Francia y EU: ¿campañas contra México?
MIGUEL ANGEL GRANADOS CHAPA
lunes, 16 de marzo de 2009
Francia y EU: ¿campañas contra México?
Ante sus "amigas y amigos" de la Americas Society y el Council of the Americas, el presidente Calderón se sintió en confianza para dejar salir su irritación, su enojo y denunciar una "campaña contra México". Se refirió a dichos e informaciones de funcionarios y medios de comunicación estadunidenses, a los que supone concertados para echar en cara a su gobierno incapacidad para controlar el país. Y ellos obrar en consecuencia.
Aunque ya era noticia vieja, a la que había dado respuesta el propio martes 10 su secretario de Gobernación, el jueves 12 Calderón aprovechó la reunión de empresarios y académicos estadunidenses para contestar, sin tener que citarlo por su nombre, a Denis Blair, director nacional de Inteligencia de Estados Unidos, quien aventuró que el gobierno mexicano ha perdido control sobre porciones de su territorio:
"Es absolutamente falso, absurdo, que se señale que México no tiene autoridad sobre un punto del territorio nacional.".
Y con ánimo bravero, sin medir el riesgo de que se le tome la palabra, desafió: "Yo reto a quien diga eso, que me diga a qué punto del territorio nacional quiere ir, y lo llevo. Lo único que pido es que no venga de vacaciones, como parece que vienen algunos analistas a México".
Notoriamente irritado, insistió en el desafío y en la incriminación al país vecino, por su sometimiento a las adicciones:
"Yo lo que exijo es que vayamos, precisamente, al punto que quieran del territorio nacional para conocer el imperio del Estado. Sí tenemos problemas, por supuesto, como los tiene también Estados Unidos, pero lo que tenemos nosotros es una firme determinación de terminar un problema que no ha sido creado en nuestro país, que sufre nuestro país como consecuencia de estar al lado del mayor consumidor de drogas en el mundo y del mayor proveedor de armas del mundo".
Luego de ofrecer datos que abonan el buen resultado de su combate al narcotráfico, Calderón hizo otra alusión, esta vez a la revista Forbes, que incluyó en su elenco de las personas más ricas del mundo a Joaquín Guzmán Loera, El Chapo. Sin citar la circunstancia concreta, la puso como prueba de que "se haya escalado una campaña, que parece que es una campaña contra México. Que la opinión pública, y ahora hasta las revistas, no sólo se dedican a atacar, a mentir sobre la situación de México, sino a exaltar a los criminales.
"En lo que en México consideramos incluso un delito, que es apología del delito. No me detengo en los detalles, quizá ustedes los conocen…"
Y de allí pasó a denunciar la corrupción que priva en Estados Unidos, que "está carcomiendo… a la sociedad consumidora, que es la sociedad de los Estados Unidos". Y a responder a acusaciones sobre la corrupción mexicana: "si con ese argumento vamos, de que el crimen existe dada la corrupción de las autoridades, lo cual es válido admitirlo, díganme ustedes cómo se explica un mercado tan grande de drogas, el mercado más grande del mundo, en Estados Unidos, sin la corrupción de ciertas autoridades en Estados Unidos. Y yo quisiera saber qué autoridades del nivel que yo he puesto en la cárcel han sido siquiera investigadas en aquel país".
La cólera presidencial llevó a su practicante a niveles probablemente impensados. Fue un error pedir el señalamiento puntual de un sitio donde se ejerciera la soberanía nacional, para que él llevara al señalante. Sin esforzarse mucho se puede pensar de inmediato en el triángulo –dorado le llaman quienes son dados a las metáforas fáciles– que forman los límites de Chihuahua, Sinaloa y Durango, donde el narcotráfico domina, por el miedo, por la fuerza de las armas, por complicidad con autoridades locales. Difícilmente se atrevería Calderón a aterrizar en los picos de la serranía de esa comarca, y menos aun hacerlo en compañía de funcionarios o periodistas estadunidenses. El riesgo es incalculable y nadie debería exponerse a que se concretara.
Ese jueves –aunque de un modo u otro abordó el tema, con ese enfoque, en los días precedentes y posteriores– Calderón se mostró hostil ante el gobierno de Estados Unidos. No es que resurgiera el viejo antiyanquismo que, por hispanistas, afectó a los panistas tradicionales. Y no sé si se trata de una respuesta a hostigamientos que se han hecho explícitos y que llegan hasta a sugerir una actuación militar conjunta, o si se trata de un papel asignado, el que corresponde a su gobierno en una concertación que sólo se hará explícita en el momento en que ocurra. Lo notorio y evidente es que se fragua en los círculos de poder estadunidenses un estado de conciencia en que no cabe el ejercicio de un gobierno soberano, sino sometido, con el pretexto, o con razón, de la dificultad mexicana para encarar con éxito el combate a la violencia, quien quiera que sea quien la padezca (es que Calderón arguye, como si eso restara importancia al fenómeno, que los miles de muertes en los años recientes derivan de la guerra entre las bandas, como si fuera una consecuencia bendita que no debería preocupar a ninguna persona de bien).
Tal vez por su concentración en las nuevas exigencias de la vecindad con Estados Unidos, la diplomacia mexicana quedó pasmada ante la audacia arrogante del presidente Nicolas Sarkozy, aliado ideológico de Calderón a quien no vaciló, sin embargo, en colocar en un brete. Como quiera que concluya el episodio de la señora Florence Cassez, el gobierno de Calderón no cosechará lauros sino reproches. Si se acuerda el traslado de la reclusa francesa a su país, conforme a las bases legales que favorecen esa medida, Calderón aparecerá como sometido a una presión que su precariedad le impidió resistir. Si la conclusión es que la señora Cassez se quede aquí, la opinión pública francesa, y con ella la de Europa en general, tacharán al régimen mexicano como salvaje, incapaz de comprometerse con su entorno internacional.
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