Gerardo Fernández Casanova
“Que el fraude electoral jamás se olvide”
El tema de la reelección de legisladores y autoridades municipales, incluido en la propuesta de Calderón, ha provocado una reacción generalizada en contra. A cien años de depuesta la dictadura de Porfirio Díaz, a cargo del movimiento revolucionario antireeleccionista encabezado por Francisco Madero, el fantasma del caudillo sigue provocando temores. A sabiendas de que corro el riesgo de hacerme merecedor de una sonora descalificación, voy a insistir en mi opinión en el sentido de que, siendo el pueblo el soberano constitucional, la ley no puede limitarlo en su capacidad para decidir sobre la forma de gobierno y para elegir a sus gobernantes y, en su caso, para reelegirlos. Procedo a argumentar.
1.- La historia. Porfirio Díaz fue un dictador que fincó su poder en la fuerza de las armas. Las reelecciones sucesivas sólo fueron mascaradas para limpiar la imagen grotesca del caudillo. Benito Juárez no fue un dictador y fue reelecto en dos ocasiones; la consolidación de la República así lo requirió. La Revolución Mexicana se inició para derrocar a la dictadura y restaurar la república juarista, independientemente de que haya surgido del partido antireeleccionista. Concluida la lucha armada se instauró una nueva dictadura, la del partido único, que duró setenta años y no necesitó del recurso de la reelección. La lesión es la dictadura, que no necesita de reelecciones para implantarse; ni necesariamente la reelección implica dictadura.
2.- La cultura política. Es indudable que uno de los efectos más perniciosos que nos ha legado el sistema político fincado sobre la corrupción, heredado desde la época colonial, es la aceptación generalizada de que los cargos públicos son una patente para el enriquecimiento y que, aunque formalmente se rechaza, forma parte esencial de la cultura política. Para muchos el principio de la no reelección aplica para garantizar la generación sexenal de nuevos millonarios. Pareciera que para el común de la gente no sea concebible un político patriota con plena vocación de servicio. Desde luego que en la clase política mexicana tradicional no hay cabida para tales especímenes, se les combate a muerte, en tanto que los gandallas abundan. De ahí que si, por casualidad, se aparece un patriota honesto (digamos un Juárez) habrá que reelegirlo y cuidarlo para que acepte la responsabilidad.
3.- La ley. De lo que realmente debemos preocuparnos los mexicanos es de crear las condiciones para una verdadera democracia en toda la extensión de su significado; que cancele cualquier forma de acaparamiento del poder y de vigencia de privilegios, contrarios al legítimo interés popular. No me convence la idea de que, como la ley actual permite tales fallas, se incurre en otras fallas como es la que impide la reelección.
4.- La oportunidad. Por lo antes dicho, mi opinión es en el sentido de abrir la posibilidad de la reelección, incluso, la de gobernadores y presidente de la república. Discutir el tema es hoy oportuno y viable, por el simple hecho de que no existe el más mínimo peligro de que el actual ocupante de la oficina presidencial pueda reelegirse, aún contando con la posibilidad legal de hacerlo. Una reforma que incluyera la posibilidad de la reelección no tendría un destinatario específico, con lo que el debate puede darse en la mayor libertad.
5.- El equilibrio. Junto a la facultad ciudadana para reelegir a sus gobernantes, es imprescindible instrumentar la de la revocación del mandato. Lo importante es garantizar que, en todo momento, la soberanía la ejerza el pueblo para, entre otras cosas, extender el mandato a quienes le sirven eficazmente y revocarlo a quienes no lo hagan. He leído comentarios en el sentido de que la posibilidad de la reelección sólo beneficiaría a la derecha. No los comparto; la derecha se beneficia en mayor grado con las restricciones a la soberanía popular. Tenemos el ejemplo en América Latina, se reeligen Chávez y Evo Morales, pero también se reelige Uribe; se reeligió a Lula y pudieron haber sido reelectos Tabaré Vázquez en Uruguay y Kirschner en Argentina. Para la prensa internacional manipulada, la reelección de Chávez es dictatorial, pero la de Uribe es democrática.
6.- El tema de la reforma política es delicado y grave, pero es necesario abordarlo a fondo para atender a la solución de la ya endémica crisis del sistema político y económico mexicano. No concuerdo con quienes prefieren diferir su discusión, anteponiendo que la prioridad está en el tema exclusivamente económico. Mientras el sistema político siga siendo controlado por la minoría privilegiada, la economía sólo seguirá sirviendo a los monopolios y a los extranjeros, pero nunca al pueblo de México.
Para terminar quiero dejar en claro que, a diferencia de la propuesta de Calderón que pretende propiciar la reelección de legisladores para profesionalizarlos y, supuestamente, hacerles rendir cuentas, mi postura se limita simplemente a plantear que se elimine la restricción. Nada más.
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