martes, 10 de noviembre de 2009

El pez… Pinocho




El pez… Pinocho

Cruz

En términos boxísticos, aquel martes 29 de noviembre de 2005, los socios de la American Chamber of Commerce de plano se fueron con la finta.

A partir de ese día, el candidato presidencial panista Felipe Calderón se convirtió en un político de imagen. Sus desencuentros con Santiago Creel y Vicente Fox lo habían colocado justo a donde quería estar.

Y estuvo. Faltaría mucho para descubrir que en una serie de entrevistas a candidatos –incluidos Andrés Manuel López Obrador y Roberto Madrazo Pintado–, la familia Calderón escondería su ostentosa forma de vida y manipularía lugares para aparecer en la televisión.

Faltaría mucho también para descubrir que, con el apoyo del Estado Mayor Presidencial, ordenaría embellecer el rancho de sus suegros en el estado de México o triangularía extraños contratos a la familia Zavala, hermanos de su esposa, como Hildebrando, que se conocerían después.

Si la mano que roba se puede ocultar y la que gasta no, lo mismo aplica a la lengua. Calderón la usó para impresionar a sus ingenuos escuchas y a periodistas convencidos que él, y nadie más, elevaría el nivel del debate de la campaña presidencial. Se fue de la lengua, va.

Con los ojos bien abiertos y las palmas gastadas, aquellos escuchas le creyeron a ciegas cuando el candidato Calderón precisó:

“Quiero una economía que compita eficazmente. […] Y un elemento es cambiar nuestro sistema tributario. Participo de la idea de que la carga tributaria debe pasar paulatinamente de impuestos al ingreso a impuestos al consumo y cada vez con menores excepciones y reducciones”.

“Yo propongo un cambio, una sola tasa de ISR mucho más baja de la que hay ahora. […] Y no implicará una pérdida de recursos tributarios”. Hoy, la tasa del ISR subió de 28 a 30 por ciento y las excepciones se mantienen igual.




Fuente: El Periódico
Difusión AMLOTV

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