México D.F., 24 de marzo de 2010 (Cencos).-En Ciudad Juárez, Chihuahua, dos de cada diez habitantes son niñas y niños que se encuentran en su primera infancia (de cero a ocho años), 10 mil han quedado huérfanos a raíz de la “guerra contra el narcotráfico”, la mitad de su población tiene menos de 25 años, los niños y niñas se convierten en los jóvenes que habitan una de las ciudades más violentas de América Latina.
En este contexto, la voz de la infancia no ha sido tomada en cuenta, 6 de cada diez adultos en Ciudad Juárez creen que la opinión de los infantes son menos importantes que las suya, sin embargo “los infantes son sujetos de derecho y agentes del cambio, son personas que pueden aprenden y aportar elementos para la resolución pacifica de conflictos y es necesario que se desarrollen en un espacio seguro y sano”, afirmó Nashieli Ramírez coordinadora general de Ririki, intervención social.
Para escuchar la voz de los niños y niñas, organizaciones como Ririki, intervención social, el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, Caminos Posibles, Casas de Cuidado Diario Infantiles, A.C. y la Organización Popular Independiente, se dieron a la tarea de recoger los relatos y dibujos de los pequeños de Ciudad Juárez, en el libroUn… dos… tres por mí y por todos mis amigos, las voces de las niñas y los niños pequeños de Juárez, presentado ayer en Casa Lamm.
En este libro, pueden leerse desde la A a la Z, lo que significan las palabras amor, calle, barrio, escuela, familia, seguridad, zumba, entre otras, para los pequeños. “No me gusta que haya tormentas. Tampoco me gusta la matanza” es la reflexión que Lorena, de ocho años, hizo al preguntársele que pensaba sobre la palabra violencia.
La socióloga y activista por los derechos de la infancia y secretaria de la Mesa de la infancia en Juárez, mencionó que, en general, durante el proceso de recopilación, se dieron cuenta de que las voces eran débiles y los dibujos tenían trazos a penas perceptibles, lo que mostraba una “radiografía del mundo emocional de los pequeños insertos en la violencia cotidiana”, denunció el abandono que este sector sufre al no contar, con espacios de juego, escuelas y hogares seguros.
En la totalidad de los casos, la infancia juarense percibe el espacio público como un lugar desagradable, muestra de la herida psicosocial que ha provocado el contexto de violencia e impunidad que atraviesan todos los ámbitos de la vida en la entidad. Otro de los fenómenos descubiertos en este ejercicio, fue el carácter aspiracional que muestran los pequeños al querer formar parte de pandillas, portar armas de grueso calibre y la insensibilidad que han desarrollado como mecanismo de protección frente a su cercanía con las muertes violentas.
Por su parte, Mario Luis Fuentes, profesor de posgrado de la UNAM y director general del Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social A.C. (CEIDAS), afirmó que más allá del número de muertes, la rapidez con la que el tejido social se deconstruye en Ciudad Juárez, está marcando la vida de los pequeños que habitan la entidad y los sitúa como una generación que proviene de la violencia, esa situación “supone una profunda fractura que las 300 acciones que plantea el gobierno federal, dentro la Estrategia todos somos Juárez, no podrán reconstruir.”
Así mismo, Fuentes, aseguró que ni la explicación ni el remedio pueden centrarse en el contexto del crimen organizado, dado que la actual violencia obedece a los históricos proceso de exclusión social, marginación y carencia de políticas públicas, que han caracterizado a la entidad, “el gobierno federal propone acciones inconexas que no resolverán el problema, existe una profunda arrogancia de ambos niveles de gobierno, pues se niegan a escuchar las necesidades de los juarenses, sin embargo, la sociedad civil está proponiendo proyectos como este libro, que cuenta la crudeza desde quienes habitan Ciudad Juárez, el libro revela la insuficiencia de los gobiernos para proveer condiciones mínimas para la vida”, subrayó.
Finalmente, Nashieli Ramírez recalcó la responsabilidad que tiene los adultos de proveer un ambiente sano y libre de violencia a las niñas y niños, “no podemos aceptar la violencia como algo natural en el ser humano puesto que así no podremos mirar al futuro, en donde exista un proyecto de futuro no puede existir violencia”. Concluyó.
Fuente: Centro Nacional de Comunicación Social
Difusión: Soberanía Popular
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