lunes, 22 de julio de 2013

Jesús Lemus: el periodista que sobrevivió a Calderón


por Oriol Mallo

Jesús Lemus: el periodista que sobrevivió al calderonato.

Jesús Lemus Barajas estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado. Y pagó un precio demasiado alto. El aguerrido director de un periódico local en La Piedad, Michoacán, tuvo frente a sus ojos un historia que no podía desperdiciar: en su región se daba la famosa guerra contra el narco que el presidente Calderón consideró esencial para salvar a México del caos. Investigando historias oscuras del narco y las fuerzas de seguridad, no se dio cuenta que seguir las pistas de la barbarie acarrea rudas consecuencias. Un comando armado se lo llevó a una centro ilegal de detención en Guanajuato y tras un semana de torturas apareció ante las cámaras de TV como supuesto jefe de la Familia Michoacana. Huelga decir que los secuestradores y torturadores eran militares y que su secuestro no terminó en muerte porque llegaron reportes rápidos de su desaparición y se evitó el previsible final.

Pero igual le inventaron a Jesús Lemus todos los cargos habidos y por haber. Pasó tres años en el penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, donde decidió que no se dejaría llevar por la depresión y el terror. Lo consiguió de la única forma que un compañero de gremio puede hacerlo: recuperando el espíritu del periodismo y aprovechando las ventajas de un entorno brutal. La consecuencia de su acto de honor fue un libro que publica Grijalbo y se titula Los Malditos. Crónica negra desde Puente Grande que es una colección de entrevistas con el top ten de los delincuentes ahí encerrados y un relato del horror que vio y vivió. Tras 36 meses en el infierno carcelario Jesús Lemus salió en libertad. Todo su caso fue pura falacia. Sin trabajo y deshecho, tenía al menos un libro en ciernes que daría sentido a su experiencia.

Sobrevivir para que otros lleguen a saber.

Y el libro ya está en todas las librerías. Su testimonio es solo un botón de muestra pero confirma, en grado extremo, el nivel de brutalidad que se dio en la administración de Felipe Calderón Hinojosa cuando un presidente desesperado por conseguir legitimidad concedió al ejército mexicano, la PFP y la Marina barra libre para convertir a los civiles -molestos, sospechosos o críticos- en blanco directo de la guerra sucia.

Sin ley, sin garantías jurídicas ni habeas corpus, el camino al salvajismo quedó abierta. El juego mortal entre los cárteles y el estado abrió la espita para que todas las vidas cayeran en manos de la barbarie. Una barbarie que se cebó especialmente en personas como Jesús Lemus que intentaron contar lo que estaba pasando en los inicios de guerra contra el narco.

Sirva esta historia que él mismo ha relatado a varios medios para romper los cínicos prejuicios que tantos acataron sobre las víctimas del calderonato: los muertos, los torturados, los encarcelados algo hicieron para terminar tan mal.

Pues no: igual que altos funcionarios y militares acusados por testigos protegidos resultaron inocentes, civiles injustamente encarcelados tampoco tuvieron culpa alguna. Solo la mala suerte que gente con poder quisieran desaparecerlos.

Pasen y lean…

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