México SA
Fanfarrias financieras por señales de recuperación
Públicas ahora, las peticiones del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios
Carlos Fernández-Vega
En el mundillo financiero nacional se escuchan fanfarrias –con las cuales, al estilo Fox, goza el gobierno calderonista– debido a dos muestras inequívocas de la recuperación económica en el país: el comportamiento alcista en el mercado mexicano de valores y el constante aumento del crédito bancario al sector privado. Eso dicen en el citado ambiente, aunque para efectos prácticos lo primero no sirva para mucho y lo segundo resulte absolutamente falso.
En México, el mercado de valores (la primera muestra inequívoca de lo rápido que el país se recupera) es verdaderamente raquítico y carece de representatividad, como para siquiera suponer que las cosas mejoran por el simple hecho de que la especulación bursátil ha sido vitaminada. Así, el número de emisoras en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) por cada 10 mil habitantes no sólo es extremadamente reducido, sino que también está en constante reducción, pues, de acuerdo con el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, esa relación ha disminuido desde 1975, cuando existían 0.61 compañías emisoras por cada 10 mil habitantes, para llegar al año 2007 a 0.012 por cada 10 mil habitantes.
Por el lado del financiamiento de la banca comercial a la iniciativa privada (la segunda muestra inequívoca), el balance no es distinto: si se toma en cuenta únicamente el crédito bancario al sector privado como proporción del producto interno bruto (PIB), aquél pasó de representar 19.2 por ciento en 1960 a 16.7 por ciento en 2007, o lo que es lo mismo: a estas alturas el crédito de la banca comercial –extranjera mayoritariamente– resulta inferior al registrado casi 50 años atrás, cuando esa misma banca aún no era calificada –como ahora– de moderna. Dicha proporción llegó a 37.1 por ciento en 1969, cuando la economía nacional crecía a más de 6 por ciento anual, y a 33 por ciento en 1994, justo antes de reprivatizar el sistema.
Con ese comparativo del antes primitivo y el después moderno, parece que las referidas muestras inequívocas no sirven de mucho, aunque sus muy pocos beneficiarios obtengan multimillonarias utilidades, que el resto de la población no ve ni de lejos. Así, a pesar de la importancia del desarrollo financiero en el impulso a las actividades productivas de una economía, la profundidad financiera en México, medida como obligaciones líquidas/PIB, continúa siendo limitada; su crecimiento fue de tan sólo 21.1 por ciento de 1960 a 2007, muy por debajo de lo que han hecho países latinoamericanos de desarrollo similar. Mientras que el incremento de la disponibilidad de recursos fue también relativa; tomando el indicador depósitos/PIB, fue del orden de 26.6 por ciento a lo largo de todo el periodo, subraya el citado centro de estudios de la Cámara de Diputados (Principales indicadores del sistema financiero, un comparativo internacional).
Parece haber un proceso de represión crediticia no sólo en México, sino en América Latina en su conjunto; apunta: el crédito/depósitos mantiene una relación menor en la mayor parte de los países de la región. El mercado bancario se encuentra altamente concentrado; sin embargo, su nivel es similar al de otras economías tomadas en cuenta en la muestra. El mercado de capitales es aún reducido y su nivel de capitalización en relación con el tamaño de la economía es muy inferior, si se compara tanto con países desarrollados como con algunos de la misma región latinoamericana.
Por otro lado, el mercado de capitales en México muestra signos de escasa liquidez, al mantener un indicador de rotación de apenas 40 por ciento, comparado con más de 200 por ciento de países como Estados Unidos y Reino Unido. La única fuente de recursos que en relación con el tamaño de la economía ha incrementado de manera importante su participación, de acuerdo con datos proporcionados por el Banco Mundial, han sido las remesas que trabajadores mexicanos en el extranjero envían al país, las cuales tuvieron un incremento de 1987 a 2007 en relación con el PIB, del orden de 428.3 por ciento. En general, comparado con lo ocurrido en las economías de otros países y en relación con el tamaño de la economía nacional, los indicadores de desarrollo financiero de México no mostraron haber tenido un crecimiento importante a lo largo del periodo de estudio, y la mayor parte de ellos (con excepción de las remesas) mantuvieron su participación en relación con el PIB.
En México, los depósitos en bancos en el extranjero en relación con los internos ha disminuido a lo largo del periodo de estudio. En 1995 representaban 24.7 por ciento, mientras en 2007 eran de 19.2 por ciento. Lo anterior significa una disminución de 22.6 por ciento. En América Latina destaca el caso de Chile, donde el decremento de la proporción de depósitos en el extranjero en relación con los internos fue de 37.5 por ciento, entre 1995 y 2007. Es también de destacar el caso de Argentina, donde los depósitos de residentes en bancos extranjeros aumentaron en el mismo lapso, al pasar de 38.2 a 43.4 por ciento. Dentro de los países desarrollados sólo Reino Unido y Estados Unidos mantienen una proporción considerable de sus depósitos en bancos externos, la cual, en 2007 era de 26.5 y 16.6 por ciento, en cada caso. El citado es otro indicador de globalización financiera, y se refiere a los depósitos que los residentes de un país mantienen en bancos extranjeros en relación con los realizados en bancos internos. Los préstamos internacionales se incrementan con el nivel de ingreso de los países, mientras que los depósitos en el extranjero son mayores para países de ingresos bajos y decrecen conforme se incrementa el nivel de ingreso. Lo anterior se explica por la falta de confianza que las empresas e individuos tienen en el sistema financiero en los países de bajos ingresos.
En síntesis, en nada ayuda el moderno sistema financiero al desarrollo del país, pero eso sí: sus utilidades crecen como la espuma.
Las rebanadas del pastel
Cómo estará el horno, que hasta el siempre subterráneo Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (la crema y nata de los empresarios Forbes) se ha visto en la penosa necesidad de hacer públicas sus peticiones y consideraciones, cuando estaba acostumbrado a proceder en lo oscurito y siempre en la oficina principal de Los Pinos. ¿Será que tampoco a ellos ni los ven ni los oyen? Eso sí, en público o en privado, tiene la misma cara dura: por un lado exige que se cancele el IETU, porque nos afecta, y por el otro se pronuncia en favor del IVA a medicinas y alimentos, con una tasa moderna de 3 o 4 por ciento. Su portavoz, Claudio X. González –chile de todos los moles del gran capital–, es claro: no molestar; que sean otros los que paguen impuestos.
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