En defensa de la política
Pedro Miguel
En defensa de la política, el panismo gobernante acudió al Chupacabras para que le diseñara una estrategia de comunicación impecable: corromper a personajes claves del entorno de López Obrador a fin de parar en seco su trayectoria a la Presidencia y desmoronar el respaldo social logrado por el entonces jefe de gobierno del Distrito Federal. Con ese mismo propósito defensivo, el ahora abogado de la Nación, y quien por entonces era más bien el espía de la Nación, bailó al son que le tocaban Ahumada y el jefe Diego. En defensa de la política, la Procuraduría fue empeñada en la fabricación de delitos contra el propio López Obrador y, en otro ámbito del quehacer nacional, contra los liderazgos sociales de San Salvador Atenco y de Oaxaca, o bien en la transferencia de podredumbres reales hacia personas que resultaron ser legalmente inocentes, como tantos ciudadanos agraviados por los atropellos judiciales del foxismo.
En defensa de la política, el panismo salinista usó la Presidencia de la República como ariete electoral para favorecer a su propio candidato; impuso su perpetuación por medio de un proceso electoral cuyas irregularidades graves (eso dijeron del platillo los magistrados del tribunal electoral, justo antes de comérselo) no impidieron dar por bueno el comicio del 0.56 por ciento; Luis Carlos Ugalde, presidente del Instituto Federal Electoral, en teoría autónomo, cumplió con lo que a Fox le dio la gana mandarle; en defensa de la política se llevó a cabo una transferencia meramente televisiva y al margen de las leyes del cargo más importante del Estado, ritual que se repitió, horas más tarde, en una incursión furtiva y vergonzante del Ejecutivo a la sede del Legislativo, blindado por los terminators de la Policía Federal Preventiva.
En defensa de la política, la cosa que siguió, ya bajo la responsabilidad de Felipe Calderón, intercambió impunidad por respaldo corporativo con Mario Marín y Ulises Ruiz, se entregaron dependencias públicas enteras al poder fáctico de Elba Esther Gordillo, se llevó a la Secretaría de Gobernación a un hombre acusado de dar cobijo a torturadores, y después, a un pobre muchacho que nunca entendió nada de nada, como no fuera hacer negocios familiares a la sombra del poder público. En defensa de la política se ha recuperado la tradición de las desapariciones forzadas, ahora disfrazadas de levantones, se ha seguido torturando y asesinando a dirigentes opositores y se ha pretendido atribuir a los cuerpos policiales atribuciones más acordes con la Alemania de 1940 que –uno pensaría– con el México del siglo XXI.
En defensa de la política se ha lanzado una ofensiva sin pies ni cabeza contra una delincuencia organizada que, a juzgar por resultados, se muere de la risa con los desplantes calderónicos, y en ese marco, y como siempre, en defensa de la política, se hizo coincidir, en Michoacán, una supuesta investigación policial secretísima con los tiempos electorales de este año para singularizar en el ¿gobierno? estatal del acongojado Leonel Godoy los horrores y la pudrición que comparte la generalidad de las instancias gubernamentales, federales, estatales y municipales: la penetración del narco en los más altos niveles de decisión y en los altos mandos de los organismos que, en teoría, debieran estar dedicados a combatirlo.
La frase es impecable, poeta Gómez Mont. Con ella, usted se ha hecho digno de ingresar al parnaso de los inmortales, junto con el conceptista Antonio Solá y su peligro para México y el folklorista Felipe Calderón y su haiga sido como haiga sido.
La defensa que la expresión retrata es, también, irrebatible. Por ello, ahora debieran ustedes plantear la pertinencia de crear la Secretaría de Defensa de la Política (SDP), dotada de ley orgánica y organigrama propios, a fin de mantener la pulcritud insólita con que se gobierna. Esa defensa ha dado, por supuesto, resultados concretos: el más destacable de ellos es, sin duda, el altísimo grado de prestigio y credibilidad de que gozan la política y sus protagonistas en el sentir nacional. Felicidades.
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