MANUEL VÁSQUEZ - LUNES, OCTUBRE 10, 2011
Muchos hombres y mujeres de México no saben si son de izquierda o de derecha –o del centro si es que existe–, lo único que saben es que son muy pobres, diríamos exageradamente pobres, más de la mitad de los habitantes de este país con recursos muy limitados viven el día a día, el mundo de sus esperanzas alcanza escasamente para satisfacer lo básico y también esa mayoría no ha podido descubrir en el poder de su voto, y su credencial de elector, un posible cambio ni tampoco una certeza de que las cosas en el país puedan cambiar.
La convención nacional de Morena, Movimiento Regeneración Nacional, que encabeza Andrés Manuel López Obrador, hace unos días, establece una premisa en la que muchos mexicanos pueden coincidir, México sí puede cambiar, si llega o llegan al poder hombres y mujeres que no sean corruptos y cuyos intereses básicamente se centren en servir y ayudar, el simbólico 2 de octubre en el auditorio nacional, se formalizó la creación y registro de Morena, y se dio un paso definitivo hacia la consolidación de un nuevo modelo político, aglutinar a los millones que son apolíticos en una asociación sin fines de lucro, con amplio poder y ejercicio ciudadano y, sobre todo; con total representatividad y carácter jurídico incluso para contender.
Como se ha mencionado ya en otras ocasiones, tal vez Morena no dé el triunfo a Obrador, o no establezca como candidato a algún político de la izquierda, sin embargo, para los que menos tienen o para los que no tienen nada, Morena es el gran espacio de esperanza necesario en estos tiempos preelectorales, y el argumento básico para convencer a otros de que es posible y viable el cambio si se encauza correctamente, por ello argumentamos a propósito de la frase tropicalera de una conocida canción, en concordancia con los sucesos de la última semana.
La Morena quiere más regeneración nacional, pues la corrupción rebasa todos los límites aceptables, la pudrición de las conciencias raya en la locura, en México todos roban al amparo del gobierno, ningún político se salva, y todos viajan en el tren de la indecencia, saturando aún más al país de este estigma, y de una falta de visión de futuro aceptable, una visión que fortalezca los valores y que efectivamente regenere los que se ha perdido, el humanismo, el bien común, la ayuda a otros, y sobre todo la conciencia nacional en el marco de una verdadera democracia.
La Morena quiere más equidad en la distribución de la riqueza, el sistema económico neoliberal y rampante, junto al tratado de libre comercio, el sistema nacional de precios y tarifas, y la obsolescencia en los modelos productivos del campo y la industria, hacen que la zanja se ensanche, quien menos tiene cada vez tiene menos, y quien es rico cada vez lo es más, la desproporción es abisal. México, un país de pobres, cuenta con algunos de los hombres más ricos del mundo, está por demás analizar por qué, pero comparemos el ingreso per cápita en promedio de nuestro país y con el de otras naciones denominadas emergentes para comprender por qué la Morena quiere más.
La Morena quiere más justicia, pues la imparticion sigue siendo discrecional, por ello leyes y nuevos códigos no resultan o caen en letra muerta, pues en México se juzga con base en suposiciones, con un escaso repertorio de pruebas contundentes, en nuestro país es posible purgar una condena injusta por el sólo hecho de ser acusado por alguien, la obsolescencia de leyes, juzgados y actores judiciales profesionales capaces e incorruptibles, hace urgente un cambio, pues las cárceles están ahora más llenas de nuevos delincuentes, y desgraciadamente de una gran cantidad de inocentes.
La Morena quiere más un cambio permanente, en la sociedad, y para que eso pase el cambio tiene que comenzar en la educación, en las escuelas y en la sociedad completa, creer que somos un país con un destino diferente, saber que no podemos ser más un destino turístico en el que todos somos bonachones, sufridos, aguantadores, listos para servir y vivir con miedo, siempre esperando que algo pase para que cambie, y siempre en la queja, un cambio que no revierta sus logros ni sus alcances, una gran cruzada ideológica, que ahora da miedo o pereza, pero que todos quieren con esperanza que inicie y que no se detenga.
La Morena quiere más desarrollo sustentable, porque los ríos y ecosistemas de nuestro suelo están en peligro, los bosques y la tala inmoderada, los sistemas arrecifales, las playas, los humedales, y las barreras de mangle, las montañas, el agua y los energéticos, requieren un trato diferente y adecuado, México no puede seguir siendo igual de hermoso, productivo, y rico si no se cambia la perspectiva de su explotación, y el uso de sus suelos.
La Morena quiere más educación y cultura, la base de todo cambio sólido y de fondo, la cultura, la recuperación de las historias regionales, el valor de las fuentes identitarias, las tradiciones y costumbres, la música, las artes populares, y la apertura a las artes y la cultura del mundo, la educación como fuente de cambio consistente, que por lo menos en México sigue siendo detenida, manejada de manera estúpida e irresponsable, por líderes sindicales y servidores públicos ineptos.
La Morena quiere más protagonistas del cambio verdadero, sujetos críticos, conciencias políticas y de clase, individuos comprometidos, corresponsales con el cambio requerido, argumentadores, activos, trabajadores del bien común, agentes de cambio, padres, madres, hermanos, líderes, alumnos, maestros, hombres y mujeres que luchan, que ejercen sus derechos y los defienden, sujetos justos y unidos, trabajadores por el bien común y por el suyo propio.
La Morena quiere más estrategia y manos para cuidar los votos, en tanto el mínimo porcentaje con que fue arrebatado el triunfo a López Obrador en las elecciones de 2006, siempre dejó dudas y un sentimiento nacional de injusticia, múltiples voces que afirmaban el fraude, análisis de varios actores expertos, de cómo se fraguó el mismo, corrillos que afirmaban en todo el país, cómo operaron en las casillas para sustraer, cambiar, modificar resultados o robar votos y casillas, la insuficiencia de manos, ojos y conciencias, la ingenuidad de ciudadanos que confiaron en sus funcionarios de casilla, la falta de cuadros políticos y de vigilancia, cosas que al parecer esta vez no sucederán, los rumbos parecen ser más organizados, la Morena está lista o casi lista, las izquierdas a punto de pactar, la derecha y el PRI, midiendo sus fuerzas, pero básicamente en el ambiente político nacional, la certeza de que hay nuevos actores ciudadanos, nuevas estrategias y, lo más importante, nuevas esperanzas de un cambio verdadero.
Fuente: La Jornada de Veracruz
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