sábado, 18 de julio de 2009

El gobierno sí negocia con delincuentes




Ramón Alfonso Sallard
El gobierno sí negocia con delincuentes

La Familia, organización criminal michoacana que utiliza tácticas guerrilleras, se presenta a si misma no como un grupo delincuencial cuyo fin es el enriquecimiento y el lucro por medio de la violencia, sino como un ente o confederación dedicada a la protección de sus miembros y al ejercicio autónomo de la ley, aplicando para ello diversos códigos de honor.

Al presentarse como Hombres de Honor al estilo de la antigua mafia siciliana, los integrantes de esta agrupación pretenden diferenciarse de otras organizaciones delictivas que no respetan ni vida ni bienes de familiares de sus adversarios, ni tampoco se ocupan mucho de las víctimas inocentes de su actividad.

Desde el nombre revelan sus prioridades. Además, el discurso de sus voceros haciendo énfasis en que sólo se congregaron para defenderse de otros grupos criminales que extorsionaban, robaban y mataban, habla de una bien estructurada estrategia de comunicación que, si se combina con derrama económica u obras en determinadas regiones, adquiere arraigo y base social.

La Familia no sólo abrió fuego contra la Policía Federal en Michoacán, aplicando tácticas de guerra de guerrillas, sino que también lanzó una ofensiva pública, propagandística, contra el gobierno federal. La llamada de su presunto líder a un noticiario de televisión de Morelia, ofreciendo pactar con Felipe Calderón, se inscribe en ese marco.

Conocen la dinámica de los medios y saben cómo generar noticias de alto impacto. Por eso, en la misma conversación telefónica, el presunto jefe de la organización también le advirtió al gobierno federal que no se metiera con las familias de su gente. Que peleara limpio. Sus palabras llevaban implícita la amenaza contra Calderón y los suyos, muchos de los cuales viven en Michoacán. En Los Pinos hubo un acuse de recibo inmediato, pues los guardias del Estado Mayor Presidencial empezaron a utilizar chalecos antibalas y las medidas de seguridad se extremaron.

A Calderón, que insiste en su insostenible cantaleta de que el gobierno le va ganando al crimen organizado, se le está regresando como bumerán su declaración de guerra al crimen organizado. La Familia le tomó la palabra y ahora exige que se le reconozca como grupo regular y que se aplique la Cuarta Convención de Ginebra, que incluye diversos convenios internacionales para el tratamiento a heridos, prisioneros y civiles.

Por eso Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación, se apresuró a decir que el gobierno federal no negocia ni pacta con criminales que secuestran, torturan y matan a policías. Con toda claridad hay que decirle que miente. Es más: miente con toda premeditación, alevosía y ventaja.

El gobierno federal sí negocia con delincuentes de la peor calaña. Lo hace para que éstos denuncien a sus compinches o a quien le ordene la autoridad, de acuerdo con la agenda política de Los Pinos. Sólo que a estos criminales, que son capaces de las peores bajezas para salvar el pellejo, les llaman testigos

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