lunes, 11 de julio de 2011

¿Elecciones democráticas?


JOSÉ MANUEL ZEVALLOS P. - VIERNES, JULIO 08, 2011

El domingo pasado se realizaron las elecciones de gobernador en los estados de México, Coahuila y Nayarit. De la primera de ellas, se dijo anticipadamente que sería un ensayo de lo que van a ser las presidenciales en el 2012, y por ésta se sabría el grado de preparación y la resistencia que podría encontrar el PRI para ganar la nacionales.

Aun cuando no se entienda claramente cuáles son las similitudes electorales, que producirían consecuencias iguales, entre circunstancias tan diferentes, ni a qué se debe la necesidad de tal comparación, se termina por aceptar que hay elementos parecidos en ambos casos que pudieran generar algunas semejanzas, más por las características peculiares de la política mexicana que por razones técnicas o científicas, por ejemplo: El uso ilegal de enormes sumas de los dineros del pueblo: para promover la imagen de los candidatos oficiales; comprar votos; desatar una guerra sucia contra los oponentes o pagar un enorme aparato semigubernamental que colabora al fraude electoral. (Elba Esther dixit). Este “manejo electoral” tiene la ventaja de promover, adicionalmente, el apoyo económico, igualmente ilícito, de fuertes grupos capitalistas que, como el de Atlacomulco, después pedirá a cambio “algunos favores” que regularmente se traducen en buenos negocios, con beneficios recíprocos para políticos e industriales.

Lo cierto es que el domingo en la noche el PRI anunció su triunfo total en los tres estados donde hubo elecciones y en “el modelo” del estado de México, ninguno de los competidores objetó la victoria.

Al conocerse los resultados finales, los “expertos” en la materia formularon varios diagnósticos al respecto: a) Que los electores habían castigado al PAN por su ineficiencia en el gobierno federal, mandándolo al tercer lugar de la votación; b) Los números revelaron que al rechazar López Obrador las alianzas para esta elección, el PRD perdió la oportunidad de presentar un frente más combativo; c) Que Encinas equivocó la campaña, le faltó agresividad a su discurso y hacer un mayor número de promesas, semejantes a las que sí hizo el candidato triunfador. Otros “expertos” diagnosticaron que el PRD demostró su desconocimiento de las reglas que rigen “las elecciones democráticas modernas” pues elaboró un discurso primitivo y no supo recurrir a la comunicación moderna para “llegarle al electorado”, por lo cual ahora cosecha los resultados, etcétera.

Enfocar así el análisis de las pasadas elecciones es partir de los puntos de vista del Sistema, esto es, aceptar que ésta fue una competencia democrática, donde hubo equidad y respeto para todos los partidos y sus candidatos, donde no hubo candidato “oficial” ni se manejaron ilegalmente, abundantes recursos públicos a favor del candidato del PRI y numerosos apoyos económicos del grupo Atlacomulco. Sería también ignorar la compra de votos, los acarreos multitudinarios a cualquier precio y el apoyo que se brindó también desde otros estados, al futuro gobierno que, en su momento, habrá de corresponder durante la campaña presidencial del PRI en el 2012. Adoptar tal actitud significaría, además, ignorar o pasar por alto una realidad abrumadora que, por semanas, estuvo a la vista de todos los mexicanos.

Es cierto que los votantes mexiquenses aplicaron el pasado domingo, como ya se dijo, un voto de castigo al PAN y que esto no fue por cuestiones estrictamente relacionadas con el estado de México, sino por la irresponsabilidad criminal e ineficacia que han demostrado quienes ahora manejan el país, al hundirlo en una guerra absurda, pero atribuir la derrota del PRD a la muy relativa intervención que tuvo López Obrador en el proceso electoral, es absurdo, especialmente porque sólo se opuso a una alianza imposible, ni siquiera acotada aún y que se habría realizado entre dos fuerzas irreconciliablemente opuestas: La izquierda y la derecha mexicanas, coalición que precisamente había sido ácidamente criticada anteriormente, por los mismos “periodistas” que ahora la consideran indispensable. Dicha unión habría terminado –en el supuesto caso de haber triunfado– como el rosario de Amozoc: En un gobierno peor del que ahora, “no gobierna el país”.

Por otra parte, argumentar que Encinas no ganó porque no hizo lo mismo que Eruviel es verdaderamente risible. Ni Encinas contó jamás con semejantes recursos económicos, ni el aparato del PRI tiene la misma percepción del país que el primero: El perredista representa a la izquierda, Eruviel a toda esa fuerza económica que se ha infiltrado en el PRI mexiquense y manejado a ese estado como cosa propia, llevándolo en ocasiones a relaciones fronteras con el delito, como pudo observarse recientemente en el caso Hank Rhon, distinguido priísta y ex funcionario de ese partido, acusado e investigado por autoridades nacionales, la DEA y el FBI en relación a delitos tales como lavado de dinero, contrabando de armas, narcotráfico y homicidio.

Como se ve por lo anterior, poco tiene que ver el juego de intereses anteriormente mencionado con la democracia y la voluntad popular; y mucho, en cambio, con el futuro control del país por mafias de toda laya.

La inminente campaña que desarrollará Enrique Peña Nieto, rumbo al 2012, es fácil de imaginar: Empleará recursos fabulosos para ganar y controlar el país. ¿De donde provendrán? El pueblo podrá advertir, si se lo propone, que el candidato es una creación cuidada de la mercadotecnia contemporánea, diferente a lo que ha visto hasta la fecha, más cercano a un actor de telenovela que a un político tradicional. Estudiado en sus poses, y actitudes de modelo y, por ello, sujeto a toda clase de frivolidades como el cuidado exagerado del peinado, el maquillaje, la ropa y las joyas (no en balde es comprador distinguido de una de las tiendas más exclusivas de Beverly Hills, con un promedio de gastos de más de un millón de dólares por año), Peña Nieto es un producto de la propaganda por y para la televisión, pero sin una trayectoria que lo haya mostrado como conocedor auténtico de la problemática nacional.

Este es el posible mandatario que le espera a México si tienen éxito sus planes, o mejor dicho, los de las personas que proyectan su candidatura y ya se frotan las manos pensando en lo que significará para ellos ese triunfo. ¿Se presentará, entonces, la nueva candidatura como “popular” y generadora de un gobierno que “piense en los pobres? No se puede olvidar al efecto que la población mayoritaria del estado de México es de escasos recursos: En la zona norte en Lechería, Tlalnepantla, Ecatepec y muchas pequeñas comunidades más, viven hacinados cientos de miles de obreros que perciben apenas un salario mínimo, y al sur y sureste, en la enorme zona de Chalco, Ciudad Netzahualcóyotl, los Reyes, etc., convertidas, ahora, parte en ciudades dormitorio y parte en villas miseria, resultan una prueba inconfundible de que en los últimos seis años la verdadera preocupación de Peña Nieto estuvo muy lejos de sus habitantes. Por último, es importante saber que el pasado domingo se abstuvieron de votar 56.5 por ciento de los votantes posibles del estado y esto no representa ningún aplauso para el PRI. Todo esto y mucho más debe formar parte del análisis y la explicación de lo que pasa en el estado de México y sus elecciones, pero también de lo que puede pasar después.

Fuente: La Jornada de Veracruz

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