NORMA TRUJILLO BÁEZ
Veracruzanos de la zona de Tierra Blanca y del sur del estado se hacen pasar como migrantes, pidiendo dinero, “Han agarrado a los migrantes como negocio, piden a la gente que les dé dinero y si no se los dan se molestan”, también llegan en los trenes de los migrantes y se plantan en la terminal de Córdoba, denunciaron Las Patronas, quienes, señalaron que tienen problemas con el sacerdote del pueblo. “ya que él quiere que oremos y nosotras no estamos muy metidas en la iglesia porque creemos que haciendo cosas buenas nos acercamos a Dios”.
En entrevista, Lorena Aguilar Hernández, dio a conocer que uno de los problemas actuales es que existe gente que se hace pasar como migrante y piden dinero, “los verdaderos migrantes no piden dinero, ellos quieren agua, comida cambiarse su ropa, bañarse, pero los otros llegan a pedir dinero, lo han agarrado como negocio”, explicaron.
Asimismo, Norma Romero, coordinadora de Las Patronas –Organización de Mujeres que dan de comer a migrantes centroamericanos por su paso en Amatlán–, dijo que que se ha infiltrado entre los migrantes miembros de la delincuencia para preguntarles su opinión sobre el crimen organizado, “pero nosotros tampoco tenemos porqué hablar de ellos, ya que hemos visto que muchos muchachos se meten a esas cosas por la pobreza en la que viven, por la necesidad y no tener trabajo caen en ese juego, que muchas veces para ellos también es difícil, también lloran, también tienen familia”.
No obstante, coincidieron que como grupo que apoya a migrantes centroamericanos no han tenido ninguna amenaza por grupos criminales, sólo se infiltran para saber qué es lo que ellas piensan de ellos, “pero nuestra idea es seguir dando de comer a quienes van en el tren”, que pese a los últimos acontecimientos en donde migrantes fueron asaltados, algunos heridos y otros tirados del tren, no ha disminuido el flujo, “diariamente pasan por allá” (Amatlán).
Disyuntiva con el padre
Norma señaló que tienen algunos problemas con el padre de la localidad, “porque nosotras no somos de misa, de estar en la iglesia sino atender el comedor, darles comida a los migrantes, somos de la iglesia pero la labor la realizamos fuera del templo, si acudimos a nuestra misa pero no estamos todo el tiempo metidas allí”.
La activista precisó que el padre Julián Verónica, encargado de la pastoral social, “quisiera vernos todo el tiempo en la iglesia y nosotras creemos en Dios pero más que darnos golpes de pecho en la iglesia y estar orando y orando, lo que hacemos es nuestra labor de dar de comer a los migrantes. En vez de estar orando estamos preparando comida. Dios está en todo lugar y desde que estamos preparando la comida lo estamos invocando pidiéndole que no se caigan los muchachos, que puedan agarrar el alimento y que alcance para todos”.
“Allí en el centro acude una orden Franciscana, llega a darnos preparación, no podemos estar en el templo, pero sí podemos recibir gente que nos pueda apoyar y a hacer conciencia de lo que es Dios”, dijo Norma.
El apoyo por parte del gobierno estatal es limitado
Son 14 mujeres de una sola familia, quienes todos los días desde las nueve de la mañana, alistan el fuego, las cacerolas, cocinan 20 kilos de arroz y 20 kilos de frijol –diario–. Luego llenan de agua las botellas, alistan las tortillas, ahora cada una de Las Patronas se va turnando un día para hacer de comer. Del albergue de Tierra Blanca les llaman para visarles “ahí va el tren”, son dos horas y media, para que llegue a Amatlán. Entonces embolsan la comida y piden a Dios que todos los migrantes a bordo del tren alcancen a agarrar los alimentos para que al menos tengan qué comer ese día.
Luego que su activismo se conoció en el mundo, después de un reportaje publicado hace más de seis años en un medio de comunicación libre, la sociedad civil volteó a verlas, los medios de comunicación también y las autoridades hicieron por anunciar que las ayudarían, sin embargo, a la fecha, Las Patronas sólo reciben por parte de la Dirección de Migración del gobierno del estado despensas bimensuales.
Norma, expuso que son 150 despensas que constan de un kilo de arroz, un kilo de frijol, galletas y atún, lo que equivale a 150 kilos de arroz, pero ellas de manera diaria cocinan 20 kilos, es decir, 140 kilos de arroz a la semana; lo mismo ocurre con el frijol, por lo que el apoyo del gobierno estatal es insuficiente, de manera que siguen pidiendo cooperación a la población que coincide en dar una esperanza de vida a los migrantes que van hacia los Estados Unidos.
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