Cientos de salvadoreños homenajearon al obispo mártir monseñor Oscar Arnulfo Romero, al cumplirse este jueves 31 años de su asesinato por escuadrones de la muerte, en el contexto de la guerra civil desarrollada en El Salvador entre los años de 1980 y 1992.
Durante el pasado jueves se realizaron vigilias y colocación de ofrendas florales por organizaciones sociales y religiosas de la población salvadoreña, en San Salvador, capital de la nación centroamericana.
Los tributos a Romero se iniciaron el pasado sábado con la peregrinación de Los Farolitos, una manifestación popular que va tomando carácter de tradición nacional en El Salvador.
Romero es recordado por su defensa de los derechos humanos, una intensa denuncia de la represión que le ocasionó frecuentes amenazas de muerte.
"Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”, vaticinó proféticamente cuando era interrogado sobre esas amenazas.
Las amenazas se hicieron realidad al final de la tarde del 24 de marzo de 1980, cuando fue asesinado por un disparo al corazón mientras ofrecía en la capilla del hospital de la Divina Providencia en San Salvador.
En 1993, una Comisión de la Verdad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) determinó que el crimen fue cometido por escuadrones de la muerte dirigidos por el mayor Roberto DÂ Aubuisson, fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
Monseñor Romero dejó también un profundo legado de amor a los humildes y marginados, acompañado por las aspiraciones de una sociedad justa.
"La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así encuentra su salvación", escribió en una homilía del 11 de noviembre de 1977.
Un día antes del crimen, Romero dirigió una dramática apelación a las fuerzas militares y policiales a detener la ola represiva: "En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión".
El 17 de febrero de 1980, apeló al entonces presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, para que cesara la ayuda a las fuerzas militares y policiales de entonces.
"La contribución de su Gobierno, en lugar de favorecer una mayor justicia y paz en El Salvador, agudizará sin duda la injusticia y la represión en contra del pueblo organizado", le escribió en una carta a Carter..
La respuesta de Carter fue una agria queja al Vaticano, recuerdan biógrafos de Romero.
La Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó el año pasado declarar el 24 de marzo Día de Monseñor Óscar Arnulfo Romero.
La ONU declaró la fecha como Día Internacional del Derecho a la Verdad sobre las Violaciones graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas.
Fuente: TeleSur
Durante el pasado jueves se realizaron vigilias y colocación de ofrendas florales por organizaciones sociales y religiosas de la población salvadoreña, en San Salvador, capital de la nación centroamericana.
Los tributos a Romero se iniciaron el pasado sábado con la peregrinación de Los Farolitos, una manifestación popular que va tomando carácter de tradición nacional en El Salvador.
Romero es recordado por su defensa de los derechos humanos, una intensa denuncia de la represión que le ocasionó frecuentes amenazas de muerte.
"Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”, vaticinó proféticamente cuando era interrogado sobre esas amenazas.
Las amenazas se hicieron realidad al final de la tarde del 24 de marzo de 1980, cuando fue asesinado por un disparo al corazón mientras ofrecía en la capilla del hospital de la Divina Providencia en San Salvador.
En 1993, una Comisión de la Verdad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) determinó que el crimen fue cometido por escuadrones de la muerte dirigidos por el mayor Roberto DÂ Aubuisson, fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
Monseñor Romero dejó también un profundo legado de amor a los humildes y marginados, acompañado por las aspiraciones de una sociedad justa.
"La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así encuentra su salvación", escribió en una homilía del 11 de noviembre de 1977.
Un día antes del crimen, Romero dirigió una dramática apelación a las fuerzas militares y policiales a detener la ola represiva: "En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión".
El 17 de febrero de 1980, apeló al entonces presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, para que cesara la ayuda a las fuerzas militares y policiales de entonces.
"La contribución de su Gobierno, en lugar de favorecer una mayor justicia y paz en El Salvador, agudizará sin duda la injusticia y la represión en contra del pueblo organizado", le escribió en una carta a Carter..
La respuesta de Carter fue una agria queja al Vaticano, recuerdan biógrafos de Romero.
La Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó el año pasado declarar el 24 de marzo Día de Monseñor Óscar Arnulfo Romero.
La ONU declaró la fecha como Día Internacional del Derecho a la Verdad sobre las Violaciones graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas.
Fuente: TeleSur
No hay comentarios:
Publicar un comentario