
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