Astillero
Confusión y tanteos
Maniqueísmo porcino
Colaborar con Ahumada
Julio Hernández López
La danza de los números nunca ha dicho nada claro. Un día es la antesala de la catástrofe y al siguiente se anuncia que la tempestad ni siquiera se produjo. La contabilidad de funerales y contagios decrece en determinados lugares, como el Distrito Federal, pero se destapa en otros, como Jalisco, cuyo gobernador irresponsable decretó durante largos días que era tapatío el edén sin epidemia y ahora ha tenido que aceptar la realidad antes ocultada. Las cifras oficiales sostienen el tono del miedo pero el vocero-secretario Córdova Villalobos da maternal descanso a las conferencias de prensa que hasta ahora sólo han servido para demostrar que el gobierno calderonista ha actuado con negligencia y opacidad.
El mexicano que al mundo salvó, Jesús (de Felipe) Calderón, mantiene similar política de firmes indefiniciones: se ha desbocado en contra de países que han aplicado su soberana decisión de protegerse como mejor han podido contra los riesgos de contagio de un virus desatado. Pero no ha ido más allá el discurso del SuperPAN pinolero, como si lo importante solamente fuera tratar de inflamar espíritus patrios. Bla, bla, bla inflamado hacia afuera, mientras en lo interno crece el enojo por las evidencias de que no se atendieron oportunamente las evidencias del surgimiento del virus en México y de que el sistema público de salud ha sido gravemente dañado durante décadas neoliberales recientes. Eso sí, ayer se anunció un lance digno, casi épico: México renunció (¡Sí, señor!) a participar en un Salón Internacional de la Alimentación, en Shanghai, donde era convidado de honor y a última hora se le retiró la invitación, además de que ninguna autoridad se hacía responsable de garantizar el buen trato para los empresarios y funcionarios que se atrevieran a ir. Así es que, ¡faltaba más!, México decidió renunciar a esa invitación retirada.
En el caso del libro de Carlos Ahumada es detectable el mismo virus del maniqueísmo porcino. El detestable villano del pasado corruptor es ahora fuente casi bíblica de verdades reveladas, a tal grado que sus palabras se han convertido en azote para unos y felicidad revanchista para otros. Por encima de los nombres involucrados y de las historias de mafia que relata, quedan, sin embargo, sedimentos claros. Uno de ellos es el de las maniobras hechas desde la cúpula foxista-salinista para cerrar el paso al adversario que les producía alucinaciones; el otro, el de la terrible realidad puerca de la política mexicana, hundida irreversiblemente en los pantanos. En ese gran mural de la podredumbre mexicana tiene un papel importante la izquierda electoral convertida en burocratismo transa. Muchos cuadros directivos del PRD (de todas las corrientes, sin cargar la tinta en los Chuchos para pretender construirles atenuantes a las demás) han convertido las tareas de gobierno y de representación popular en auténticos botines, alejados totalmente de las causas sociales importantes y dedicados solamente a la preservación de sus privilegios.
Las disociaciones y la falta de claridad también se manifestaron ayer en una peculiar arenga emitida por López Obrador en Chiapas, adonde fue a apoyar campañas electorales de candidatos no perredistas. Según la información dada a conocer en su página de Internet, AMLO exigió en Yajalón a los próximos diputados federales del PT y Convergencia que sean leales, comprometidos, decididos y buenos servidores públicos. Pero, además, “les pidió una reacción inmediata en el momento en que los representantes de los grupos parlamentarios de la derecha panista y priísta presenten un proyecto de reforma contrario a los intereses de la Nación. ‘¡Nada de discutir en tribuna, nada de debate parlamentario, se dice: esto no pasa y punto!’, explicó”. Como discurso suena bien. Una frase impactante. Ni discusión ni debate: se dice que algo no pasa y punto. Pero, ¿una fracción parlamentaria evidentemente menor a la que tendría un PRD unido podrá simplemente decir que algo no pasa y punto?, ¿se puede esperar algo importante de la lucha legislativa en un San Lázaro que dominarán mediante acuerdos el PRI, el PAN y el PRD-Nueva Izquierda? Y, más allá: ¿sigue teniendo sentido la participación en las cámaras legislativas, en su esquema de debates y discusiones, e incluso, en términos generales, en el plano electoral, institucionalmente dominado éste por garantes indudables de nuevos fraudes? ¿Cuál es entonces el camino elegido para el combate político de los años inmediatos?
Astillas
Algunos lectores preguntan a este tecleador por qué no aceptó la invitación de Carlos Ahumada para hacerle preguntas cuyas respuestas supuestamente habrían de quedar consignadas en el libro de reciente publicación. El 2 de abril del año pasado llegó al correo astillado el siguiente texto: “Aprovecho la ocasión para saludarte y agradecerte una vez más el interés en mi caso desde 2004 e incluso antes, por el momento me encuentro tratando de reconstruir mi vida, siempre pensando en el futuro pero sabiendo que en esta historia aún quedan deudas con el pasado. Es por esto que me atrevo a pedir tu colaboración a fin de que me hicieras saber por este medio, qué preguntas querrías hacerme en una entrevista, qué dudas quisieras despejar sobre la situación que viví y que en menor grado sigo viviendo. Esta información me sería de gran utilidad para uno de los proyectos en los que me encuentro inmerso en estos días y que consiste en escribir el libro que, desde mi punto de vista y de la manera más objetiva posible, relate esa etapa de mi vida. Sobra decir que esta solicitud nace de la gratitud por tu interés en mi caso. Te agradecería mucho me hicieras llegar tus comentarios a www.cahumadak@hotmail.com en cuanto tus múltiples ocupaciones te lo permitan. Aprovecho la ocasión para enviarte cordial saludo”. ¿Colaboración, dudas, gratitud? En esta columna nunca hubo dudas sobre el papel que jugaron Ahumada y Rosario Robles y tampoco hubo ni hay interés en colaborar en ese tipo de proyectos... ¡Hasta mañana!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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