Las leyes siguen esperando, el Congreso sigue esperando, Pemex sigue esperando.
Este país es de una larga espera. Tal parece que aquel dicho de que “no hay mal que dure cien años ni pueblo que los aguante”, se vuelve categórico. En tratándose de nuestro país, la ley es como una caseta de cobro de una autopista concesionada, si trae dinero la pasas, si no, dese la vuelta.
La ley sigue esperando a ser respetada, pero el señor director de Petróleos Mexicanos Juan José Suárez Coppel, tiene su propia apreciación de lo que es la legalidad. Si Reyes Heroles, su antecesor, ultrajó la ley laboral y convenios internacionales al reprimir a los integrantes de la Unión Nacional de Técnicos y Profesionistas Petroleros, ¿por qué él no habría de fornicar aunque sea tantito con la misma ley? Total, si ya está violada. Pero para que no digan que es un insensible en cuestiones de legalidad, intenta hacer como que si escucha y si es capaz de entablar un diálogo con la UNTyPP, entonces envía a sus emisarios para que jueguen con los derechos de los reprimidos, aunque ese diálogo nunca llegue a sus oídos y las respuestas jamás salgan de su boca. Está claro que no quiere un sindicato como el nuestro, que no se ha dejado permear por los intentos de chantaje, que no cede. Y explota en desesperación porque ¡así no se puede negociar! Entonces retoma la vieja estrategia de intentar matar de inanición a los sitiados. Esa puede ser una explicación de por qué desde que se planteó el diálogo en abril de este año para: reinstalar a los veintisiete despedidos, notificar a toda la empresa de las relaciones laborales con el nuevo sindicato y mesas de trabajo, como consta en minuta de acuerdos; de todo ello en seis largos meses únicamente han reinstalado a dos compañeros. Pretextos jamás les han faltado, tampoco la simulación y el engaño.
Y el Congreso, representado en la forma de Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, sigue esperando más de seis meses a que el director de Pemex le responda y explique por qué persiste el efecto represivo contra la UNTyPP, que ya tiene registro ante la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Nada, no pasa nada. Dijo Pemex a través del centurión Marco Antonio Murillo, subdirector de Recursos Humanos. Vaya, ni siquiera Esteban Levín, director corporativo de Administración, sino ¡un cuarto en la cadena de mando le respondió al Congreso! Y de ese nivel hacia arriba parece que no hay quien mande en Pemex, o más bien quien tenga un poco de respeto de los derechos de los trabajadores. Cosas veredes. Y estamos a casi dos años de conmemorar tan infausta fecha en que fuimos reprimidos. ¿Qué puede esperar un trabajador del respeto por sus derechos laborales, si la máxima representación ciudadana, la Cámara de Diputados, es ignorada de esa manera por el director de una empresa paraestatal? ¿Quién puede decirle algo? ¿Qué autoridad terrenal puede hacer que deje de mirar obsesivamente hacia las trasnacionales y voltee hacia la realidad de una empresa y sus trabajadores que están siendo sometidos por intereses perversos?
Ing. Didier Marquina Cárdenas
secretario general de la UNTyPP.
Fuente: Forum
Difusión: Soberanía Popular
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