Por : Yadira Llaven
A las 13:30 horas del martes fue liberado del penal de Cholula Eduardo Salazar Velásquez, de 19 años de edad y oriundo de San Bernardino Tlaxcalancingo, luego de que familiares y amigos realizaron una colecta para pagar la fianza de 28 mil 500 pesos, que le impuso el juez por los delitos de cohecho y resistencia a la detención.
Es el tercer joven que fue inculpado por planear desestabilizar el desfile cívico del 5 de mayo, que encabezó el presidente Enrique Peña Nieto, y el último en recuperar su libertad, pues su madre dedicada a las labores del hogar no contó con el recurso para sacarlo de la cárcel desde el lunes.
Notoriamente conmocionado por la situación, Eduardo Salazar fue recibido por unas 30 personas que esperaban su salida del reclusorio, desde las 8 de la mañana, entre los que también se encontraban activistas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y del #YoSoy132 en Puebla.
Con pérdida de peso corporal, un derrame en el ojo izquierdo, los labios partidos y una vestimenta desgarrada que probó su violenta detención, apareció un lánguido Eduardo, que abrazó a su madre Rafaela Velásquez de la Rosa y a su hermana Fabiola, entre el sollozo y la rabia.
Al grupo de medios de comunicación y a los activistas que hicieron guardia para esperar su salida, agradeció la presión mediática ejercida contra el gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas para impedir que fuera desaparecido.
“Agradezco de corazón las atenciones hacia mi familia y mi persona, la lucha en la que nos metimos fue intensa, dura, pero el espíritu aún lo tenemos. Esta prueba fue superada gracias a los compañeros de causa y solidarios”, dijo entre el llanto, que fue cortado por los aplausos.
Posteriormente, el joven relató a los reporteros que fue detenido de forma brutal por agentes de la Procuraduría General de Justicia del estado (PGJ), que lo mantuvieron por cuatro horas dentro de una camioneta, mientras permaneció encapuchado.
Reveló que la Policía le exigió que desde su teléfono celular enviara un mensaje a Iván Guizazala, el segundo detenido por la misma causa, para citarlo una hora después en el Paseo de San Francisco.
Sin embargo, el joven dijo que en lugar de delatar a su compañero optó por borrar el número de Iván de su teléfono, lo cual causó la ira de los uniformados.
“No les vi las caras, pero esto provocó que tres policías me encañonaran en la cabeza”, denunció el activista, quien en todo momento negó que en su casa hayan encontrado bombas molotov, que supuestamente emplearían para desestabilizar el desfile cívico.
Posteriormente dijo que fue trasladado por los policías a un cuarto, donde se encontraba su compañero Néstor López Espinosa. Los dos llevaban un día sin comer ni beber agua.
–¿Durante tu detención fuiste golpeado o intimidado? –le preguntó esta reportera.
–Fui golpeado, me vendaron los ojos y me amenazaron con morir por amenazar al “jefecito”.
“Nos comenzaron a molestar, nos decían si éramos gays y que nos iban a obligar a violarnos entre los dos; y en eso una señora se acercó a preguntarnos si estábamos listos para que nos comieran los tiburones, pero no dijimos nada, y finalmente nos pasaron a un pasillo donde estuvimos toda la noche”, relató claramente.
En todo momento, Eduardo recalcó que tanto él como Néstor nunca se enteraron que estaban en el Ministerio Público, hasta tiempo después, cuando comenzaron a pedirles datos personales y de sus familiares.
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